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Chávez entrega los principales cargos de su Administración a ex militares golpistas

Juan Jesús Aznárez

ENVIADO ESPECIALEl consenso ofrecido a la oposición por el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, recuerda el talante de aquel sindicalista gubernamental mexicano que abría las sesiones colocando una pistola de 45 milímetros y cuatro cargadores sobre la mesa, y después decía: "Se oyen proposiciones". El nuevo jefe de Estado, que dice haber sido golpista en 1992 forzado por las tropelías de democracias farsantes, abrió su mandato entregando los principales cargos del Gobierno a jefes y oficiales del Ejército en retiro que fueron partícipes del cuartelazo.

Chávez parece más dispuesto a la hegemonía y al autoritarismo que a las cesiones en su entusiasmado empeño por salvar la República. No será fácil colaborar "con una bota sobre el pescuezo" del Congreso, anticipa la oposición. El teniente coronel del Ejército Jesús Urdaneta, émulo de Chávez en las conspiraciones de los ochenta, comandante de uno de los batallones que avanzaron hacia el palacio de Gobierno el 4 de febrero de 1992, dirige ahora la Disip, el cuerpo policial de investigación. Su último destino fue una suerte de destierro: cónsul en Vigo. El teniente coronel Luis Reyes, ministro de Transporte, Comunicaciones y Desarrollo Urbano, pilotó un avión de combate en la asonada del 27 de noviembre del año de autos, ejecutada por compañeros de Hugo Chávez, por esas fechas encarcelado. Fue liderada por el estricto vicealmirante Hernán Gruber, ahora gobernador de Caracas, con rango de ministro.

El presidente de inspiración castrense, cuya convocatoria por decreto a un referéndum para formar una Asamblea Constituyente encargada de redactar la Carta Magna de la prometida revolución política fue más aplaudida que protestada, se proclamó también presidente de la Superintendencia Nacional Tributaria, la oficina recaudadora, que será dirigida por el coronel Humberto Prieto. "Fue uno de esos jefes que me templó como el acero, humano hasta los huesos, disciplinado hasta la médula, un soldado". Le acompaña en el departamento, estafado disciplinadamente y hasta la médula por generaciones de mafiosos y evasores, el coronel de la Fuerza Aérea Rafael Domínguez, mando principal en la insurrección de noviembre.

El gobernante ha encabezado los ministerios de Defensa, Hacienda y Petróleos de Venezuela con personas ajenas a las dos sublevaciones para no crispar a los cuarteles, algunos a las órdenes de oficiales que salieron al paso de sus batallones rebeldes, y para demostrar que no pretende revoluciones con las cosas de comer: el dinero y el crudo.

La presidencia del Congreso quedó en manos del coronel Luis Dávila, tenido como uno de los ideólogos del golpe. "Si este Congreso no se pone a la altura de las circunstancias nacionales, debería ser disuelto por la Asamblea Constituyente", declaró. El capitán Alberto García, primo hermano de Dávila, se ocupará de las secretarías del Senado y de los Servicios Comunes del Parlamento. "Chávez criticó el clientelismo de los partidos tradicionales, pero hace lo mismo con otros socios y crea un régimen civico-militar", denunció un observador.

"Soberanía popular"

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La fragmentada oposición es mayoría en el hemiciclo, pero el margen de maniobra del Polo Patriótico, la coalición de izquierdas que sumó el 56% de los votos en las presidenciales del pasado 6 de diciembre, es mayor. Y de no obtenerse en las dos cámaras los votos necesarios para promulgar cambios de fondo en la judicatura, y en los poderes legislativo y ejecutivo, el presidente gobernará por decreto, a golpe de "soberanía popular", llamando a consulta ciudadana. El electorado chavista le permitirá eso y mucho más. "Como si viene una dictadura con tal de que se arregle esta vaina", animaba un desesperado de boina roja. La cruzada contra el hampa es desafío asumido por el teniente de fragata Carlos Fermín Castillo, que fue abogado del grupo de sublevados contra Carlos Andrés Pérez. Como nuevo director de la Policía Técnica Judicial, cree que sin una revolución social será complicado frenar la rampante delincuencia. Los cambios en cartera son muchos y profundos. Uno de ellos es fomentar la autoestima y los salarios de policías y funcionarios. "No podemos permitir que unos coman cambur (plátano) y otros lomito".

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