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Reportaje:

China extiende su poder a todo tren

Pekín ampliará la red ferroviaria hasta los confines de sus fronteras en Asia central - El Gobierno invertirá en trenes de alta velocidad hasta enlazar con Europa en 2025

Cuando el año que viene entre en funcionamiento la línea de alta velocidad Pekín-Shanghai, que cubrirá los 1.318 kilómetros que separan las dos principales ciudades de China en cuatro horas frente a las 10 actuales, el país asiático habrá dado un paso de gigante para convertirse en una de las primeras potencias del mundo en transporte ferroviario veloz. El tren se sumará así a otros sectores en los que Pekín quiere ocupar un lugar de liderazgo, como el aeronáutico o el automovilístico, con un claro objetivo: utilizar la economía como motor de su pujante ascenso en la escena política internacional.

Los planes de inversión chinos en infraestructuras, y especialmente en alta velocidad, dan vértigo por su contenido. Pero, sobre todo, dejan entrever cómo el país va a multiplicar su influencia, especialmente en Asia, gracias al impulso que supondrá para el comercio, la propagación de la cultura china y la forma de ver el mundo de Pekín. La que este año, seguramente, se convierta en la segunda economía del mundo está dispuesta a revolucionar la forma de transportar gente y mercancías no sólo dentro de sus fronteras sino también fuera.

Las empresas chinas buscan participar en planes ferroviarios en el extranjero

En 2008, con ocasión de los Juegos Olímpicos, China inauguró su primera línea de alta velocidad de larga distancia, que salva en 30 minutos los 117 kilómetros que separan Pekín y la ciudad portuaria de Tianjin. Desde entonces, han entrado en funcionamiento otras dos: Wuhan-Guangzhou (1.068 kilómetros) y Xian-Zhengzhou (505 kilómetros).

Para 2012, prevé que su tendido ferroviario llegue a 110.000 kilómetros, frente a los 86.000 actuales. De ellos, 13.000 kilómetros serán de alta velocidad -frente a 6.500 en la actualidad-, más que ningún otro país del mundo. El trayecto entre Pekín y Hong Kong quedará reducido a ocho horas, en lugar de 23 horas. Para 2020, las redes se extenderán 120.000 y 50.000 kilómetros, respectivamente.

Contar con buenas infraestructuras ha sido una de las prioridades del Gobierno desde que lanzó el proceso de apertura y reforma en 1978. "Son muy importantes para desarrollar la economía. Cuando se mejora el transporte, se pueden utilizar los recursos de forma más eficiente y fabricar con menores costes. Además, son claves para atraer inversiones", asegura Lu Huapu, director del Instituto de Comunicaciones en la Universidad Qinghua, en Pekín.

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China distingue dos tipos de alta velocidad: líneas destinadas a trenes que circulan a 350 kilómetros por hora, y líneas para convoyes que ruedan a 200-250. Las segundas son compartidas con trenes regionales y de mercancías.

La alta velocidad china es un cóctel de desarrollos propios y tecnología extranjera: alemana (Siemens), francesa (Alstom) y japonesa (Shinkansen), entre otras. Gracias a esta práctica, los ingenieros chinos han diseñado un nuevo tren bala para el tendido Pekín-Shanghai, capaz de alcanzar 420 kilómetros por hora, lo que permitirá garantizar velocidades operacionales punta de 380 por hora.

China busca mover rápido grandes masas de gente, bienes y materias primas para responder a las necesidades de sus 1.300 millones de habitantes y su economía. La red ferroviaria sufre desde hace años serios cuellos de botella. "Queremos evitar que el principal medio de transporte sea por carretera", afirma Lu.

Los planes de Pekín cruzan las fronteras y se extienden por Asia, a lo largo de tres rutas, hasta Europa, con la que Pekín quiere estar unida con trenes veloces para 2025, según han revelado recientemente académicos chinos.

"Si el sistema es completado, será más fácil lograr recursos naturales, especialmente petróleo y gas, en Myanmar, Irán y Rusia", ha dicho Wang Mengshu, miembro de la Academia China de Ingeniería, en la prensa oficial. En paralelo, está construyendo autopistas hacia países vecinos como Vietnam y Nepal, con la intención de incrementar los intercambios, entre otros, con India.

Los proyectos chinos están cambiando el panorama mundial de la alta velocidad, hasta ahora en manos de compañías occidentales y japonesas. Empresas chinas están construyendo líneas veloces en Turquía y Venezuela. Y otros países, como Estados Unidos, Rusia y Brasil, han mostrado interés por la oferta asiática.

Durante el viaje del presidente estadounidense, Barack Obama, en noviembre pasado, el Ministerio de Ferrocarriles firmó un acuerdo con General Electric por el cual la compañía norteamericana participará en la expansión ferroviaria del país más poblado del mundo a cambio de cooperar con empresas chinas en los concursos estadounidenses de alta velocidad.

Pero los ambiciones velocistas de Pekín tienen detractores. Algunos especialistas dudan sobre su rentabilidad y su sostenibilidad. La influyente revista china Caijing ha calificado el esfuerzo en infraestructuras como el nuevo Salto Adelante, en referencia al catastrófico movimiento de industrialización impulsado por Mao Zedong entre 1958 y 1960. La publicación apunta a la enorme deuda que han generado los proyectos ferroviarios. A ello se suman las críticas de muchos pasajeros por el elevado precio de los billetes. "Esto es un gran desafío. La política de precios aún está bajo discusión", asegura Lu.

Dos de los trenes de alta velocidad, en las naves de mantenimiento en Wuhan, en la provincia de Hubei, en el centro de China.
Dos de los trenes de alta velocidad, en las naves de mantenimiento en Wuhan, en la provincia de Hubei, en el centro de China.ASSOCIATED PRESS

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