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Análisis:ANÁLISIS | La crisis del euro
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Perdidos entre avales

Juan Ignacio Crespo

En la madrugada de mañana se conocerá (si es que se alcanza) el acuerdo de los Gobiernos para estabilizar los mercados de deuda pública de la zona euro. Por lo que se sabe, van a aprobar el que hubiera sido un plan adecuado para la cumbre del pasado mes de julio, pero no ya para el momento actual: cuanto más tiempo transcurre, más exigentes se vuelven los mercados.

El plan pretende autorizar que el Fondo para la Estabilidad Financiera Europea se apalanque y actúe como una compañía de seguros que cubriera solo una parte de los daños. O sea, que con los 250.000 millones de euros que aún tiene operativos (no comprometidos en rescates anteriores) pueda avalar hasta el 25% de un billón de euros de deuda pública nueva (y es que, efectivamente, el 25% de un billón son 250.000 millones). La cifra de un billón no es arbitraria: se supone que cubre las necesidades de financiación de Italia y España para los próximos tres años. En caso de impago de su deuda por algún país se activaría el aval y el Fondo se haría cargo del pago de hasta el 25% de la deuda que venciera. El resto de pérdidas, si las hubiera, correría a cargo de los que compraron esa deuda.

El Fondo de Estabilidad se va pareciendo cada vez más a una agencia europea de la deuda
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¿Cuál es la clave para saber si el plan funcionará o no? Que incluya un compromiso ilimitado por parte del Banco Central Europeo (BCE) de apoyar la solución que se adopte. Es decir, que aunque la solución no incluya la participación inicial del BCE, deje bien claro que, si el plan no es suficiente, irrumpirá el BCE en el mercado con toda su artillería (que no es otra que su capacidad de crear dinero) comprando deuda pública. Alemania se opone a esto porque teme que genere una inflación que devaluará su ahorro. Pronto tendrá que decidir si prefiere cobrar en un dinero eventualmente depreciado o no cobrar en absoluto. Al BCE tampoco le gusta porque su estatuto no lo contempla. Convendría recordar que "Gobiernos cambian estatutos".

Será difícil que el plan, siendo como es ingenioso, tenga éxito: el Fondo de Estabilidad lo forman países a los que, llegado el caso, habría que avalar. Con lo que algunos se estarían avalando a sí mismos (lo que no importa para Portugal pero sí para Italia o España) reduciendo así el aval efectivo al 20% o al 15%. A la vez, el esfuerzo sería tan grande para Francia que haría peligrar la triple A. De modo que, en realidad, solo las garantías que aporta Alemania al Fondo gozan de la máxima credibilidad.

Si esta parte de la solución no resultara creíble, tampoco lo sería la de la recapitalización de los bancos por 108.000 millones que parece apoyarse parcialmente en el Fondo de Estabilidad. Y en cuanto el 50% o 60% de la quita "voluntaria" de la deuda griega solo sería posible con bonos de cupón cero y vencimiento a 70 u 80 años. Casi deuda perpetua... Lo bueno de todo esto es que, aunque la solución definitiva no fuera esta, parece que ya viene de camino: el Fondo de Estabilidad se va pareciendo cada vez más a una agencia europea de la deuda. Que así sea.

Juan Ignacio Crespo es analista financiero.

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