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La crisis del euro

El BCE salva 'in extremis' a España

La prima de riesgo llega al límite de los 500 puntos y el Tesoro paga el precio más alto en 14 años - La compra de deuda por parte de Draghi logra rebajar la tensión

Tres países intervenidos. Dos Gobiernos democráticos depuestos y sustituidos por tecnócratas. Dos Estados, y de los grandes, con riesgo creciente de bancarrota. Y una gran mayoría de socios del club del euro contagiados por la enfermedad de la deuda. Esta es la foto fija de la crisis que comenzó hace dos años en Grecia y que amenaza con resquebrajar la antes feliz unión monetaria. El último episodio del folletín lo protagonizó ayer el Banco Central Europeo (BCE), que se vio obligado a intervenir para aliviar las tensiones, especialmente preocupantes en España e Italia. Tras escalar a una zona de peligro máximo, el organismo que encabeza Mario Draghi logró rebajar las primas de riesgo de estos dos países a niveles inferiores a los del día anterior. Pero no es suficiente. Muchos reclaman al BCE, el único con la fuerza necesaria para enderezar la situación, que saque la artillería pesada.

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El día prometía emociones fuertes ya desde primera hora de la mañana. Comenzó con las primas de riesgo de España e Italia disparadas. Empeoró con dos subastas de deuda desastrosas a ambos lados de los Pirineos. El Tesoro español colocó 3.562 millones de euros en obligaciones a 10 años, pero al precio más alto desde 1997, por encima del 7%. En la anterior ocasión similar, celebrada en octubre, había bastado con un 5,5%.

Fue entonces cuando la situación se volvió insoportable. El diferencial que España ofrece respecto a Alemania en los bonos a diez años -es decir, la famosa prima de riesgo- alcanzó su cuarto récord en esta semana. Rozó durante unos minutos los 500 puntos básicos -o sea, los cinco puntos porcentuales-, frontera que se considera insostenible para las cuentas públicas. El rendimiento que España tiene que ofrecer a los inversores por un bono a 10 años rozó el 6,8%, el máximo de los últimos 13 años.

Los problemas iban más allá de la Península Ibérica. El diferencial italiano andaba ya por los 537 puntos; y el belga y el francés lograban nuevos máximos al superar los 320 y los 200 puntos respectivamente. Los problemas ya no afectan solo a los "derrochadores". La gangrena ha llegado al mismo corazón de Europa, Bruselas y París, que ve cada vez más cercana la posibilidad de perder la máxima calidad crediticia, informa Miguel Mora. Y el BCE no podía mirar hacia otro lado.

Pese a las críticas de Alemania, Draghi se lanzó a comprar deuda en el mercado secundario y logró revertir la situación. La prima de riesgo española se quedó en el mismo nivel del día anterior: en torno a los 460 puntos. El resto de países que habían sido atacados por la mañana cerraban con diferenciales claramente inferiores. El BCE logra el éxito más arrollador en Italia, cuyo diferencial cae 45 puntos básicos desde el pico hasta el cierre del día. Las principales Bolsas europeas cerraron con caídas en torno al 1%.

Antes de esta intervención masiva, Felipe González había arremetido contra Alemania por constreñir al BCE. El expresidente del Gobierno dijo estar convencido de que los récords de la prima de riesgo se deben a la "pura especulación" y tildó de "absurdo" que el eurobanco no compre deuda de los países del euro para acabar con esta situación. González, que criticó al "tándem Merkozy", defendió que el BCE debería actuar como hizo la Reserva Federal para acabar con los movimientos especulativos y aseguró que España tiene un problema de liquidez, no de solvencia.

Algo parecido apuntó la vicepresidenta Elena Salgado, que zanjó el debate sobre un posible rescate a España. "Absolutamente no", respondió en la Cadena Ser. "El nivel de deuda es perfectamente sostenible", añadió.

De la misma opinión es el catedrático de la Universidad de Valencia Joaquín Maudos. "Pese a que los últimos datos son preocupantes, no veo a corto plazo un riesgo de intervención. La situación de Italia es más acuciante porque su volumen de vencimientos es mucho mayor", asegura. Pero descartar el rescate inminente no significa restar importancia a la situación. "Si los mercados no mejoran, la carga de la deuda se convertirá en insostenible. La única solución es que el BCE utilice todos los recursos en su mano. Por sus declaraciones, parece que Merkel no es consciente del daño que esta situación puede hacer a la propia Alemania. El mandato del BCE no es solo mantener baja la inflación, sino la estabilidad financiera. Por suerte para España, ya no estamos solos con los italianos. Si los problemas afectan también a Francia, Sarkozy tendrá más fuerza para exigir soluciones que Zapatero", añade este catedrático.

Mientras, en el país donde comenzó la crisis europea, avanzan las negociaciones para concretar el acuerdo de pagar tan solo la mitad de la deuda pública. El director gerente del Instituto de Finanzas Internacionales, Charles Dallara, aseguró ayer que prevé una participación "muy alta" entre los acreedores que acepten la quita del 50% de la deuda griega. Dallara señaló en Fráncfort que al menos un 70% o un 80% de los tenedores de deuda aceptarán el pacto, aunque podrían sumarse más próximamente.

La Comisión Europea, por su parte, condiciona la confianza que generará el nuevo Gobierno español a su capacidad para adoptar nuevas medidas que covenzan a los mercados, informa Vicenç Moliné. El portavoz del comisario de Asuntos Económicos, Amadeu Altafaj, abrió ayer la puerta a que el nuevo Ejecutivo se vea obligado a aprobar medidas de reducción del déficit. "La credibilidad se genera con la capacidad de adoptar nuevas medidas si es necesario para alcanzar los objetivos".

España se ha comprometido a cerrar el año con un déficit del 6% del PIB, pero Bruselas prevé que el dato final suba al 6,6%. Altafaj reconoció el esfuerzo hecho por las autoridades españolas y dijo que esta desviación se debe, en parte, a la coyuntura económica general. "Todos los Gobiernos están interconectados. Lo que se decide en Atenas o Roma tiene efectos en los otros países", aseguró.

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