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Una oración para la élite política

Miguel González

Nadie que no haya vivido en Estados Unidos -un país que proclama su fe en Dios en los billetes de dólar- puede entender el Desayuno Nacional de Oración, un acto en el que la élite política y económica de Washington se reúne en torno a su presidente para inaugurar el curso político el primer jueves de febrero de cada año desde 1953.

La organización corre a cargo de una fundación cristiana conservadora conocida como La Familia, que lidera Doug Coe, antiguo asesor del presidente Eisenhower, y cuenta con una residencia en Washington, donde se alojan numerosos congresistas cuando acuden a la capital, y una mansión en el campo (La Casa de los Cedros) en la que se celebran ejercicios espirituales y que han visitado notables personalidades, incluido el Rey de España.

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Pero los anfitriones son los coordinadores de los grupos de oración del Senado y la Cámara de Representantes; en esta ocasión, los senadores Amy Klobuchar (demócrata) y Johnny Isakson (republicano). Aunque los actos se desarrollan a lo largo de toda la semana, el colofón es el desayuno que, en el hotel Washington Hilton, reunirá hoy a unos 3.500 invitados; incluidos más de 150 congresistas.

Un invitado por año

Cada año hay un invitado especial y, en esta ocasión, por decisión de Obama, le ha correspondido a José Luis Rodríguez Zapatero, que hará una breve intervención (menos de 10 minutos), inspirada en el pasaje de la Biblia elegido por él. Es un honor difícil de rechazar.

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El invitado del año pasado fue el ex primer ministro británico Tony Blair, convertido al catolicismo, pero en ediciones anteriores han pasado por esta tribuna personajes tan diversos como el cantante irlandés Bono (de U2), la madre Teresa de Calcuta e incluso líderes musulmanes, como la paquistaní Benazir Bhutto o el rey Hussein de Jordania.

El acto se inicia con una serie de saludos y lecturas de salmos, no necesariamente ortodoxos, como demuestra que una de las plegarias la hiciera el año pasado un hechicero sioux. Lo cierra la intervención del presidente de EE UU que, en 2009, pocos días después de llegar a la Casa Blanca, Obama convirtió en un alegato contra el fundamentalismo islamista, al recordar que ninguna religión justifica el asesinato de inocentes.

Tras la retirada del presidente, los invitados se dedican a su verdadero objetivo: cultivar las relaciones sociales y los contactos. Sin presencia de periodistas, pues se supone que es un acto privado.

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Sobre la firma

Miguel González
Responsable de la información sobre diplomacia y política de defensa, Casa del Rey y Vox en EL PAÍS. Licenciado en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) en 1982. Trabajó también en El Noticiero Universal, La Vanguardia y El Periódico de Cataluña. Experto en aprender.

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