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BEN BERNANKE | Presidente de la Reserva Federal

El 'pedagogo' quiere que los mercados sufran por sus excesos

Diversificación del riesgo y bajos tipos de interés. Ésa fue la patata caliente que dejó Alan Greenspan en febrero de 2006 a su sucesor al frente de la Reserva Federal (Fed). Año y medio después, su sucesor, Ben Bernanke, lidia con su primera crisis, fruto de los abusos cometidos en el mercado hipotecario estadounidense durante el boom en el sector inmobiliario. Y en plena convulsión financiera, el nuevo presidente ponía el dedo en el gatillo y pronunciaba el viernes el discurso más importante de su carrera sobre vivienda y política monetaria.

El presidente de la Fed se comprometió al asumir el cargo a guiar su estrategia monetaria sobre tres pilares: la inflación, el crecimiento y el empleo. El alza de precios se modera, pero sigue por encima del nivel de referencia. La expansión económica repuntó en el segundo trimestre, aunque refleja un claro impacto de la crisis en el sector de la vivienda. Y el mercado laboral, aunque sigue generando empleos con solidez, empieza a mostrar síntomas de moderación. El temor en Wall Street es que la crisis hipotecaria rompa el puzzle.

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Greg Palmer, de Pacific Crest, dice que esta crisis servirá al mercado para ver cómo reacciona Bernanke cuando está en la línea de fuego y ganarse la confianza del parqué. De momento, los analistas opinan que el presidente de la Fed está demostrando ser frío bajo presión, comedido en su respuesta y que impone su propio estilo, aunque también desearían más transparencia por su parte.

Brian Wesbury, economista de First Trust, cree en este sentido que la decisión de recortar el tipo de descuento es "una maniobra brillante", porque muestra de que el Banco Central dispone de liquidez y no crea presiones inflacionistas. Wesbury recuerda que el "dinero fácil" es siempre una fuente de problemas futuros porque reduce la sensibilidad del riesgo en el mercado y cubre los síntomas reales de manera temporal.

Por este motivo es uno de los que critican a Greenspan por su política pasada, y afirma abiertamente que la estrategia monetaria que profesó entre 2001 y 2004 fue la causa de la burbuja actual. "La presión en los mercados financieros es resultado de unos tipos de interés absurdamente bajos, no por los altos tipos de hoy. Es más, los tipos actuales siguen estando bajos en términos nominales y reales", explica; por eso cree que bajarlos sería un error.

Greenspan es señalado ahora como el responsable de la crisis actual. El gurú se pronunció abiertamente a favor de la diversificación del riesgo, lo que fue tomado al pie de la letra por los fondos altamente especulativos y las firmas de capital riesgo para mover libremente sus inversiones. En paralelo, siguió una estrategia prolongada de bajos intereses para apoyar el crecimiento, que animó a los estadounidenses a comprar viviendas y endeudarse con hipotecas variables sin calcular los riesgos futuros.

Wall Street, sin embargo, lleva tres semanas anticipando una rebaja en el precio del dinero en la reunión del 18 de septiembre de un cuatro de punto frente al 5,25% actual. Una posibilidad que empezó a hacerse evidente el miércoles, cuando se hizo pública una carta de Bernanke al senador Charles Schumer, en la que aseguraba que la Fed "está lista para actuar si es necesario" para mitigar los efectos que puedan derivarse de las recientes turbulencias. Su carta era, en todo caso, una repetición de la explicación que el 17 de agosto dio para justificar la rebaja en el tipo que aplica a los préstamos que concede a los bancos.

Pero Bernanke, a diferencia de Greenspan, se resiste a actuar por presiones políticas o del parqué. Y le ha bastado un año para empezar a romper con la partitura seguida por su antecesor, que en 1998 salió al rescate del mercado tras el colapso del fondo de alto riesgo Long Term Capital Management.

El presidente de la Fed es partidario en este momento de seguir dejando que el mercado sufra un poco por sus abusos, y afronte la corrección solo. El viernes volvió a andar por esa fina línea, sin comprometerse a aventurar una rebaja de tipos, como le pide a voces Wall Street, donde creen que la economía está al borde del precipicio.

Robert Barnera, de la firma de corretaje ITG, no se deja dominar por el dramatismo, y en lugar de recurrir al término recesión prefiere hablar de "evidencias de una clara ralentización" que, según él, obligarán a Bernanke a actuar en consecuencia para limitar daños mayores. "El mercado inmobiliario se deteriora, y eso afecta al consumo y al resto de la economía", afirma. La pregunta que se hace tanto en el mercado de acciones de Nueva York como en el de bonos de Chicago es si el presidente de la Fed está dispuesto a poner su estrategia en riesgo.

Los analistas creen que Bernanke está haciendo un esfuerzo para educar a los inversores y hacerles ver que las turbulencias en los mercados financieros ya no son excusa por sí solas para una rebaja de tipos. Barnera cree, por todo esto, que la evolución del empleo será el catalizador para futuras decisiones de política monetaria en Estados Unidos más que los riesgos de inflación como hasta ahora. Entretanto, los economistas auguran volatilidad en el mercado hasta que se sepa qué rumbo toma la expansión.

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