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Ola de cambio en el mundo árabe | El miedo al contagio

Argelia prohíbe la gran manifestación del sábado, pero los convocantes la mantienen

La oposición y las autoridades argelinas echarán el sábado su primer gran pulso de la que aparenta ser una larga contienda. A su manera, los vientos de cambio soplan también sobre Argelia.

La recién fundada Coodinadora Nacional para el Cambio y la Democracia (CNCD), que reagrupa a partidos laicos, sindicatos y ONG, ha convocado para el sábado una gran manifestación en Argel para exigir nada menos que "se vaya el sistema" político mediante el cual se gobierna a los argelinos.

El Gobierno Civil de Argel denegó ayer la autorización de la marcha, pero propuso a la coodinadora celebrar una reunión en "una de las salas de la capital, incluido el complejo olímpico Mohamed Boudiaf con capacidad para acoger a 10.000 personas".

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La semana pasada el presidente Abdelaziz Buteflika anunció que la oposición tendría acceso a la televisión pública y que el estado de emergencia, en vigor en Argelia desde hace 19 años, sería levantado "en un futuro muy próximo". Las manifestaciones volverán a ser autorizadas en todo el país excepto en Argel.

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"Fue una pequeña limpieza de fachada del régimen", opinó el diario El Watan. El Ejecutivo "parece haber actuado bajo el efecto del miedo a la ira de la calle y el temor de padecer la misma suerte que Ben Ali [derrocado presidente de Túnez] y Mubarak [presidente de Egipto]", añadió.

Pese a la prohibición, aún vigente, de manifestarse en Argel la coodinadora mantiene la cita del sábado. Las concesiones del poder son "muy maquiavélicas", señalaba en el diario El Watan Fetta Sadat, de la dirección del Reagrupamiento Constitucional Democrático (RCD), un partido laico.

"Pretende cortocircuitar la dinámica popular", prosigue Sadat. "El 12 de febrero no es un objetivo en sí mismo". "Es el inicio de una larga contestación". "Decimos al régimen: ¡Largate!".

El RCD ya trató de organizar por su cuenta, el pasado 22 de enero, un cortejo de protesta. El Ministerio del Interior desplegó en el centro de Argel nada menos que 15.000 antidisturbios -eran más numerosos que los manifestantes-, que impidieron cualquier reivindicación callejera. Es posible que el próximo sábado se repita la misma situación.

Al lado de la coordinadora, predominantemente laica, ha surgido el pasado fin de semana otra iniciativa que busca agrupar a fuerzas de oposición: la Alianza Nacional para el Cambio.

La Alianza tiene un cierto perfume islamista moderado, porque entre sus integrantes figuran el partido El Islah y el Movimiento para la Predicación y el Cambio. Su lenguaje es algo menos beligerantes que el de la coordinadora.

Al frente de la Alianza sus miembros han colocado a Ahmed Benbitour, de 64 años, un ex primer ministro del presidente Buteflika que dio un sonoro portazo al Gobierno en 2000, pero que más tarde volvió a ser ministro.

No es el único alto cargo que en las últimas horas ha apostado por la oposición. La vicepresidenta del Consejo de la Nación (Senado), Zohra Drif Bitat, sorprendió ayer al preguntarse en un programa de radio: "¿Seguiremos enfrentándonos a nuestros problemas con los mismos actores que han fracasado?". "Espero y confío en que se producirá un cambio radical en la manera de gobernar", se contestó a sí misma.

La efervescencia política va acompañada en Argelia por las protestas de jóvenes y parados empeñados en inmolarse como lo hizo, el 17 de diciembre, el tunecino que provocó con su gesto el estallido popular. El domingo pasado hubo nada menos que tres intentos, en Argel, Tlemcén y Annaba. En total, desde mediados de enero, se han producido 20 casos, entre ellos el de una mujer, un auténtico record en el mundo árabe, cuya religión musulmana prohíbe el suicidio.

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