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Merkel arremete contra los bancos centrales por su gestión de la crisis

Alemania critica al BCE por poner en marcha la máquina de imprimir dinero

La inflación sigue siendo el mismísimo diablo en Alemania. La canciller alemana, Angela Merkel, criticó ayer con extrema dureza la labor de los bancos centrales en la gestión de la crisis y, en especial, la entrada en territorio desconocido que supone la puesta en marcha de la máquina de imprimir dinero: la compra de activos para reactivar de una vez los mercados, que a la larga puede tener efectos sobre la temida inflación. "Observo con alto grado de escepticismo la extensión de los poderes de la Reserva Federal de Estados Unidos y del Banco de Inglaterra, e incluso el Banco Central Europeo (BCE) se ha plegado de alguna manera a las presiones internacionales", atacó.

Merkel se salta así una de las reglas no escritas de la política alemana: el respeto escrupuloso a la independencia de los banqueros centrales. Paradójicamente, la canciller apeló a la necesidad de "devolver a la independencia" al BCE y a retomar "la sensibilidad en la política monetaria".

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Las declaraciones de Merkel elevan el rango de los ataques que en las últimas semanas se han lanzado desde Alemania contra el giro en la política del BCE, cuyo consejo de gobierno tiene previsto anunciar mañana los detalles de la versión europea de la máquina de imprimir dinero. El ministro de Finanzas, Peer Steinbrück, y sobre todo el presidente del banco central germano, Axel Weber, han dejado clara su incomodidad con la lluvia de liquidez lanzada por el BCE en los últimos meses, por las dificultades que pueden presentarse cuando llegue la recuperación para reabsorber todo ese dinero y por los peligros inflacionarios que conlleva.

El BCE y su presidente, Jean-Claude Trichet, llevan meses aguantando críticas justo por lo contrario: por la timidez de su respuesta a la crisis, con una rebaja de tipos más lenta y moderada que la de otros grandes bancos centrales y por resistirse hasta última hora a abandonar la ortodoxia en la lucha contra la crisis. El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, y sobre todo su homólogo francés, Nicolas Sarkozy, no se han ahorrado presiones en aras de una mayor audacia. Merkel ataca por el flanco opuesto: sostiene que las medidas pueden sembrar la semilla de la próxima burbuja.

Más presiones para el eurobanco, que hace casi un mes anunció que inyectará 60.000 millones de euros en la compra de cédulas hipotecarias. La medida se tomó por consenso y beneficia principalmente a Alemania y España, que son los países que más cédulas han emitido en los últimos años. Además, el BCE ha rebajado los tipos hasta el 1% y ha abierto la denominada barra libre de liquidez a la banca: todo el crédito que sea necesario a cambio de dejar como aval activos muy castigados con la crisis.

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