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Los vínculos internacionales del terrorismo

"La intención era globalizar la lucha"

José María Irujo

Agosto de 2007, San Cristóbal (Venezuela), escenario de una de las ferias taurinas más importantes del mundo. El conductor venezolano contratado por las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) aparcó su furgoneta en el aeropuerto de Santo Domingo y recogió a los dos viajeros. La orden era trasladarlos a la finca La Veremos, en la región de El Amparo y Guasdualito, una zona controlada desde hace años por los terroristas colombianos.

"Llevaban equipaje y durante el viaje hicieron llamadas desde varios móviles. Hablaban en español, francés y una lengua desconocida (vasco). Paramos para comprar agua, tabaco y repelente para insectos. Tras varias horas de viaje llegamos a la finca donde les esperaban un grupo de guerrilleros de las FARC con un responsable llamado Pizarro. Descargaron los bultos, entre ellos un ordenador portátil, y me dijeron que regresara a recogerlos cinco o seis días después", recuerda ahora el conductor, al que se identifica con el nombre en clave de Patxo, en sus declaraciones a dos policías españoles en Bogotá (Colombia) el pasado mes de octubre.

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El comandante de las FARC Nicolás Pizarro recibió a los dos miembros de ETA desplazados a Venezuela para dar un curso sobre armas y explosivos. La relación entre ETA y las FARC es antigua. Se inició en 1993, pero desde que Hugo Chávez gobierna Venezuela se ha intensificado en ese país. Camilo, nombre en clave de un ex terrorista de las FARC, presenció la llegada a la finca La Veremos de los dos miembros de ETA. "Los alumnos éramos 13 milicianos de las FARC y 7 del FBL (grupo venezolano afín). El curso duró 20 días y estuvieron presentes cuatro comandantes de mayor formación que el resto. Pizarro nos reunió y presentó a los instructores como miembros de ETA. Eran los encargados de dar clases sobre técnicas avanzadas en el manejo de explosivos".

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"Pizarro les introdujo como 'camaradas que vienen de lejos y expertos en nuevos sistemas en los que había que ponerse al día. Dijo que su venida era fruto del intercambio derivado de una lucha compartida y explicó el problema de constante opresión en el que vivía el pueblo vasco. Ellos se identificaron como integrantes de ETA... y dijeron que la lucha armada era la base de su actividad". Camilo y los otros terroristas de las FARC observaron a sus nuevos instructores. El etarra que se hacía llamar Martín Capa, aparentaba unos 43 años, vestía en chándal, era fuerte y alto, de tez clara y pelo corto castaño. De su acompañante, Iñaki Domínguez Achalanbadaso, de unos 30 años, recuerda su delgadez, nariz grande y aros en las orejas.

Los etarras durmieron en la casa de la finca y el cursillo se inició a la mañana siguiente. "Se abría el día haciendo deporte, después se realizaban las tareas propias y habitualmente a primera hora de la tarde, sobre las cuatro, era cuando teníamos dos horas de clase con instrucción teórica y práctica con los profesores de ETA... Nos entrenaron en el manejo del explosivo C-4 que tiene un efecto destructivo superior que la dinamita, usando menores cargas, siendo relativamente fácil de obtener al ser muy usada en las perforaciones petrolíferas de Venezuela. El uso del C-4 mejoraría el transporte, distribución y manipulación de los explosivos debido a la necesidad de disponer de un menor volumen para asegurarse el mismo resultado".

Los instructores etarras enseñaron a los militantes de las FARC a utilizar teléfonos móviles como sistema para iniciar explosiones. Camilo lo recuerda así: "El que se encargó de dar estas lecciones fue el miembro de ETA más joven. Realizó una prueba usando cinco gramos de C-4 con un poco de pólvora negra encima para que los efectos fueran más visibles. Tras hacer la llamada se produjo una pequeña explosión con bastante humo negro. Los teléfonos usados debían de ser de tecnología GSM y no analógicos".

El testigo asegura que el etarra que decía llamarse Martín Capa "demostró gran dominio en la utilización de explosivos... conocía perfectamente Venezuela, su geografía y la política interna incluyendo personas del Gobierno del presidente Chávez, de quien se mostraba ferviente partidario, además de nombres de partidos políticos en la oposición y demás asociaciones. Los dos decían que las relaciones ETA-FARC se incrementarían en el futuro con más seminarios formativos. Que ETA iba a estar muy pendiente de las necesidades de las FARC y que la intención era globalizar la lucha". Querían asesinar en Madrid al ex presidente colombiano Andrés Pastrana y a otros altos cargos.

Una semana más tarde el chófer venezolano regresó con su furgoneta a la finca La Veremos. En el camino se encontró a un pelotón de guerrilleros y a los dos viajeros de San Cristóbal: "Me dijeron que tenía que llevarlos hasta la localidad venezolana de Coro, en el estado de Falcón. Les dije que el viaje podía durar unas nueve horas. Comentaron que había que ir ágiles porque iban a ver a alguien que llamaban La Negra (Remedios García Albert, delegada de las FARC en Europa)", recuerda ahora el conductor.

Pararon para repostar y llegaron a Coro sobre las cinco y media de la tarde. Poco antes uno de los etarras recibió una llamada de un tal Fontán que le indicó que deberían dirigirse a una gasolinera donde les estarían esperando. "Allí había un grupo de personas con dos coches... Los dos visitantes se bajaron del vehículo y saludaron efusivamente a Arturo Cubillas Fontán (enlace de ETA en Venezuela), a La Negra y a un hombre respondía al nombre de Gualdrón". También aguardaba "un varón con vestimenta civil, pero que llevaba un chaleco con el escudo de la DIM (Dirección de Inteligencia Militar venezolana) y un grupo de personas armadas que a juzgar por sus conversaciones parecían militares venezolanos, que prestaban escolta y seguridad al resto del grupo".

