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Por qué Pippa hipnotiza al planeta

¿A qué se debe la fascinación global que ejerce la hermana de Catalina Middleton, futura reina de Inglaterra? Para el periodista John Carlin, atiende a una narrativa prefeminista propia de Jane Austen. La de aquella chica que emerge de la relativa oscuridad para alcanzar el estrellato palaciego

Estaba en Nueva York la semana pasada viendo las noticias en la pantalla de televisión de un taxi (cosa normal allá hoy día) cuando aparecieron imágenes de una mujer cuyo rostro se me hacía familiar. Un presentador, de semblante fúnebre, me aclaró quién era. "Pippa Middleton," anunció, "ha roto con su novio". Me quedé atónito. No. No porque Pippa Middleton hubiera roto con su novio. Será, no lo dudo, muy triste y lamentable para los implicados, o para uno de ellos, pero mi empatía, mi capacidad de ponerme en los zapatos de otros y compartir sus penas, tiene sus límites, y Pippa Middleton -por una buena distancia- los excede.

Me quedé atónito porque, aunque era plenamente consciente de que Pippa se había convertido en la mujer más célebre de Inglaterra y sabía que había generado bastante interés en España y en otros países del Viejo Continente, no tenía ni idea de que su fama había cruzado el Atlántico, o al menos no a tal punto que la cadena ABC de televisión -muy atenta siempre a la ignorancia general del estadounidense medio, sobre todo en temas internacionales- diera por hecho, sin necesidad de la más mínima explicación, que su público sabría a la primera quién era Pippa Middleton.

Lo cual me llevó a otra chocante reflexión. Si esta mujer es tan conocida en el país que no solo menos sabe sobre el resto del mundo, sino el que menos se interesa por él, entonces tienen que conocerla igual de bien, o más, en China, Perú y Burkina Fasso. Y pensé otra cosa: es probable que los que sentimos poco interés y menos compasión por lo que le ocurra a Pippa Middleton en la vida formemos parte de una reducida, quizá perversa, minoría de la humanidad.

El fenómeno Pippa, en cambio, sí me intriga. ¿Cómo es posible que alguien casi tan anónimo como cualquier otro a principios de 2011 -salvo para los lectores de su blog Party Times, en el que ofrece recomendaciones sobre pasteles, disfraces y juegos para mamás deseosas de organizar fiestas de cumpleaños inolvidables para sus nenes- se haya convertido hacia finales del año en una de las personas más famosas y, para muchos, más fascinantes del mundo?

La respuesta ofrece poco consuelo para aquellas personas ávidas de que llegue el día en que se juzgue a las mujeres más por sus cerebros que por sus curvas. Pippa seguramente no sería nadie hoy si su hermana mayor, Catalina, no hubiera captado la atención del príncipe Guillermo en un desfile de modas celebrado en la Universidad de Saint Andrews, Escocia, en el que participó como modelo.

La boda es recordada tanto por el espectáculo que ofreció la sonriente pareja de frente como la que Pippa ofreció desde atrás. Dejemos que lo explique un distinguido señor con el que hablé recientemente en el oscuro bar de un venerable hotel londinense. El señor, un alto diplomático recién jubilado, había representado al Gobierno de su majestad durante más de 30 años en Estados Unidos, Europa, África y Oriente Próximo. En la última etapa de su servicio a la Corona había trabajado de cerca con la familia real y con la familia Middleton en los preparativos de la boda de Guillermo y Catalina. Conoció a Pippa. La conoce aún.

¿Qué pasó?, le pregunté. ¿Cómo fue que una chica sin ningún don especial que se le conozca, más allá de su especialidad en recetas para pasteles de jengibre o chocolate para niños, haya pasado en tan poco tiempo de 0 a 100 en los rankings de las celebridades mundiales? ¿Habría sido, como me habían propuesto unos sagaces amigos españoles, todo parte de una brillante estrategia de palacio para desviar la atención de Catalina hacia Pippa, para que la futura reina no se viera expuesta al acoso mediático sufrido por su difunta suegra, Diana?

El distinguido exdiplomático sonrió. "No. No, no, no. Claro que no. Nada de eso". ¿Seguro que no? "Seguro. Atribuir tal sofisticación mediática a la monarquía británica significaría caer, con respeto, en una leve exageración". Entonces, ¿cuál es la explicación? "Pues muy sencilla: su trasero." ¿El trasero de Pippa? "El trasero de Pippa. Ni más, ni menos.

Tiene, por consenso universal, un gran trasero. El público -en este caso, cientos de millones de personas en todo el mundo- lo vio en toda su gloria, llenando las pantallas de televisión, en el momento en que se agachó a alzar la cola del vestido de bodas de su hermana. En ese momento nació una estrella".

Escribió el dramaturgo inglés Christopher Marlowe, contemporáneo de Shakespeare, que la cara de Helena de Troya había lanzado mil barcos a la guerra; pues el trasero de Pippa Middleton ha lanzado miles más de fotos, artículos y spots de televisión. Cuarenta y ocho horas después de la boda real, una página abierta en Facebook por "la Sociedad para la apreciación del culo de Pippa Middleton" ya había registrado 72.000 visitas. Desde entonces, todo lo que se sepa de Pippa es noticia; los paparazzi la persiguen más incluso que a su hermana, según fuentes reales citadas este mes en The Times de Londres, cuya página web compite por la atención de los internautas del mundo con la de Party Times, creada por los Middleton para promover un negocio familiar dedicado a la venta de productos para fiestas.

