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El FMI no logra grandes avances en el control de conflictos monetarios

EE UU encabeza una campaña para reforzar el papel del organismo en la guerra de divisas.- Strauss-Kahn: "El problema no son las monedas, sino los desequilibrios"

En una cumbre marcada por una incipiente guerra de divisas que puede derivar en una guerra comercial -como ya sucedió en los años treinta del siglo pasado, durante la Gran Depresión-, el Fondo Monetario Internacional (FMI) ha cerrado su tradicional asamblea de otoño con escasos avances. Y avisa de que tampoco hay que esperar demasiado del próximo G-20, en Corea del Sur.

Varios países, empezando por Estados Unidos, reclaman al Fondo que asuma un papel central para rebajar las hostilidades, que han originado medidas encaminadas a devaluar monedas de diversos países, con intervenciones directas en el mercado o de forma más sibilina, con una política monetaria muy expansiva. Su director gerente, el francés Dominique Strauss-Kahn, ha admitido en una multitudinaria rueda de prensa en Washington que el Fondo "tiene que ser árbitro, juez y analista", y adelanta que la institución prepara una iniciativa para aumentar la eficacia en la supervisión del sistema monetario internacional. Traducción libre: no gran cosa. Habrá que esperar para ver progresos. Por ahora no hay consenso.

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EE UU encabeza una campaña para reforzar el papel del FMI en la resolución de disputas sobre el sistema monetario internacional; una especie de Bretton Woods II. "La excesiva acumulación de reservas está conduciendo a serias distorsiones e inhibiendo el ajuste internacional", dijo el secretario del Tesoro, Timothy Geithner. Se trata de una manera más diplomática de decir lo que tanto el Fondo como EE UU repiten desde hace tiempo: China mantiene el yuan artificialmente sobrevalorado y eso dificulta la suavización de los desequilibrios mundiales (Alemania, China y Japón, a un lado, con grandes superávits de cuenta corriente; EE UU y otros países como España al otro, con fuertes déficits).

Strauss-Kahn aguó ese mensaje en la conferencia de prensa de clausura de la cumbre: "El problema no es que las monedas estén apreciadas, sino los desequilibrios y la falta de coordinación de las políticas nacionales, que a la postre se dejan notar en los tipos de cambio".

Más supervisión

La llamada guerra de las divisas se ha apoderado de las sesiones del FMI, después de que los esfuerzos de la Reserva Federal por impulsar la liquidez con bajos tipos de interés llevaran a un debilitamiento del dólar. Japón, Brasil, Corea del Sur, Malasia, Tailandia, Filipinas y otros países han puesto en marcha medidas parecidas, además de controles de capital en algunos casos ante las entradas masivas de fondos, o simplemente han aumentado la escala de sus intervenciones directas en los mercados para evitar que sus monedas se aprecien, para no perder exportaciones.

Países emergentes como Brasil aducen que las políticas monetarias de los avanzados están provocando una depreciación de monedas como el dólar, una debilidad que Washington trata de aprovechar, dicen, para potenciar su sector exportador. A la debilidad del dólar se suma la del yuan , lo que ha provocado intervenciones de distintos países que podrían ser analizadas por el FMI si finalmente se consensúa una iniciativa de supervisión que daría más poderes al Fondo.

El FMI evalúa la posibilidad de enfatizar la vigilancia de cinco potencias clave: EE UU, la zona euro, China, Japón y Reino Unido. Esa estrategia se llevaría a cabo emitiendo los informes anuales sobre estas potencias de forma simultánea para analizar si sus políticas pueden tener consecuencias no previstas en otros países.

Strauss-Kahn pidió a los países que retrocedan y eviten el surgimiento de una "guerra de divisas", término que utilizó por primera vez el ministro de Finanzas brasileño, Guido Mantega, hace unos días, y que ya se ha extendido. Ante los periodistas, enfatizó el hecho de que "la cooperación es la solución; la solución nunca puede ser nacional cuando hay tensiones como estas". De momento, solo palabras: tampoco el G-20, después del impulso inicial de las reuniones de Londres y Pittsburgh, ha podido ir mucho más allá en algunas de las cuestiones más espinosas de esta crisis.

El director gerente del FMI, Dominique Strauss-Kahn (izquierda); el ministro de Finanzas egipcio, Youssef Boutros-Ghali (centro); su homólogo brasileño, Guido Mantega, y la vicepresidenta española Elena Salgado posan durante la reunión del FMI.
El director gerente del FMI, Dominique Strauss-Kahn (izquierda); el ministro de Finanzas egipcio, Youssef Boutros-Ghali (centro); su homólogo brasileño, Guido Mantega, y la vicepresidenta española Elena Salgado posan durante la reunión del FMI.AP

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