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Bolivia trata de evitar que EE UU cancele definitivamente su acuerdo comercial

Bush suspendió en 2008 el tratado arancelario que está a punto de expirar

Con el tiempo pisándole los talones, Bolivia quiere reconstruir su relación comercial con Estados Unidos y ha solicitado que el tratado arancelario que suspendió George W. Bush en 2008 sea reactivado por la administración de Barack Obama. El presidente boliviano, Evo Morales, tiene hasta el martes, fecha en la que expira el acuerdo, para lograr su objetivo.

El jefe del Ejecutivo boliviano declaró ayer que las gestiones para restituir las preferencias arancelarias continuarán en la comisión diplomática que trabaja en la redacción de un nuevo marco de relaciones bilaterales. Esto da un respiro a centenares de industriales y artesanos que afrontan una situación crítica a raíz del cierre del mercado estadounidense.

"Si hablamos de comercio, que sea un comercio justo a través del Tratado de Comercio de los Pueblos [TCP], no con un Tratado de Libre Comercio [TLC]", dijo Morales tras anunciar que una delegación boliviana se reunirá con sus homólogos estadounidenses en las próximas semanas "para resolver la propuesta de nuevas relaciones".

Hasta estas declaraciones, la posición boliviana parecía contradictoria. El ministro de Planificación del Desarrollo, Noel Aguirre, no consideraba prioritario el retorno al sistema de preferencias, y calificó la medida como "absolutamente frágil". El subsecretario de Comercio Exterior, Pablo Guzmán, destacó que la comisión bilateral considera cuatro líneas de acción: entre ellas, la lucha contra el narcotráfico y el fortalecimiento comercial que implica la reposición de los aranceles, que EE UU otorga a los países andinos desde 1991 como un estímulo a la política de sustitución de cultivos de coca y lucha contra el tráfico de estupefacientes.

El Gobierno boliviano sabe que las negociaciones no serán sencillas, especialmente después de un informe de la ONU sobre el crecimiento de los cultivos de hoja de coca en Bolivia y los cálculos de incremento de producción de cocaína a 113 toneladas al año que contradicen el espíritu del tratado arancelario. Los talleres artesanales de El Alto, la ciudad dormitorio más pobre del país, y varias empresas textiles afrontan una situación asfixiante que ha derivado en el cierre y despido de centenares de personas.

El sector exportador más boyante —el agroindustrial de Santa Cruz— agoniza debido a la imposición gubernamental de cupos de exportación, a pesar de que se ha anunciado que se ampliará el permiso de ventas de soja y derivados por unos ocho meses.

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Las perspectivas de la economía boliviana no son precisamente halagüeñas. El Instituto de Estadística reconoce que las exportaciones bajaron en casi un tercio durante el primer trimestre del año en comparación con el mismo periodo de 2008. Otras fuentes de ingresos como las remesas de bolivianos en el exterior también están a la baja así como las inversiones y el flujo de capital extranjero.

La potencia energética que parecía tener Bolivia, como la mayor proveedora de gas natural a la región, se ha perdido entre la inseguridad jurídica, las expropiaciones o nacionalizaciones, la continua corrupción en las empresas estatales y la falta de cumplimiento de sus compromisos.

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