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El vértigo de Barcelona

Los socialistas se enfrentan a la posibilidad de perder su alcaldía más preciada

Tras estar 32 años en Barcelona de forma interrumpida en el poder, los socialistas catalanes se asoman por primera vez al vértigo de poder perder su joya más preciada, con permiso de la Diputación de Barcelona. Todas las encuestas apuntan desde hace meses a que Xavier Trias, al candidato convergente, está en condiciones de arrebatar la Alcaldía de Barcelona a Jordi Hereu, repudiado en su día incluso por su propio partido que le invitó en otoño a renunciar a la reelección.

Pero Hereu, a diferencia del tripartito de José Montilla, ha tenido una virtud: no tirar la toalla. El pasado 19 de febrero, venció en las primarias celebradas contra la exconsejera Montserrat Tura, la candidata postulada como mal menor por el aparato. Los sondeos, al menos, no le son a Hereu tan desfavorables como hasta hace unos meses. Según la encuesta del CIS, el PSC, que tiene 14 ediles, pasaría a 12; CiU, subiría cuatro (de 12 a 16); el PP, bajaría de siete a cinco; y ERC e ICV-EUiA mantendrían cada uno cuatro concejales.

Las matemáticas impedirían, en cualquier caso, a los socialistas revalidar el pacto con ICV y dejarían la puerta abierta a una eventual alianza CiU-PP. Los populares aseguran que serán determinantes y recelan del sondeo del CIS porque sostienen que tienen voto oculto. ERC, siempre en el fiel de la balanza, puede ejercer el papel de árbitro como en este último mandato: abandonó el Gobierno municipal pero tuvo secuestrado al de Hereu forzándole a organizar, a cambio de su apoyo en los presupuestos, uno de sus peores fracasos: una consulta sobre el futuro de la avenida Diagonal, que costó 3,17 millones de euros y en la que solo participó el 12,7% del censo (176.000 personas), un registro peor que el de las consultas soberanistas (257.000 personas, el 18,14% del censo). ERC tiene garantizado el éxito de los focos con el fichaje estrella del expresidente del Barcelona, Joan Laporta, que rompió su coalición independentista (Solidaritat Catalana per la Independència).

Con la puerta cerrada hasta ahora en la Casa Gran (Casa grande, como se conoce al Ayuntamiento de Barcelona), CiU acaricia por primera vez una victoria que se le ha resistido en la capital de Cataluña. Los nacionalistas esperan revalidar su éxito en las autonómicas y regatear el impacto de los recortes en sanidad y educación, promovidos por el Gobierno de Artur Mas. La federación tiene una fe ciega en Trías, que intentará por tercera vez consecutiva acceder a la alcaldía. El candidato confía en que, mucho más allá de las restricciones, los socialistas paguen el desgaste de su proyecto y de un modelo agotado de ciudad y que les baste, como dice el proverbio árabe, esperar sentado a ver pasar el cadáver de su enemigo.

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