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Condenado por intentar atracar una tienda en Tarragona con dos patas de pollo

El joven asegura que todo era una broma, pero deberá pagar una multa por una falta de vejaciones

Miguel R. B., de 21 años, fue condenado el viernes a pagar una multa de 50 euros como autor de una falta de vejaciones insólita. Miguel venía de hacer la compra en un supermercado y decidió entrar en una céntrica tienda de Tarragona, Ofimega. Una vez en el mostrador, con tono serio y amenazante, espetó a la dependienta: "Dáme todo el dinero de la caja". Al tiempo que decía eso elevó su brazo derecho. Llevaba puesta una chaqueta y en la parte inferior de la manga, se distinguía un bulto. Por sus gestos -tenía metida la mano izquierda dentro de la chaqueta- y desafiante mirada, dejaba entrever que portaba un arma. Al menos así lo interpretó la dependienta, que creyó que el bulto era un arma de fuego. Muy asustada abrió la caja, cogió el dinero y, cuando se disponía a entregarlo, el supuesto atracador le soltó: "¡Que no, mujer, que es una broma¡". Seguidamente, dirigió la mano hacia el bultó y extrajo de la manga una pequeña bandeja con dos patas de pollo que acababa de comprar en el supermercado.

Tras unas carcajadas se marchó de allí, casi a la par que entraba al local otra persona. No es descartable que fuera la presencia de esa tercera persona la que le disuadiera de cometer un robo real, según fuentes de las partes.

La empleada llamó rápido a su jefe, y éste, a la policía, que le detuvo varias calles más abajo del establecimiento, aun con las patas de pollo en su poder. En principio, fue detenido por intento de robo. El viernes se celebró contra él un juicio rápido de faltas en el Juzgado de Instrucción 2 de Tarragona. Durante la vista, algunos no pudieron eludir la risa.

El acusado reconoció ante el juez los hechos, pero enfatizando que se trataba de una broma. Miguel R. B. señaló que, cuando vio la cara desencajada de la dependienta, a la que no conocía de nada, decidió zanjar la broma. "Al ver la cara que se le puso, le dije que era una broma. Y no me extraña que pusiera esa cara, ¡con las cosas que se ven por ahí¡", declaró el detenido.

El juzgado le condenó in voce, sobre la marcha, por una falta de vejaciones a una multa de cinco euros durante 10 días. El acusado se conformó con la pena. "Aparentemente no tenía ningún trastorno, pero ¿a quién se le ocurre ir a una tienda a robar con dos patas de pollo?", explica un testigo del juicio.

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