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Dilma Rousseff toma los bastiones de la oposición

Las encuestas muestran una sangría de votos en la socialdemocracia brasileña

La expectación en la campaña electoral brasileña ha durado menos de lo esperado. Aún faltan más de 30 días para las elecciones del próximo tres de octubre y en Brasil ya se da por hecho que, si no sucede nada extraordinario, la candidata del Partido de los Trabajadores (PT), Dilma Rousseff, arrasará en las urnas.

Todos los sondeos difundidos recientemente profundizan en la brecha que ya separa a Rousseff de su adversario, el aspirante del Partido de la Socialdemocracia Brasileña (PSDB), José Serra. Pero la gran novedad es que los socialdemócratas también podrían perder sus bastiones electorales más tradicionales, como los prósperos Estados de São Paulo, Rio Grande do Sul o Minas Gerais.

Las encuestas también apuntan a que los votantes de mayor renta son más proclives a confiarle su voto a la candidata de Lula da Silva. En resumen: la estrategia electoral del PT no solo está surtiendo un efecto multiplicador, sino que además le está generando una auténtica sangría de votos a un PSDB cada día más debilitado.

Serra inició la carrera electoral con la titánica misión de hacerle sangre a un PT fortalecido por los históricos niveles de popularidad del presidente Lula. Esta tarea se veía facilitada por el hecho de que Dilma Rousseff era una candidata impuesta a dedo por el ex tornero, sin grandes apoyos en las bases del PT y sin ningún carisma ni experiencia en procesos electorales. Los socialdemócratas no han sabido rentabilizar ninguno de estos factores y han visto cómo la figura de Lula, una vez más, ha eclipsado todo lo que la rodea. El resultado práctico es que Rousseff no para de cosechar nuevos apoyos, no solo entre los votantes naturales del PT, sino también entre aquellos que tradicionalmente han votado socialdemócrata.

Los ejemplos de São Paulo y Rio Grande do Sul son paradigmáticos. Según el último sondeo de Datafolha, en el Estado de São Paulo, gobernado desde hace 16 años por el PSDB y donde se concentra buena parte del Producto Interior Bruto (PIB) brasileño, el voto ya habría dado un giro copernicano a favor de Dilma Rousseff. De poco le ha servido a José Serra estar al frente del Gobierno paulista con niveles satisfactorios de aceptación hasta el pasado abril, cuando emprendió la carrera electoral. La elegida de Lula ya saca cinco puntos a su adversario y contabilizaría el 41% de los votos frente al 36% de Serra. En Rio Grande do Sul, otro de los reductos socialdemócratas, Dilma Rousseff se sitúa cuatro puntos por delante del ex gobernador de São Paulo.

En Minas Gerais, uno de los estados gobernados por los socialdemócratas y el segundo con mayor número de electores, el Instituto Brasileño de Opinión Pública y Estadística (IBOPE) apunta a que Rousseff duplicaría el número de votos obtenido por su contrincante (51% Rousseff y 25% Serra).

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En Río de Janeiro, donde el Gobierno del Estado está en manos del Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), aliado del PT, la previsión es que Rousseff arrase de una manera espectacular y que contabilice el 57% de los votos frente a un escuálido 16% de Serra.

Todas las proyecciones otorgan la victoria en primera vuelta al partido de Lula. Según Datafolha, Rousseff conseguiría el 49% de los votos válidos frente al 29% de Serra. Es decir, una ventaja de 20 puntos. IBOPE, que ahonda en esta brecha, concede el 51% de los sufragios a la candidata de Lula, mientras que la previsión para el aspirante socialdemócrata es del 27%.

En ambos sondeos también se observa un aumento sostenido del voto petista en contraste con una caída constante del porcentaje del PSDB. La lectura más lógica que se extrae de este hecho es que los votos que siguen engrosando las estadísticas del PT no solo provienen del electorado indeciso o de los partidos minoritarios, sino de las propias filas del partido socialdemócrata.

Por mucho que desde el Partido de los Trabajadores se minimice el hecho, el destello que irradia Lula está siendo decisivo en esta campaña electoral. El presidente se ha empeñado personalmente en que su candidata gane por goleada estas elecciones y, como ya viene siendo habitual, parece que volverá a anotarse una victoria.

Como en la fábula del Rey Midas, parece que todo lo que Lula toca se convierte en oro.

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