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El Gobierno negociará con Bruselas el ritmo de ajuste del déficit público

Rajoy dice que tendrá como objetivo el que marque el programa de estabilidad, pero da a entender que buscará que no sea del 4,4% del PIB para este año

Fue el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, el que echó a rodar la bola de nieve al reclamar un "escenario realista", al dudar sobre el "deseable" objetivo de reducir este año el déficit público al 4,4% del PIB. En la última semana, el Gobierno ha jugado con dos barajas: al tiempo que se reafirma que ese objetivo es "irrenunciable", se matizaba que lo es "hoy", "en estos momentos". El alud de previsiones económicas negativas, la percepción creciente de que la meta se aleja, agotan el juego político. España quiere cumplir el objetivo de déficit que pacte con Bruselas, pero intentará que no sea ese 4,4% este año.

En una rueda de prensa conjunta con el presidente peruano, Ollanta Humala, el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, recordó ayer que, cuando se pactó el objetivo vigente, la previsión de crecimiento para este año era del 2,3%, oficialmente aún en vigor, pero el FMI ya pronostica un decrecimiento del 1,7% y el Banco de España, del 1,5%. También, prosiguió Rajoy, se preveía terminar 2011 con un déficit del 6%, pero la realidad es que no será inferior al 8%. "Lo que sí quiero es decir es que nosotros siempre tendremos como objetivo de déficit público el que marque nuestro programa de estabilidad, que como el resto de países de la Unión tendremos que negociar con la Comisión y después con el Consejo, pero eso ya se verá a lo largo de las próximas semanas", insistió Rajoy.

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En vísperas de su cita hoy en Berlín con la canciller alemana, Angela Merkel, pidió que a los países que cumplan los requisitos pactados con la UE "se les proteja" facilitándoles liquidez. Para conseguirlo, pidió que "al BCE no se le presione" para que deje de comprar deuda soberana en el mercado secundario o de facilitar crédito ilimitado a las instituciones financieras y reclamó también "que el mecanismo [de rescate] se apruebe y se apruebe pronto y, como elemento disuasorio, que tenga una dotación mayor de la que tiene ahora".

En la misma línea se manifestó el ministro de Economía, Luis de Guindos: "Necesitamos las proyecciones de crecimiento de Bruselas y en ese momento iniciaremos una negociación con ellas sobre el programa de estabilidad de España", asumió en una entrevista en TVE. En el programa de estabilidad es donde el Gobierno español propone a la Comisión Europea cómo y en qué plazos va a reducir el déficit. "La cuestión surge porque ha habido una desviación muy importante el año pasado, de dos puntos [en el déficit] y porque la previsión de crecimiento de este año es más difícil", resumió De Guindos, que insistió en que aún no ha llegado el momento de esa negociación. También fue claro, y elocuente, cuando se le preguntó si España pedirá un aplazamiento: "Todavía, no".

Las nuevas previsiones económicas no se conocerán hasta finales de febrero. Será entonces cuando el Gobierno formule su propuesta de programa de estabilidad, ajuste fiscal incluido.

De Guindos no dejó de enfatizar que el Gobierno mantiene "el compromiso con Europa", que, mientras esté vigente, "es cumplir con el 4,4% de déficit". "Si no somos muy concluyentes en este mensaje, podemos tener problemas", advirtió. El mensaje que quiere preservar el Ejecutivo de Rajoy es que la idea de aplicarse en el ajuste fiscal se mantiene intacta, aunque un objetivo más realista será bienvenido.

El Gobierno prefiere mantener un planteamiento insostenible durante unas semanas -plantear el mayor ajuste fiscal de la democracia en plena recesión-, a forzar la negociación antes de tiempo, a protagonizar la exigencia de un aplazamiento. Aquí pesa el temido juicio de los mercados, también el pasado político más reciente.

En el único debate de la campaña electoral, hace poco más de dos meses, el candidato socialista, Alfredo Pérez Rubalcaba, planteó pedir a Bruselas "que retrase dos años el ajuste". Rajoy no entró a la muleta, pero un día después, José Manuel García Margallo, ahora ministro de Asuntos Exteriores, tildó la iniciativa de "disparate". Lo que ha hecho el FMI en sus últimas previsiones es advertir de que será la recesión en marcha la que ralentizará el recorte del déficit, que la meta de 2011 (un saldo negativo del 6%) puede no alcanzarse hasta 2013. "Me tomo en serio las previsiones del FMI, pero a veces se equivoca", relativizó De Guindos.

Mariano Rajoy saluda al presidente de Perú, Ollanta Humala,  en el Palacio de La Moncloa.
Mariano Rajoy saluda al presidente de Perú, Ollanta Humala, en el Palacio de La Moncloa.LUIS SEVILLANO

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