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Una idea rotunda y muchas ambigüedades

Las 46 páginas que ha dedicado el Gobierno a exponer sus propuestas sobre pensiones recogen una única medida contundente: el aumento de 65 a 67 años en la edad legal de jubilación. La trascendencia de este planteamiento -y también el grado de ambigüedad del resto- ha dirigido el debate hacia esa ampliación de la vida laboral, que el Ejecutivo propone aplicar gradualmente a partir de 2013. Con una salvedad para quienes se hubieran hecho a la idea de jubilarse a los 65: se podrá mantener esa edad "siempre que los costes sean asumidos por el beneficiario".

Otra de las reformas de calado, la que afecta al cómputo de la pensión, aparece apenas esbozada. El documento enviado al Pacto de Toledo constata la necesidad de evitar que los trabajadores despedidos al final de su vida laboral vean mermada su prestación. Pero no aclara si se debe aumentar el número de años que se toman como referencia para fijarla (ahora, 15), como se desprende de todas las declaraciones.

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Más evidente es la intención respecto a las prejubilaciones. El Gobierno se propone limitar las reducciones de plantilla en empresas con beneficios y elevar la edad mínima para poder acceder a la prejubilación, actualmente en 52 años.

La pensión de viudedad también será objeto de reforma si prosperan los planes del Gobierno. El texto plantea, de forma muy vaga, revisar esa pensión para las nuevas generaciones de forma que se sustituya la prestación vitalicia por una indemnización o pago temporal en algunos supuestos. El más claro serían los matrimonios de convivencia corta y sin hijos. Al mismo tiempo, se recomienda mejorar la pensión de orfandad y desligarla de la de viudedad, pues en la actualidad existen topes cuando hay varios hijos.

Para aumentar el colectivo de cotizantes, el Ejecutivo aboga por incluir a los becarios y a las empleadas de hogar, "a partir de cualquier trabajo periódico", como parte del sistema.

Respecto a los autónomos, el texto recoge la necesidad de eliminar la cotización a la carta (este colectivo puede elegir la cuantía sobre la que cotiza, independientemente de sus ingresos) y la conveniencia de que, en los negocios familiares, la cotización de los dos cónyuges sea "lo normal y no la excepción".

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