La inversión se para a reflexionar
Analistas e inversores tienen en sus manos, tras los datos publicados la semana anterior, una información más fiable sobre la dimensión y evolución de la crisis, lo cual no significa que sepan más sobre la cuestión más importante, que es el momento preciso en que va a terminar y, lo que es crucial, cuándo va a empezar la recuperación.
Las pizarras de los analistas se llenan de directrices, soportes y resistencias, amén de una serie de curvas y rectas de enigmático significado y que difícilmente casan con los dibujos que ofrece la economía real, razón por la cual los inversores decidieron hacerse a un lado en tanto los técnicos se ponen de acuerdo sobre la tendencia.
El Ibex 35 se desplomó ya de entrada para mantenerse el resto de la sesión jugando al cara y cruz con el nivel de los 9.400 puntos q ue, al final, no pudo mantener. En esta sesión el principal índice de la Bolsa española perdió el 1,29% para cerrar en 9.396,20 puntos, sin que esta vez los valores medianos y pequeños consiguieran marcar diferencias. Los primeros cedieron el 1,28% y los segundos el 2,24%, demostrando así que cuando las cosas vienen mal los inversores pierden la capacidad de selección.
Después de unos cuantos días de euforia contenida, los inversores se han puesto a la defensiva lo que, traducido a compras y ventas, significa que ahora se han vuelto tan moderados como los técnicos que afirman que, aunque lo peor ya ha pasado, no está garantizado que vaya a empezar lo mejor.
Esta sesión careció de datos en los que apoyar cualquier decisión, a favor o en contra de la reciente tendencia, lo que animó a una mayoría a deshacer posiciones en niveles razonables y para los que no existen garantías a corto plazo.
La explicación más peatonal para la situación que viven los mercados se refiere al cansancio lógico tras el reciente tirón alcista, que ha aportado un 40% de subida a la Bolsa española. La cuestión está en encontrar un punto de equilibrio entre los mínimos de marzo, cuando parecía que todo acabaría en desastre, y los recientes máximos, para los que no hay justificaciones económicas, aunque sí pecuniarias, pues la caída de los tipos de interés ha multiplicado el valor de algunos dividendos y ha disminuido el factor riesgo.
Aun así, la contratación descendió para las operaciones del mercado abierto.