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Análisis:La crisis del euro | La reestructuración financiera
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

España asediada. Qué más podemos hacer

José Carlos Díez

Después de la tensión de la pasada primavera, de nuevo los mercados de deuda pública europeos están en plena ebullición. Tras la crisis griega, la irlandesa, ya tienen a Portugal en el punto de mira y si tienen éxito irán a por España, Italia y así hasta que vean dónde está el límite de sufrimiento de los países europeos.

La crisis recuerda a la del Sistema Monetario Europeo en 1992, aunque ahora en vez de especular sobre el nivel de reservas del banco central y su capacidad para mantener el tipo de cambio fijo, especulan sobre la capacidad de aguante del país antes de pedir el plan de ayuda. La ventaja es que ahora los vencimientos de los bonos son a mayor plazo que las reservas y el BCE permite acceso ilimitado a sus subastas de liquidez a las entidades financieras.

El Consejo de Política Fiscal debe hacer un 'test' de estrés a cada comunidad autónoma
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España, en el centro de la diana

Es necesario un compromiso firme del Eurogrupo sobre la sostenibilidad del proceso de Unión Monetaria, sobre todo de Alemania, país que abrió la caja de Pandora de la incertidumbre el pasado mes de diciembre. Es necesario que el BCE prolongue sus medidas heterodoxas de liquidez en el próximo trimestre. Y es necesario que se acabe el debate sobre la reestructuración de la deuda de los bancos irlandeses hasta que se estabilicen los mercados. Como sabe un buen cirujano cardiovascular cuando se enfrenta a una operación a corazón abierto, lo primero es mantener la calma; lo segundo, estabilizar al enfermo y lo tercero, sedarlo para poder intervenirle.

El problema es que la historia nos enseña que Europa no se caracteriza por reacciones enérgicas y España debe actuar por su cuenta para defenderse del asedio. ¿Qué tenemos que hacer? Muy sencillo: ya sabemos que la estrategia de antes del verano funcionó, por lo que no se trata de inventar la rueda.

En menos de dos meses, España presentó un Plan de Austeridad, una reforma laboral, realizamos un proceso de reestructuración bancaria, aprobamos una reforma de las Cajas de Ahorros y evaluamos en un test de estrés a todo nuestro sistema bancario. Aquella reacción permitió que los inversores internacionales de dinero real, fondos de pensiones y soberanos, recuperaran la confianza en nuestra economía y obligó a los especuladores que vendían en corto nuestro país a salir con el rabo entre las piernas para lamerse las profundas heridas recibidas.

Tenemos que evitar que los inversores nos vean como una fábrica de excusas y de lamentos y, como recomendó el general chino Sun Tzu, recuperar el efecto sorpresa.

Nos comprometimos a reformar las pensiones y el nuevo ministro de Trabajo lo primero que hizo fue retrasar la fecha límite. Ahora toca acelerar el proceso. Nos comprometimos a tener finalizadas las fusiones de cajas antes de final de año. Por lo tanto, el Banco de España debe garantizar que cumplimos el compromiso.

Nos comprometimos a iniciar un proceso de consolidación presupuestaria y la Administración central ha cumplido con creces, reduciendo el déficit hasta octubre a la mitad, pero la opacidad de las comunidades autónomas nos impide recuperar la credibilidad. El Consejo de Política Fiscal debe hacer un test de estrés a cada comunidad e informar a los ciudadanos y a los inversores cuál es el grado de cumplimiento con datos de septiembre de este año. Los inversores ya no quieren ver planes, quieren leer el Boletín Oficial del Estado.

Los debates filosóficos sobran. Los inversores tienen 200 países en el mundo para invertir, pero nosotros los necesitamos para financiar nuestro déficit exterior. Por lo tanto, no sirve de nada preocuparse, lo que hay que hacer es ocuparse. Ánimo, podemos.

José Carlos Díez es economista jefe de Intermoney.

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