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Reportaje:

El sueño del carbón limpio

La industria eléctrica y la química pesada investigan para capturar el CO2 que emiten

Carbón y limpio son palabras que parece que no pueden ir juntas. El carbón se asocia con la suciedad, y no sólo porque manche las manos, sino por la contaminación que produce como fuente de energía. Contaminación en forma de emisiones de partículas y gases a la atmósfera, entre otros el CO2 (dióxido de carbono), principal gas de efecto invernadero, asociado al calentamiento global. Sin embargo, las reservas de carbón son muy grandes en el mundo y los expertos creen que este combustible fósil no se va a dejar de utilizar, ni siquiera en los países más avanzados. De hecho, el Organismo Internacional de la Energía prevé que en 2050 se producirá más del doble de la electricidad a partir del carbón que actualmente, señala el Club Español de la Energía, que la semana pasada organizó en Madrid la jornada internacional La estrategia del carbón limpio.

En Ponferrada hay en proyecto una planta piloto de oxicombustión de 20 o 30 megavatios
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Con este panorama, la carrera hacia tecnologías de carbón limpio, más eficientes y menos contaminantes, ya ha empezado. El interés entre las grandes empresas eléctricas es obvio y creciente. El objetivo es conseguir cerrar el ciclo del carbono, impedir las emisiones a la atmósfera de CO2, sin cambiar radicalmente su forma de trabajar. Las esperanzas están puestas en perfeccionar y abaratar los procesos de captura del CO2

en las centrales térmicas y en desarrollar procesos de reutilización y almacenamiento seguro y permanente de este gas, hasta el punto de que se pueda llegar a incluir entre los mecanismos contemplados para mitigar el cambio climático, según se puso de manifiesto en la citada jornada. Y para conseguirlo hace falta investigación, mucha investigación, porque, aunque pueda no parecerlo cuando se escucha a algunas de las empresas que toman posiciones en este nuevo sector, está casi todo por hacer, especialmente en el área del almacenamiento del CO2

ya que ni siquiera se ha demostrado que sea factible a largo plazo.

"Pre, pos y oxi". En esta jerga los ingenieros se entienden perfectamente entre ellos cuando hablan de la captura de CO2. Se refieren a las tres rutas o alternativas actuales para extraer el dióxido de carbono: antes de la combustión (y tras la gasificación previa del carbón); después de la combustión tradicional, separándolo con diversas técnicas de la mezcla de los gases de combustión, en la que representa como máximo un 15%, y con la oxicombustión (Oxyfuel), que consiste en quemar el carbón en presencia de oxígeno puro en vez de con aire, lo que da como resultado que los gases están formados en más de un 95% por CO2.

Los expertos buscan, dentro de cada opción, la mejor tecnología, que significa la que tenga menor coste y menor gasto energético. "De aquí a 10 años sólo van a quedar una o dos tecnologías", comentó Juan Carlos Abanades, del CSIC y director del proyecto INCAR, que estudia la captura de CO

2 en los gases de combustión por carbonatación. Las tecnologías de captura ya existen (China ha sido pionera en su aplicación generalizada) y se están demostrando en algunos países a escalas muy cercanas a la comercial, recordó este experto. El gran inconveniente es el precio. Incorporarlas a las centrales supone ahora aumentar los costes de generación entre un 60% y un 80%, aseguró Ronald Schoff, de la organización industrial estadounidense EPRI, que desarrolla un programa de I+D de siete millones de euros anuales. Bajo el lema "Aprender haciendo", el programa pretende acelerar la implantación de tecnologías avanzadas en el uso del carbón como combustible fósil, para que sea menos contaminante y, también, baje el precio de la electricidad producida.

En captura, dos iniciativas que están llamando la atención son la instalación en una central en Wisconsin (EE UU) a partir de 2008 del sistema de la empresa Alstom, que utilizará amoniaco a baja temperatura para la captura del CO2, así como la planta piloto de Vattenfall (Alemania), de 30 megavatios, en construcción, que se decanta por la oxicombustión.

En España existen varios proyectos para impulsar este nuevo campo de investigación y desarrollo. Entre ellos, Cenit CO2, con una inversión de 20,3 millones de euros, está parcialmente subvencionado por el Ministerio de Industria y reúne a Endesa Generación, Unión Fenosa, 14 empresas y 16 organismos de investigación y universidades. Incluye subproyectos sobre eficiencia en la combustión, el añadido de biomasa al carbón, la captura poscombustión y el almacenamiento en formaciones profundas salinas, ya que en España no hay grandes yacimientos de petróleo y gas, que sería una alternativa.

La Fundación Ciudad de la Energía, impulsada por el Gobierno central, pretende construir en Ponferrada una planta piloto de oxicombustión de 20 o 30 megavatios. Este proyecto tecnológico sustituye al original, mucho menor y de carácter más científico. José Ángel Azuara, presidente de la fundación, reconoció en la jornada que la iniciativa original fue muy criticada por científicos relevantes porque España no tiene una posición lo suficientemente fuerte en este campo y afirmó: "Es verdad, pero si queremos que la tenga, aunque sea con retraso, es preciso integrar a todos los actores". La planta será modular para poder probar varias tecnologías.

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