El chófer observó que Gualdrón entregó a La Negra, La Médica, unos pasaportes venezolanos y ésta los facilitó a los dos instructores de ETA que a su vez devolvieron los documentos que habían empleado para entrar en Venezuela. Hicieron varias llamadas telefónicas en las que hablaron de apresurarse porque debían "salir en lancha o zarpar".

El enlace etarra en Venezuela Arturo Cubillas Fontán, de 46 años, jefe de seguridad del Instituto Nacional de Tierras, adscrito al Ministerio de Agricultura del Gobierno de Chávez, subió a un Toyota todoterreno con cristales oscuros, junto a los dos etarras, La Negra y "el varón que llevaba el chaleco de la DIM". En el otro Toyota se montaron los presuntos militares que hacían de escolta. La caravana viajó hacia la localidad venezolana de Punto Fijo.

Los instructores etarras acompañados por Cubillas viajaron hasta Maracaibo. "Iban a dar otro curso similar (de explosivos) al Bloque Caribe de las FARC", asegura Camilo en su testimonio a los policías españoles. Cubillas reside en Venezuela desde 1989, cuando fue deportado de Argelia y es ciudadano venezolano por arraigo. Está casado con la periodista venezolana Goizeder Odriozola, hoy directora de información del vicepresidente de la República Elías Jaua Milano, uno de los políticos más cercanos a Chávez.

En enero de 2008, en el campamento de las FARC del comandante Iván Márquez, levantado en la localidad venezolana de Zulia, apareció un nuevo instructor de ETA que se hacía llamar Schumacher y que participó en la escuela militar Efraín Guzmán.

Rubén, ex miembro de las FARC, lo ha descrito así a los policías españoles: "Schumacher tenía unos 27 años, 1,90 centímetros de altura, complexión delgada, pelo corto negro, ojos marrones hundidos, nariz grande y bastante velludo... Permaneció allí unos 15 días. Al mes de irse regresó de nuevo con otro español que respondía al nombre de Carlos". Este último era un tipo de unos 60 años, grueso, pelo negro, bigote, gafas y nariz aguileña. "Era muy aficionado a la lectura y luego supe que había estado detenido en España", recuerda Rubén.

La escuela estaba montada para dar instrucción a los miembros de las FARC del frente del Bloque Caribe. Rubén era uno de los 60 alumnos del curso. "Tratamos el manejo de explosivos y todo tipo de artefactos seleccionándose a cuatro guerrilleros para recibir las clases... En noviembre de 2008 salí del campamento con otros guerrilleros hasta Maracaibo y vi llegar un todoterreno blanco, conducido por un varón, al que le acompañaban dos personas que se iban a quedar, y para llevarse a Carlos y Schumacher. Eran otros dos miembros de ETA que venían a sustituirlos y a desarrollar las mismas labores", asegura el ex miembro de las FARC.

Schumacher, Carlos y otros etarras ya habían actuado cinco años antes como instructores de las FARC en otros campamentos venezolanos de este grupo terrorista, según los testimonios obtenidos en Bogotá por la policía española. El testigo Rubén recuerda haber sido entrenado por ellos durante el último trimestre de 2003 "Eran especialistas en el uso del explosivo C4, mientras que la guerrilla trabaja más con ANFO y R1.... Ellos también recibieron instrucción de las FARC en técnicas de combate y tiro... Después vi en un noticiario que uno de ellos había sido detenido en España".

César, otro ex miembro de las FARC, los recuerda, también en 2003, en el campamento Ceniza, situado en el estado venezolano de Zuría. "El mismo día en que yo llegué se marcharon ellos... Impartieron clases de manejo de explosivos.... Un día, de casualidad encontré el cuaderno de notas de uno de ellos y me lo quedé porque venían muchos apuntes sobre manejo de explosivos y sus nombres. Creo que lo conservo..."

Tres años después, en 2006, coincidió con otros cuatro etarras en los campamentos de las FARC Malanga, El Tigre y Las Pavas, todos en Venezuela. Eran, otra vez, Carlos y Schumacher y otros dos etarras. "Carlos tuvo que irse por su estado de salud. Dos de ellos de unos 28 y 30 años me llamaron la atención porque resultaron muy flojos desmayándose en ocasiones cuando hacían instrucción... Nos enseñaron las ventajas del uso del C4 (explosivo), la pentrita y el RDX. Cómo fabricar dispositivos iniciadores de mercurios dentro de una jeringuilla de metal para activarse por el movimiento... cómo y dónde poner las cargas para hacer coches bomba y colocar bombas lapa... El curso lo recibimos entre 45 y 55 guerrilleros". En mayo de 2007, Schumacher regresó al campamento.

Raúl Reyes, jefe de las FARC ya fallecido, durante el fallido proceso de paz en Colombia.
Raúl Reyes, jefe de las FARC ya fallecido, durante el fallido proceso de paz en Colombia.REUTERS

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Sobre la firma

José María Irujo
Es jefe de Investigación. Especialista en terrorismo de ETA y yihadista, trabajó en El Globo, Cambio 16 y Diario 16. Por sus investigaciones, especialmente el caso Roldán, ha recibido numerosos premios, entre ellos el Ortega y Gasset y el Premio Internacional Rey de España. Ha publicado cinco libros, el último "El Agujero", sobre el 11-M.

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