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La crisis del euro

España sufre en los mercados por la crisis griega y la resaca electoral

Los problemas fiscales de Grecia, Irlanda y Portugal contagian a economías mayores, como la italiana y la española - El riesgo país vuelve a tensionarse

Claudi Pérez

Europa en el diván: Berlín y las instituciones europeas han impuesto a los países más endeudados severas curas de austeridad para reducir sus déficits y obtener ayudas que no acaban de funcionar; a la vez, esa dolorosa fórmula agrava la tensión social y pasa factura en las urnas, pero sobre todo dificulta la salida de la crisis económica y siembra sospechas sobre el pago de las deudas. Atrapada en ese laberinto, la Unión Europea se ha convertido en una trituradora política: "El fracaso de los rescates y la oleada de austeridad han transformado a la UE en una máquina de matar Gobiernos", asegura el profesor de Harvard Niall Ferguson. La debilidad económica y toda esa incapacidad política para resolver los problemas reabrió ayer un nuevo frente en los mercados: Italia y España, dos de las mayores economías de Europa, mostraron signos de contagio de la crisis fiscal que golpea con fiereza a Irlanda, a Portugal y sobre todo a Grecia.

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La historia interminable de esa crisis encuentra a cada día que pasa nuevas excusas para perpetuarse. Standard & Poor's puso en la madrugada del viernes a Roma bajo la presión de una posible rebaja de calificación, y la deuda italiana lo pagó ayer en el mercado. En España, la rotunda victoria electoral del PP y el desgaste que supone para el Gobierno fue la excusa para el castigo en el mercado de bonos. Pero esas son razones menores. Hay un argumento de más calado para explicar el contagio a Italia y España de la escalada de los tipos de interés de la deuda griega, irlandesa y portuguesa, de nuevo en máximos a pesar del enésimo plan de Grecia para recortar el déficit.

El principal motivo que explica ese recalentamiento es que los planes de rescate son un fracaso. Los intereses que pagan los países ayudados son superiores a los que pagaban antes de los planes de salvamento, y aun así la UE no solo no consigue dar un paso adelante, sino que continúa en plena ceremonia del desconcierto sobre la posibilidad de romper el tabú de las reestructuraciones. En la última reunión del Eurogrupo se abrió la puerta a una reestructuración suave de la deuda griega: la posibilidad de ampliar los plazos de devolución y recortar los tipos de interés sin una quita (una cancelación parcial de la deuda). Pero el BCE y la ministra francesa Christine Lagarde -máxima favorita a dirigir el FMI- se han mostrado totalmente en contra de esa posibilidad, pese a que los expertos dan por seguro que Grecia, y probablemente Irlanda, suspenderían pagos sin esa medida.

Lagarde parece haber dado finalmente su brazo a torcer, pero con los suficientes matices como para que un acuerdo parezca aún lejano: "Lo que seguro que no queremos es una quiebra, una suspensión de pagos de un país europeo. Pueden usarse muchas palabras (reperfilar, reestructurar, lo que sea), pero no vamos a tolerar una situación así en Grecia. Eso sí, podríamos aceptar un acuerdo voluntario con la banca", dijo al diario austriaco Der Standard. Ni París ni Berlín han aclarado aún la solución definitiva, aunque los analistas consideran que tanto Francia como Alemania están dando tiempo a sus bancos para que se rearmen antes de una eventual reestructuración. Los inversores castigan esa falta de claridad: ayer penalizaron a la eurozona no solo en el mercado de deuda, también en el de divisas. El euro perdió los 1,40 dólares por unidad.

La caída de la moneda única puede ser solo el principio si el contagio alcanza de lleno a Italia, Bélgica y España. Los tres países tienen problemas fiscales, pero han conseguido distanciarse del furgón de cola europeo. Italia y Bélgica comparten dificultades: las agencias de calificación acaban de revisar su perspectiva fiscal. Bélgica carece de Gobierno desde hace meses y en esas condiciones no puede impulsar reformas estructurales; en Italia, las perspectivas de bajo crecimiento y, de nuevo, el escaso compromiso político para acometer reformas explican el castigo de las agencias. El caso de España es distinto. España "cumple por sistema" sus objetivos de recorte del déficit y tiene "más margen de maniobra" que economías como la italiana, explicaron ayer los analistas de S&P. Y sin embargo está más cerca de Grecia, Irlanda y Portugal que Bélgica e Italia.

"El efecto contagio explica el repunte de la prima de riesgo española. Pero no solo hay razones externas: los mercados temen que emerjan déficits ocultos en las autonomías, pero sobre todo estiman que el margen de maniobra de Zapatero se ha reducido tras las elecciones", explicó Luis de Guindos, exsecretario de Estado con el PP. Emilio Ontiveros, presidente de AFI, apuntó que la resaca electoral "acentúa la interinidad de Zapatero, que él mismo generó cuando anunció que no repetirá como candidato: los mercados creen que vienen unos meses en los que se va a congelar el impulso reformista, y desconocen los planes del PP y de Mariano Rajoy, que no ha dado un solo mensaje claro en materia de política económica", dijo. Todo eso se traduce en números: la prima de riesgo cerró ayer casi con 250 puntos básicos. Es decir, España paga por su deuda 2,5 puntos más en intereses que Alemania, el país más seguro. La tensión no ha acabado de relajarse ni en los mejores momentos, ante las dudas que a pesar de todo sigue generando España. El presidente Zapatero tendrá hoy la oportunidad de despejar parte de esa incertidumbre en una reunión con Bob Diamond, primer ejecutivo de Barclays, uno de los máximos colocadores de deuda y prima donna del sector financiero internacional.

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Sobre la firma

Claudi Pérez
Director adjunto de EL PAÍS. Excorresponsal político y económico, exredactor jefe de política nacional, excorresponsal en Bruselas durante toda la crisis del euro y anteriormente especialista en asuntos económicos internacionales. Premio Salvador de Madariaga. Madrid, y antes Bruselas, y aún antes Barcelona.

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