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El agravamiento de la crisis

Trichet responde a Barroso que el impuesto a la banca debe ser global

La UE alcanza un acuerdo descafeinado para regular los productos derivados

A cuatro semanas de abandonar su cargo al frente del Banco Central Europeo, Jean-Claude Trichet echa agua al impuesto sobre las transacciones financieras propuesto hace una semana por el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durão Barroso. Trichet advirtió ayer de que para tener éxito esta tasa debe ser global. Barroso presentará su propuesta en el G-20 del próximo mes en Cannes con la esperanza de obtener el respaldo del resto de grandes potencias.

Trichet no es el único reticente a esta tasa, con la que Bruselas espera recaudar 57.000 millones de euros a partir de 2014, fecha prevista para que entre en vigor. Frente al acuerdo de Francia y Alemania, la propuesta choca con Reino Unido, temeroso de que su importante industria financiera huya de la City londinense a países menos regulados.

El saneamiento de la banca está a medio camino, dice el presidente del BCE

En su última intervención en el Europarlamento, el presidente del BCE aseguró que el saneamiento del sistema financiero europeo no se ha completado. El reequilibrio de los balances del sector está, dijo Trichet, "a medio camino". Además, el guardián del euro atribuyó a los Gobiernos europeos la responsabilidad de hacer frente a la peor crisis desde la II Guerra Mundial. La zona euro constituye "el epicentro de esta crisis global", dijo. Los Gobiernos, continuó Trichet, representan el "punto débil" del bloque, "algo que era sabido desde un principio". Como fórmula para favorecer la integración europea, defendió la creación de un Ministerio de Finanzas europeo.

Trichet auguró un crecimiento "muy moderado" de la economía de la zona euro en el segundo semestre, aunque con riesgos a la baja. Mientras, la inflación se mantendrá por encima del objetivo del 2% en los próximos meses, aunque caerá por debajo en 2012, según sus previsiones.

Mientras Trichet hablaba en Bruselas, Reino Unido lograba en Luxemburgo, donde se vieron los ministros de Finanzas de la UE, descafeinar la norma para reforzar la supervisión de los derivados financieros, productos a los que se ha acusado de agravar la crisis de deuda.

El Ecofin aceptó que el control de estos instrumentos siga siendo competencia nacional, como pedía Londres, donde se concentra la mitad de las operaciones. Según el acuerdo, que aún debe negociarse en la Eurocámara, las autoridades nacionales tendrán que vigilar las cámaras de compensación donde se negociarán los derivados. También se crearán colegios de supervisores para mediar en conflictos transfronterizos. Pero solo podrán revocar una decisión nacional con el apoyo de los otros 26 países.

Francia y Alemania reclamaban más supervisión europea frente a Reino Unido, que tuvo el apoyo de checos, holandeses y suecos. La norma afecta a los derivados extrabursátiles (OTC, siglas de over the counter), valores negociados y comerciados en privado entre dos partes, fuera de los mercados organizados.

Jean-Claude Trichet, presidente del BCE, durante la comparecencia de ayer en el Parlamento Europeo, en Bruselas.
Jean-Claude Trichet, presidente del BCE, durante la comparecencia de ayer en el Parlamento Europeo, en Bruselas.OLIVIER HOSLET (EFE)

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