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Dos años sin atentados

"La decisión ya está tomada, no entiendo a qué está esperando ETA"

Los reclusos de la banda aguardan un comunicado en el que esta anuncie su final - "Se ha acabado, eso es lo que hemos decidido", dicen - El nerviosismo y la impaciencia cunden entre ellos

Jorge A. Rodríguez

Los presos de ETA están convencidos de que la organización terrorista va a anunciar de manera inminente que ha llegado el momento de "cerrar el ciclo de la lucha armada", de acabar con la violencia. De echar la persiana. Tan seguros están, que entre ellos, según conversaciones interceptadas en prisión, empieza a cundir el nerviosismo y la impaciencia, incluso la ansiedad, sobre la llegada en breve de ese comunicado. "La decisión ya está tomada, no entiendo a qué se está esperando", ha llegado a decir uno de ellos hace apenas unas semanas.

La situación de extrema debilidad de la banda -en tregua y sin atentar en España durante casi dos años-, la decisión de la propia ETA de dejar de cobrar la extorsión del llamado "impuesto revolucionario" -sin dinero, no funciona- y las declaraciones de Arnaldo Otegi en el juicio por el llamado caso Bateragune -la estrategia de la violencia "sobra y estorba"- les han llevado a concluir que el final de la violencia llegará a corto plazo. "Si hemos dicho que se ha acabado, se ha acabado, se ha decidido", insisten.

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Las conversaciones interceptadas entre algunos de los más significativos de los casi 600 presos etarras en España muestran cómo la firmeza que antes mostraba este colectivo se está resquebrajando. Esa entereza se está transformando en desánimo, según las informaciones que manejan las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. Un ánimo alicaído que los analistas policiales definen como de "nerviosismo e impaciencia" a la espera de que la banda declare el fin de la violencia.

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Las charlas de los etarras apuntan a que la decisión de acabar con la violencia, es decir, de que ETA desaparezca, "ya ha sido tomada", para buscar desarrollar los objetivos mediante una estrategia basada exclusivamente en vías políticas. Sin embargo, ni ellos tienen información fidedigna de que eso sea así ni, de momento, los servicios de información antiterrorista de la policía y la Guardia Civil han podido contrastar por otras fuentes que ETA tenga la decisión de desaparecer ya tomada y que solo busque el momento adecuado para anunciar su final.

Lo que los presos dicen se basa en su propio análisis de los movimientos de ETA, en los pasos que va ejecutando la izquierda abertzale, tanto la presa como la que actúa en la legalidad, y en lo que dicen sus dirigentes.

Pero, sobre todo, lo que los etarras saben muy bien es que sin dinero ninguna organización puede funcionar a largo plazo. Por ello, el dato más concluyente sobre que el final está próximo es el fin del cobro del "impuesto revolucionario", su principal fuente de financiación. Y en abril pasado, ETA mandó sendas cartas a las principales organizaciones de empresarios vascos (Confebask) y navarros (CEN) en las que se les anunciaba que "la exigencia del pago del impuesto revolucionario que ha solido realizar queda cancelada" como consecuencia del alto el fuego "permanente, general y verificable" declarado el 10 de enero anterior.

Ese paso, según los informes de los investigadores de ETA, ha sido interpretado como un movimiento que lleva a un final de la banda terrorista a corto plazo, a un camino irreversible.

Los presos, además, interpretan lo que oyen a sus jefes y a los dirigentes de la izquierda abertzale, ya que sus antiguos canales de información, de conexión directa con el núcleo de la banda terrorista, están cortados. Las fuerzas de seguridad han acabado con los llamados correos de ETA a través de operaciones como las que dieron al traste con la estructura H-Alboka, de la que supuestamente formaban parte abogados habituales de la banda y que hacían de correo de informaciones entre la dirección de la organización terrorista y sus presos.

