_
_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Red Eléctrica para el desarrollo sostenible

Cuando se constituyó en 1985 Red Eléctrica era la primera empresa en el mundo especializada en el transporte y la operación de un sistema eléctrico (TSO en la terminología internacional al uso). La segunda fue la inglesa National Grid, cuatro años después. Hasta entonces, las empresas eléctricas eran en España, como en el resto del mundo, monopolios que realizaban actividades de generación, transporte, distribución y facturación en su ámbito geográfico.

Red Eléctrica constituye hoy la piedra angular de nuestro sistema eléctrico, en la vanguardia de Europa, para avanzar en la liberalización e impulsar la competencia, y para aprovechar al máximo las energías renovables, dos objetivos que deben conseguirse asegurando al mismo tiempo la continuidad y estabilidad del suministro eléctrico. Además es un potente instrumento para promover la eficiencia energética y una más activa gestión de la demanda.

"Debemos compatibilizar la seguridad de suministro con frenar el cambio climático y aumentar el autoabastecimiento energético"

La liberalización y la competencia exigen en toda Europa una red de transporte de electricidad cada vez más robusta. En el pasado, las redes de transporte tenían como función conectar las centrales propiedad del monopolio con su mercado; ahora deben permitir que todas las centrales puedan competir entre sí para suministrar a los diferentes mercados y consumidores. La competencia entre generadores sólo es posible cuando existe una red de transporte que reduce las pérdidas y minimiza las restricciones físicas para los flujos. Por otro lado, exige, además, que el TSO sea radicalmente independiente de quienes compiten, para garantizar su neutralidad. La propiedad de la red por los competidores constituye una fuente de poder de mercado y un freno para la competencia.

Por ello, la Comisión Europea y el ERGEG (los reguladores energéticos europeos) insisten tanto en sus propuestas en la separación de las redes que constituyen un monopolio natural de las actividades en competencia. Ello se cumple muy bien en la España peninsular, puesto que las empresas eléctricas tienen limitado al 1% su derecho de voto en REE, a diferencia de lo que ocurre en algunos países europeos como Francia y Alemania, donde las empresas homólogas de Red Eléctrica son filiales de grupos verticalmente integrados.

Pero los TSO tienen una responsabilidad cada vez más importante en nuestras sociedades: hacer posible la máxima integración de las energías renovables en nuestro suministro eléctrico. Nos corresponde hacer técnicamente viables las preferencias de la sociedad, su deseo de hacer compatible nuestra seguridad de suministro eléctrico -somos una sociedad cada vez más electrodependiente- con el objetivo de frenar el cambio climático y aumentar nuestro autoabastecimiento energético, aprovechando el potencial de las energías renovables.

Ello requiere una red de transporte más robusta, porque debe permitir abastecer la demanda cualesquiera que sean las condiciones climatológicas y la disponibilidad de fuentes renovables, compensando su ausencia con energía procedente de otras fuentes. Requiere, además, nuevas herramientas para el operador del sistema, para permitirle asegurar el equilibrio instantáneo entre la oferta y la demanda con un mix energético con un peso importante de las energías fluyentes menos gestionables, en un sistema con muy escasa capacidad de interconexión con el resto de Europa. En unas semanas seremos el primer TSO del mundo con todos los parques eólicos interconectados con el centro de control de Red Eléctrica, en condiciones de recibir sus instrucciones para asegurar la continuidad y la estabilidad de nuestro sistema eléctrico.

En España, las inversiones en la red de transporte van a ser muy importantes en los próximos años porque a las necesidades derivadas de la liberalización y de la integración de renovables, con objetivos en este ámbito particularmente ambiciosos, se suma un crecimiento de la demanda muy superior a la media de la UE, el desarrollo del AVE, que requiere un refuerzo de la red de transporte, y la necesidad de aumentar nuestras interconexiones con Portugal, para hacer viable el MIBEL, con Francia, para entre otras razones posibilitar nuestros objetivos en renovables, y de la Península con Baleares.

Red Eléctrica ha intensificado su esfuerzo inversor en nueva red, que se ha multiplicado por tres en los últimos cinco años, pasando de 200 a 600 millones de euros anuales, que es nuestro ritmo inversor previsto para los próximos años. No obstante, debiéramos reflexionar sobre si la lentitud de nuestros procedimientos de autorización y el rechazo social a las infraestructuras son compatibles con nuestras necesidades de redes. Hay que reconocer que, en ocasiones, el desarrollo de la red va por detrás de las necesidades, pero también puedo decir con orgullo que Red Eléctrica, que construye las instalaciones que decide el regulador, no tiene ninguna instalación ya autorizada que no esté finalizada o en ejecución.

Algunas voces se han cuestionado si España debe consolidar el modelo de transportista único, como se plantea en el proyecto de ley actualmente en debate en el Senado. No me cabe ninguna duda de que sí. No tanto por ser el modelo de Inglaterra, Francia, Portugal, Suecia, Bélgica... y al que se dirige Italia, sino porque es el que permite impulsar mejor la competencia y las renovables, manteniendo nuestra calidad y seguridad de suministro.

Se puede discutir si la frontera entre transporte y distribución debe ser por nivel de tensión o funcional. No es casualidad que prácticamente todos los países europeos lo hacen por nivel de tensión, para evitar la complejidad y la conflictividad de una frontera difusa. También se puede discutir si el transporte debe quedarse en las redes de 400 y 220 Kv (Inglaterra, Alemania y España), o debe bajar hasta niveles de tensión inferiores como en Francia (63Kv), Portugal (150Kv), Italia (132Kv)... Pero prácticamente en ningún país de Europa las empresas distribuidoras, mucho menos si son parte de grupos con actividad de generación, retienen activos de 220Kv o superior. Debemos mantenernos en la vanguardia de la independencia de las redes de transporte respecto de los operadores eléctricos.

El modelo español de TSO independiente que representa Red Eléctrica fue vanguardia mundial en 1985, y aspira a seguir siéndolo en el futuro, como modelo de separación plena de las empresas que compiten en el sector eléctrico y garantía de neutralidad y transparencia. Además, REE está entre las empresas más eficientes de Europa y es líder mundial en la integración de energías renovables en el sistema eléctrico. Considero, junto a buena parte de los expertos independientes de Europa, que una empresa así sirve mejor a los objetivos de la política energética española y europea y a los intereses de nuestros conciudadanos.

Luis Atienza Serna es presidente de Red Eléctrica de España.

La agenda de Cinco Días

Las citas económicas más importantes del día, con las claves y el contexto para entender su alcance.
RECÍBELO EN TU CORREO

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_