Quién sabe lo que hubiera sido de ellos y de su empresa si Catalina no hubiera desfilado aquel día en Saint Andrews. Guillermo, muy probablemente, no se hubiera fijado en ella, no se hubiera propuesto en aquel instante conocerla. Y en tal caso, ¿qué? Pues la crisis económica, el gran aguafiestas europeo, podría haber acabado con el negocio de los Middleton, diluyendo la fortuna que los padres habían logrado acumular; Catalina y Pippa podrían hoy estar padeciendo grandes dificultades a la hora de encontrar empleo, como tantísimos británicos de su misma generación.

El destino las condujo por otros caminos. Catalina, más que cualquier otra persona de su edad en el planeta Tierra, tiene el futuro asegurado, y Pippa está ahora en condiciones de transformar la inagotable necesidad de cotilleo de la especie en mucho, mucho dinero. Primero, de la manera más tradicional, ya que -pese al disgusto que dice la prensa del corazón que le ha provocado la ruptura con su adinerado exnovio- se mueve en círculos aristocráticos habitados por posibles futuros cónyuges casi igual de inmunes al azar de la ruleta financiera que el propio príncipe Guillermo.

Segundo, porque, aunque decida alargar su condición de soltera por unos buenos años más, las posibilidades económicas a su alcance a cambio de patrocinar perfumes, lencería, coches, bollos de jengibre, o prácticamente cualquier producto imaginable son infinitas.

Una noción del mundo de posibilidades que Pippa tiene por delante se ha visto este mes con la noticia de que Debenhams, una especie de El Corte Inglés británico, está vendiendo cantidades récord de un nuevo modelo de bragas llamado Invisible Bum Shaping Boosters, o moldeadoras de trasero invisibles. El equivalente para los traseros de la Wonderbra para los pechos, las braga infladoras ya son conocidas por el público inglés como las Pippa pants. Debenhams informa que ya están vendiendo más del doble que las normales.

La clave de la cuestión, es decir, la enorme popularidad del fenómeno Pippa, reside en que ella se siga ateniendo a una antigua -y decididamente prefeminista- narrativa, a un mito que no deja nunca de cautivar la imaginación de buena parte de la humanidad. Las mujeres se habrán liberado de sus cadenas como nunca en la historia, la persona más poderosa de Europa puede ser hoy la canciller alemana Angela Merkel, pero el cuento de la chica que emerge de la relativa oscuridad para casarse con el príncipe azul sigue poseyendo una tenaz magia. Este es el ámbito del imaginario popular que habita Pippa, el de -por elegir entre muchas- las novelas de Jane Austen de principios del siglo XIX, la más popular de las cuales, Orgullo y prejuicio, trata de una madre, la señora Bennet, cuya misión es procurar que sus hijas se casen con un hombre rico perteneciente a un estrato social muy por encima de aquel en el que ellas nacieron.

Carole Middleton, que en su día fue azafata de avión, es la señora Bennet contemporánea. Sus hijas son, como Jane y Elizabeth Bennett lo fueron en 1813, personas reconociblemente normales, burguesas, que tuvieron la extraordinaria suerte, gracias a ser guapas y coquetas y estar en el lugar indicado a la hora indicada, de encontrarse un día invitadas al baile de gala en el castillo. Catalina ya ha tenido su final feliz; Pippa, como la segunda y más interesante de las hijas Bennett, está -bien avanzada- en ello. Alguien, seguro, ya está escribiendo la versión Middleton de la novela de Jane Austen. La propia Pippa escribirá algún día su autobiografía, garantía absoluta de best seller. Incluso puede ser que ella misma la escriba. Posee un título en literatura inglesa de una de las mejores universidades británicas, la de Edimburgo. Y su primera obra ya está en camino. Según se ha contado en la prensa londinense, ha estado en conversaciones con la editorial Harper Collins, propiedad de Rupert Murdoch, para escribir un libro sobre el tema que más domina: cómo montar una buena fiesta. Se menciona un adelanto de un millón de euros. Los primeros, si ella lo desea, de mucho más.

Pippa Middleton, fotografiada el 15 de noviembre llegando a la oficina de la empresa de sus padres, Party Pieces, en South Kensington (Londres), desde la que gestiona su blog de recomendaciones para organizar 'party times'.
Pippa Middleton, fotografiada el 15 de noviembre llegando a la oficina de la empresa de sus padres, Party Pieces, en South Kensington (Londres), desde la que gestiona su blog de recomendaciones para organizar 'party times'.NEIL MOCKFORD (FILMAGGIC)

LA HERMANÍSIMA Y EL PUEBLO

El día de la boda de los duques de Cambridge, Inglaterra parecía tener solo ojos para los Desposados. Pero desde el balcón de al lado robaban plano la radiante Pippa y el indomable Enrique. Se disparó la imaginación. Hasta tal punto, que la artista Alison Jackson — especialista en realizar fotos con dobles de famosos en situaciones comprometidas— difundió una serie Recreando la fiesta posterior, con Pippa y Enrique ligando como pareja estelar. Más allá de bromas, algunos datos cantan. La firma Alexander McQueen puso el martes a la venta en la web Net-a-porter una edición de aquel vestido a 2.100 euros (el original costó más de 23.000), agotando pedidos. Una encuesta reciente revela que Philippa (y su abreviación, Pippa) es el nombre más popular entre las recién nacidas este año en Inglaterra.

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