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Catástrofe aérea en Madrid

La puntilla a una compañía en apuros

El grupo nórdico SAS intentó sin éxito vender la aerolínea española a Iberia

A perro flaco todo se le vuelven pulgas. El accidente del MD-82 es la última de una serie de problemas de distinta índole que han tenido a Spanair, la segunda compañía española en número de pasajeros, en el ojo del huracán durante el último año. Con los malos resultados económicos encima de la mesa, el grupo nórdico SAS, dueño de Spanair, puso en venta la compañía hace ahora 14 meses.

La empresa planea el despido de más de un tercio de la plantilla
Dos horas antes del siniestro, los pilotos amenazaban con una huelga
Más información
Los pilotos denunciaron "caos organizativo"
Una revisión minutos antes del accidente
El avión de Spanair despegó con retraso por un problema técnico

No consiguió llegar a un acuerdo con Iberia sobre el precio y finalmente decidió conservar la aerolínea, pero sometiéndola a un duro régimen. Para empezar se cierran cinco bases, se retiran 15 aviones como el que se siniestró ayer, que consumen un 25% más combustible que los más modernos, y se despedirá a más de un tercio de la plantilla, de unos 3.000 empleados. Spanair no confirmó si el aparato siniestrado ayer era uno de los que iban a ser retirados, cuando finalicen los contrato de alquiler que tenían suscritos.

Sólo dos horas antes del siniestro, el sindicato de pilotos SEPLA emitía un comunicado en el que advertía de la posibilidad de una huelga ante la falta de definición del plan de viabilidad de la compañía.

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La amenaza de huelga viene al hilo del plan de viabilidad y expediente de regulación de empleo (ERE) que se empezó a negociar hace sólo un par de semanas. Los sindicatos son conscientes de la mala situación de la compañía, agravada por el alza del precio del petróleo. Spanair ha perdido en el primer semestre del año 55 millones de euros, el doble que en el pasado año.

Pero los representantes de los trabajadores consideran que no se está planteando un proyecto de futuro para la compañía, sino solamente un plan de ahorro de costes a corto plazo, que no da una solución a los problemas de la aerolínea.

Los empleados de la compañía llegan a esta tragedia exhaustos tras un año entre dimes y diretes respecto a la venta de la empresa. Tras el anuncio de SAS de que quería desprenderse de la aerolínea, su fundador, Gonzalo Pascual, presidente de Marsans, vendió el 5% que le quedaba del capital de Spanair con la intención luego de volver a adquirir el 100% de la empresa.

Pero al conocerse que SAS también negociaba con Iberia la venta de la empresa, Pascual se retiró de la puja, molesto por la actitud de sus antiguos socios nórdicos. Surgieron supuestos compradores, entre ellos un grupo capitaneado por una pequeña y desconocida aerolínea, Gadair, que levantó enormes suspicacias entre los empleados.

Los trabajadores afectados, y dicho sea de paso, las autoridades de Aviación Civil, preferían un grupo sólido y con experiencia suficiente en un sector muy complicado y con márgenes de beneficio muy estrechos.

La venta de Spanair incluso dio para una guerra política en Cataluña, donde las suspicacias por la concentración de Spanair e Iberia (a la que se acusa recurrentemente de abandonar el aeropuerto de El Prat) dieron lugar a que se buscasen empresarios catalanes dispuestos a invertir en una aerolínea que tratase con la debida deferencia al aeropuerto de El Prat. No hubo suerte y las tentativas de Gadair de convencer a políticos y emprendedores no dieron fruto.

Pero despejado el camino por el fiasco del grupo capitaneado por Gadair (rompió con el fondo portugués Longstock con el que supuestamente iba a hacer una oferta firme), Iberia tampoco se llevó el gato al agua.

Con una deuda acumulada de unos 300 millones de euros, la antigua compañía de bandera española no estaba dispuesta a poner encima de la mesa el dinero que pretendía SAS para deshacerse de su principal competidor en el mercado doméstico. El precio "no refleja el valor intrínseco" de una compañía con "una posición muy competitiva" en el mercado español, según el consejero delgado de SAS, Mats Jansson.

Sin una salida satisfactoria, SAS decidió finalmente mantener a Spanair en el grupo, pero reestructurándola. Precisamente en la tarde de ayer se suspendió una reunión para seguir negociando cómo hacer viable a una compañía que sufre especialmente el alza del petróleo, pero también la competencia rabiosa en el mercado doméstico, más dura aún con la entrada en servicio de las nuevas líneas de AVE en los últimos meses.

Anoche Gonzalo Pascual, presidente de Spanair durante 20 años, se mostraba consternado "como cualquier hombre de bien" por lo sucedido. Pascual se reconoció "afectadísimo" al conocer que un año después de su salida de la compañía uno de los aviones sufría este terrible siniestro.

Pascual llamó al consejero delegado del grupo SAS, Mtts Jansson, para expresarle sus condolencias. Jansonn viajaba anoche a Madrid con un equipo de asistencia especial y tenía convocada una rueda de prensa para dar más detalles esta mañana.

El avión siniestrado, un MD-82 de Spanair, en una foto tomada el pasado 16 de julio.
El avión siniestrado, un MD-82 de Spanair, en una foto tomada el pasado 16 de julio.AFP
El trágico accidente de Barajas se produce en un momento empresarial dramático para Spanair, que está al borde de la quiebra. La escandinava SAS, dueña de la segunda aerolínea española con una cuota de mercado del 25%, presentó a finales de julio un drástico plan de ajuste que incluye el despido de más de 1.000 trabajadores y la cancelación de las rutas más deficitarias.Vídeo: AGENCIA ATLAS

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