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La amenaza de S&P hunde la confianza en Portugal

Álvaro Romero

Un Gobierno en el aire, una economía en recesión y un exigente calendario de vencimientos explican las dudas de los inversores sobre Portugal, que se resiste a activar el rescate de sus socios del euro pese al creciente acoso de los mercados. Además, no para de protagonizar noticias negativas, lo que añade más presión contra su deuda. La agencia de calificación Standard & Poor's (S&P) rebajó ayer la nota de solvencia de los cinco mayores bancos del país -Banco Santander Totta, Caixa Geral de Depósitos, Banco Espirito Santo, Banco BPI y Banco Comercial Portugués- en línea con el recorte de su nota de solvencia el pasado jueves hasta BBB, dos escalones por encima del nivel de bono basura. Además, en un aviso que añade más incertidumbres acerca de su futuro, advirtió de que puede volver a sacar la tijera esta misma semana.

Más información
Standard & Poor's deja la nota de solvencia de Portugal a un paso del bono basura

El anuncio de S&P, que la agencia justificó por el difícil entorno financiero y económico que afronta Portugal, se saldó con un nuevo récord de la prima de riesgo, que escaló hasta los 463 puntos básicos. Este indicador equivale al sobreprecio exigido a la deuda de un país frente a la alemana y es el mejor termómetro de la confianza en sus finanzas. Hasta ahora, el máximo que había marcado la prima desde que el país entró en el euro seguían siendo los 459 puntos del pasado noviembre, en plena debacle de Irlanda.

Dudas de inversores

Para superar las dudas de los inversores, la receta es sencilla: más dinero. Pero ese es el problema de Lisboa, que no tiene garantizados los fondos que necesita para hacer frente al pago de 9.500 millones que tiene que refinanciar hasta junio. Portugal tiene dificultades para acudir al mercado por los altos intereses que le exigen por sus títulos.

Sus bonos a 10 años tocaron ayer el 7,9%, los de cinco años se fueron al 8,7% y los de dos, al 7,4%, con lo que prosiguen la escalada desatada el pasado miércoles por la dimisión del primer ministro luso, José Sócrates, tras el rechazo del Parlamento a su cuarto plan de ajuste. Ni siquiera el Banco Central Europeo, que la pasada semana volvió a sacar la chequera por primera vez desde febrero para comprar títulos de los países con problemas de deuda por valor de 432 millones, pudo evitar el correctivo. España mantuvo ayer la mejora de las últimas jornadas en su deuda y su prima se estabilizó por debajo de los 190 puntos básicos.

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Sobre la firma

Álvaro Romero
Redactor del equipo de Redes Sociales y Desarrollo de Audiencias en EL PAÍS. Es licenciado en periodismo por la Universidad Complutense de Madrid.

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