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Trotamundos Fraga

Xosé Hermida

El más veterano de los políticos españoles en activo es también uno de los más viajeros. El mundo no tiene fronteras para Manuel Fraga, quien desde su pequeña Corte de Santiago de Compostela ha desplegado una frenética política exterior: en los ocho años y cuatro meses que lleva gobernando la Xunta de Galicia, el fundador del PP ha recorrido 28 países de Europa, América, África y Asia y ha pasado 255 días en el extranjero: uno de cada once.Pocas veces en los últimos tiempos se ha visto a Fraga de tan buen humor como en su reciente visita a Libia. Mientras en Galicia sus rivales le acusaban de colaborar con un régimen bajo sospecha de promover el terrorismo internacional -el Grupo Socialista en el Senado incluso pretende un pronunciamiento oficial del Gobierno de José María Aznar- , el presidente de la Xunta asistía, feliz, a exhibiciones de gaita beduina o escuchaba complacido cómo las autoridades locales ensalzaban su talla de "líder histórico" y agradecían sus "esfuerzos en pro del Tercer Mundo".

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Antes de pasar cinco días entre tormentas de arena y discursos antiimperialistas, Fraga ya venía de consumir otros once en Suramérica, en los que recorrió cuatro países con un avión de la fuerza aérea argentina contratado por la Xunta para la ocasión. De Trípoli regresó a Santiago en la medianoche del viernes día 8 tras un agotador periplo de 16 horas. Y el lunes siguiente, a despecho de sus 75 años y sus dificultades para caminar por el desgaste de cadera que arrastra, ya estaba en marcha de nuevo: se fue cuatro días a Bruselas para entrevistarse con los comisarios Marcelino Oreja y Manuel Marín.

Para un hombre que fue la gran esperanza blanca del franquismo, embajador en Londres, vicepresidente del Gobierno y líder de la oposición no debe de resultar muy distraído lidiar cada jornada con alcaldes que le comentan sus problemas de alcantarillado o con dirigentes de su partido atribulados por las convulsiones políticas en algún minúsculo municipio. De ahí, que sus propios colaboradores intuyan que los viajes son una válvula de escape para Fraga, un modo de seguir alimentando su eterna aspiración de gran hombre de Estado.

En ocho años, Fraga ha ido 23 veces a Bélgica, 14 a Francia, ocho a Hispanoamérica y siete a Alemania e Italia. La lista de países visitados abarca toda Europa Occidental, Polonia, Rusia, la República Checa, la mayor parte de América -incluidos Estados Unidos y Cuba-, Libia, Túnez, Japón y aun el ultrarreligioso Irán. Fraga se ha entrevistado hasta cuatro veces con los presidentes de Argentina, Brasil y Uruguay; ha charlado durante horas con Fidel Castro; ha sido recibido por el Papa y el príncipe heredero de Japón; ha visto al dictador tunecino Zine Ben Alí y a los directores de la Organización Mundial de la Salud y de la Organización Internacional del Trabajo; ha sido investido doctor honoris causa por universidades como la de San Petersburgo o la venezolana Madre y Maestra; le han distinguido con la orden de la República Oriental del Uruguay, el premio tunecino El Olivo y La Paz, el título de cancelario do vinho do Porto...

La mayor parte de sus viajes se justifican por gestiones ante la Unión Europea o contactos con toda clase de organismos regionales. A los destinos más lejanos o polémicos acudió con el pretexto de abrir nuevos mercados a las empresas gallegas. Latinoamérica le brinda una excusa muy fácil: los cientos de miles de emigrantes gallegos, que en los últimos años se han convertido además en una importante bolsa de votos para el PP merced a sus constantes visitas.

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En la otra orilla del Atlántico encuentra su mejor salsa el presidente de la Xunta, agasajado como un jefe de Estado y sumergido en el baño de nostalgia que envuelve a los centros gallegos del exterior. En su reciente viaje a Suramérica, las autoridades paraguayas le tendieron una alfombra al pie del avión y le rindieron honores militares. En la municipalidad de Buenos Aires se emocionó escuchando a un político local que resaltaba la aportación gallega a Argentina como un hito histórico "más importante aún que el teorema de Pitágoras".

La oposición gallega ha promovido decenas de iniciativas parlamentarias para pedir cuentas de unos viajes en los que Fraga suele rodearse de una populosa comitiva de altos cargos de la Xunta, empresarios y periodistas. Ni que decir tiene que el fundador del PP, quien se ufana de viajar en clase turista, nunca les ha hecho el menor caso. Y sobre su mesa siguen amontonándose nuevas invitaciones: en septiembre volverá a Cuba, hace algunos meses le propusieron visitar los territorios bajo control de la Autoridad Nacional Palestina y el presidente de Guinea Ecuatorial, Teodoro Obiang, también quiere mostrarle la antigua colonia española.

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Sobre la firma

Xosé Hermida
Es corresponsal parlamentario de EL PAÍS. Anteriormente ejerció como redactor jefe de España y delegado en Brasil y Galicia. Ha pasado también por las secciones de Deportes, Reportajes y El País Semanal. Sus primeros trabajos fueron en el diario El Correo Gallego y en la emisora Radio Galega.

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