Pero interpretan lo que oyen. Y han oído y han considerado significativas las palabras de Arnaldo Otegi en el juicio del caso Bateragune, cuando dijo eso de que la violencia "sobra y estorba", palabras que luego hicieron suyas otros dirigentes radicales. Y entienden que si Otegi ha dicho eso es porque ETA ha tomado la decisión de "cambiar la estrategia político-militar por otra basada exclusivamente en las vías políticas". Si no, conversan entre ellos, no habría dicho algo así.

Por ello, en otra conversación, dice uno: "A ver, si nosotros hemos decidido que esto se ha cambiado, se ha acabado, se ha acabado, ¡eh!, eso es lo que hemos decidido". Y añade otro: "Si había alguna duda, se demostró en las elecciones... Ya lo decidió la sociedad vasca".

Y han oído cómo uno de sus jefes más significativos, Garikoitz Aspiazu, Txeroki, aseguraba que "la lucha ya no procede" y añadía: "Lo mismo que hemos estado 50 años con la estrategia de la lucha armada, ahora nos toca cambiar de estrategia, quizá por otros 50 años". Txeroki, además, fue el hombre que desbancó a aquellos que consideraba blandos en la organización -Francisco Javier López Peña, Thierry- cuando esta decretó la tregua al comienzo del Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero y abrió al llamado proceso de paz ya fracasado.

Txeroki saluda hacia la sala durante su comparecencia en junio ante la Audiencia Nacional.
Txeroki saluda hacia la sala durante su comparecencia en junio ante la Audiencia Nacional.M. H DE L. (POOL)

"Si alguien quiere seguir, que siga, pero sin apoyo social no merece la pena"

Los presos etarras no solo esperan el comunicado en el que ETA anuncie su final, sino que, además, están convencidos de que no parece muy posible que, si dicho anuncio del final de la banda llega, se produzca una escisión. Sobre todo porque saben que la violencia ha perdido apoyo y que sus bases apuestan por las vías políticas.

Y así lo expresan en una conversación interceptada en la que dicen y asienten: "Si hay alguien que quiere seguir, que siga, pero no merecería la pena, porque no tienes apoyo social y crear un GRAPO no merece la pena".

Los etarras presos conocen la experiencia de los Grupos de Resistencia Antifascista Primero de Octubre (GRAPO), cuya pérdida de apoyo social les llevó a una deriva en la que, sin llegar a anunciar nunca su disolución de manera oficial, los transformó primero en una banda de atracadores y luego en la nada. Su fin por esta vía ha dado lugar, entre los expertos antiterroristas, a un término para definir esta agonía: la grapización.

La posibilidad de una escisión en ETA ha sido barajada entre los analistas de los servicios antiterroristas, pero casi siempre han concluido que, al igual que esta banda se ha comportado de forma monolítica en vida, lo hará también en su final. Y los presos coinciden en ello, pese a que la banda ha sufrido históricamente varias escisiones.

La pérdida de apoyo social al terrorismo es la clave, especialmente tras las últimas elecciones municipales, en las que los presos han contemplado el auge de la izquierda abertzale que rechaza el uso de la violencia para la consecución de fines políticos, que representaría Bildu.

Además, tras las declaraciones de Otegi vieron cómo horas después, en rueda de prensa, otros dirigentes de la izquierda abertzale hacían suyas las palabras de que la estrategia de la violencia "sobra y estorba".

Pero el riesgo de escisión siempre existe, como ocurrió con el IRA irlandés. Incluso el presidente del PNV, Iñigo Urkullu, no descarta que pueda producirse una escisión, como tampoco la formación Aralar.

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Sobre la firma

Jorge A. Rodríguez
Redactor jefe digital en España y profesor de la Escuela de Periodismo UAM-EL PAÍS. Debutó en el Diario Sur de Málaga, siguió en RNE, pasó a la agencia OTR Press (Grupo Z) y llegó a EL PAÍS. Ha cubierto íntegros casos como el 11-M, el final de ETA, Arny, el naufragio del 'Prestige', los disturbios del Ejido... y muchos crímenes (jorgear@elpais.es)
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