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El deterioro económico

El Banco de España augura problemas a la banca si la crisis se prolonga

El BBVA estima que el crecimiento del PIB rondará el 1,9% este año - La entidad pronostica que se empezará a destruir empleo en 2009

En Estados Unidos falló primero el sector inmobiliario y las dificultades acabaron llegando hasta la banca a través de los productos financieros tóxicos: hipotecas basura y demás. En España no hay subprime y el Banco de España desaconseja trazar paralelismos simplistas, pero la secuencia amenaza con ser exactamente la misma. El sector inmobiliario ha entrado ya en la temida recesión -"ajuste brusco" es el eufemismo que repite el supervisor-, y las turbulencias han empañado de tal manera el horizonte que el sector financiero puede llegar a tener problemas. "Los bancos podrían tener dificultades si se prolonga la situación de sequía en los mercados de crédito", explicó ayer José Luis Malo de Molina, director del servicio de estudios del Banco de España.

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Tras la construcción y el sector financiero va el resto de la economía: el servicio de estudios del BBVA dio ayer una vuelta de tuerca a sus pronósticos, más pesimistas que los barajados hasta ahora. Su última revisión deja el crecimiento del PIB en torno al 1,9% este año y en un magro 1,4% en 2009. Eso supondría profundizar en la desaceleración y quedarse al borde de la crisis, hasta el punto de que la economía española empezaría a destruir empleo por primera vez desde 1993.

Las previsiones del BBVA son más sombrías que las del Banco de España. Malo de Molina reiteró ayer que el supervisor bancario augura un crecimiento del 2,4% en 2008 y del 2,1% en 2009, aunque "con claros riesgos a la baja". La situación puede ir a peor en función de la crisis financiera internacional, pero el Banco de España prevé que la economía siga creando empleo tanto en 2008 como en 2009.

La situación deja a la economía real, pero también a la financiera, a merced del huracán que sacude los mercados. Malo de Molina reiteró que el sector bancario español "tiene un margen de maniobra razonable ante la crisis por su elevada rentabilidad y solvencia". Con todo, la duración de las turbulencias internacionales "supone un innegable factor de riesgo", dijo en la Conferencia Inmobiliaria de Madrid, la antesala del Salón Inmobiliario de Madrid (SIMA) 2008.

Más allá de la banca, el sector inmobiliario se enfrenta a una coyuntura preocupante. Sus problemas empezaron ya antes de las turbulencias, pero lo que inicialmente era un ajuste gradual se ha intensificado con la tormenta financiera iniciada en verano en EE UU. La inversión residencial caerá un 3% este año y hasta el 8% en 2009, según los nuevos datos que aportó ayer el Banco de España. El crecimiento de los precios está ya por debajo de la inflación. Las compraventas se han desplomado. Y tras unas semanas convulsas, el propio sector quiere ahora que el ajuste se produzca "cuanto antes", con la esperanza de que la recuperación llegue de inmediato, explicó el presidente de la patronal madrileña Asprima, José Manuel Galindo.

Malo de Molina pidió al Gobierno medidas "selectivas" para ayudar a emerger la demanda de vivienda en segmentos como los jóvenes, los inmigrantes y las rentas bajas, pero sin poner en peligro la estabilidad presupuestaria.

La propia situación económica amenaza con eliminar de un plumazo el superávit de las cuentas públicas de los últimos años. Desde el pasado verano, hay una apuesta segura: cada vez que se publica una revisión de las previsiones de la economía española es para empeorar el pronóstico. Y el informe presentado ayer por el servicio de estudios del BBVA es una muesca más.

"La situación es peor de lo que esperábamos, nos hemos visto sorprendidos en algunos de nuestros pronósticos", admitió en conferencia de prensa José Luis Escrivá, director del servicio de estudios del banco. Escrivá relacionó el drástico empeoramiento de las perspectivas de la economía con sus dos flancos más débiles: la construcción y el impacto de la crisis financiera internacional.

Escrivá consideró que el riesgo de que la situación económica empeore aún más se concentra en el frente exterior, más que en los efectos de la crisis inmobiliaria doméstica. "La posibilidad de una recesión no está contemplada ni en los escenarios más extremos", enfatizó. El director del servicio de estudios del BBVA destacó que "las tensiones en los mercados financieros no han dejado de crecer, sobre todo en Europa". Es una situación muy distinta de la que se preveía en otoño, cuando se apostaba por que el Banco Central Europeo (BCE) bajaría los tipos a principios de año. Con la inflación "más alta de lo esperado", ahora una rebaja de tipos antes del verano se antoja quimérica. Y el BBVA cree que la crisis internacional puede durar incluso hasta finales de año.

Además, la notable diferencia entre la política de la Reserva Federal (ha bajado los tipos del 5,25% al 2,25%) y el BCE lleva a una mayor apreciación del euro y realimenta, vía depreciación del dólar, la subida de precios de petróleo y alimentos.

En cuanto a la crisis inmobiliaria, los expertos del BBVA creen que, "por el empeoramiento de las expectativas", se puede llegar a un "sobreajuste": si en otoño pensaba que se podía caer de 800.000 viviendas iniciadas a 500.000 en dos años, ahora cree que el suelo puede quedar en 300.000 visados.

El impacto de desplome de la construcción en el empleo (unos 400.000 puestos de trabajo menos en dos años) sería amortiguado a duras penas por el resto de sectores: en 2009, la creación de empleo caería un 0,1%, según la estimación promedio. Y la tasa de paro llegaría al 11%. La desaceleración dejaría el superávit público en el 0,3% este año (el cálculo incluye la desgravación de 400 euros del IRPF prometida por el Gobierno). Pero Escrivá destacó que hay margen presupuestario para aumentar el gasto y elevar el déficit hasta el 1,5% sin aumentar el nivel de deuda pública.

Un trabajador ultima los preparativos de la feria inmobiliaria que se celebra esta semana en Madrid.
Un trabajador ultima los preparativos de la feria inmobiliaria que se celebra esta semana en Madrid.REUTERS

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