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Análisis:El mayor plan de ajuste de la democracia
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Por decreto y sin negociación previa

Luis R. Aizpeolea

José Luis Rodríguez Zapatero suspiró aliviado cuando, sobre las 12.15 de ayer, comprobó que había superado la que ha sido la votación más comprometida en su mandato. Era consciente de que en ella se jugaba la credibilidad de España ante la Unión Europea y la propia como político. Y, paradójicamente, era una votación que apenas podía condicionar porque no tenía nada que negociar. El impopular decreto o se tomaba o se dejaba, pero no lo podía trocear. Todo él era un mensaje para ganar credibilidad ante los mercados y la Unión Europea.

Así pues, el papel de Zapatero, esta semana, se ha limitado a invocar a la responsabilidad de los líderes de los grupos parlamentarios para que con el sentido de su voto evitaran lo que estaba convencido que pasaría si perdía la votación: un desastre para la credibilidad de España en el exterior. En esa tarea se ha implicado, sobre todo, con el portavoz de CiU, Josep Duran Lleida, con el que ha hablado varias veces.

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A la vicepresidenta segunda, Elena Salgado, y al portavoz socialista, José Antonio Alonso, les encargó hablar con los representantes de los grupos. Apenas lo hicieron con la izquierda y la derecha, que ya habían anunciado su voto negativo. Centraron su trabajo de convicción, que no de negociación, en CiU, Coalición Canaria, UPN y PNV.

La sorpresa la dio el PNV, la víspera de la votación, al anunciar su pronunciamiento negativo. Una sorpresa que fue relativa para Zapatero y Alonso, porque no aceptaron la negociación que el PNV proponía a su interlocutora, Salgado: que el aplazamiento de las obras de infraestructuras no se aplicase a la Y vasca y que se aplazase un año más la cesión de las políticas activas de empleo para el Gobierno vasco, una medida que perjudicaba al lehendakari, Patxi López.

No obstante, que el PNV no enviase a su número uno, Josu Erkoreka, a defender el no, al contrario que el PP con Rajoy, hace pensar a Zapatero que los puentes no están rotos con los peneuvistas. Zapatero y Alonso no tienen fácil reconstruir esas alianzas -con PNV y Coalición Canaria, porque CiU ya ha dicho que no-, pero tampoco son imposibles. La clave estará en septiembre, con los Presupuestos. Antes, Zapatero afrontará un calendario de reformas, menos duras que el decreto aprobado ayer. La primera, la del mercado laboral, este fin de semana. Por eso ha suspendido su viaje a Brasil.

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