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El tratado START II, firmado en Moscú por Bush y Yeltsin, consolida la supremacía nuclear de EE UU

Pilar Bonet

Los presidentes de EEUU y Rusia, George Bush y Borís Yeltsin, respectivamente, firmaron ayer en el Kremlin en Moscú el acuerdo de reducción de armas estratégicas STAR. T II, que consolida la supremacía nuclear norteamericana y supone la renuncia de Moscú a sus misíles más temibles, los cohetes balísticos intercontinentales SS- 18 de cabezas múltiples, y a la filosofía de la destrucción mutua garantizada (MAD). Bush y Yeltsin estamparon su nombre al pie de¡ tratado a las 12 de la mañana en la sala VIadímir, del Kremlin, en un acto oficial que concluyó con una copa de champaña.

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"Como presidente y comandante en jefe puedo decir que el tratado no debilita la seguridad de Rusia, sino que la refuerza", afirmó Yeltsin en la alocución que siguió al apretón de manos de rigor con Bush, quien el próximo día 20'deberá transferir sus poderes a Bill Clinton.

El desmantelamiento de las armas nucleares previsto en el tratado "cuesta menos" que su mantenimiento, agregó Yeltsin, quien se mostró seguro de que el Parlamento ruso ratificará el documento, aunque "puede haber sus dificultades". "No se puede ocultar que parte de los diputados está en contra del tratado y en contra de cualquier cosa positiva, en una postura de rechazo total, y el hecho de que apoyen la política agresiva de Irak basta para definirlos, pero no son mayoría", afirmó Yeltsin.

"La mayoría", agregó, "cree en la razón y el sentido cornún". Un grupo de diputados participó en las negociaciones ruso-norteamericanas que pusieron a punto el START II la semana pasada en Ginebra, señaló -el presidente.

Bush mostró análoga confianza sobre las perspectivas de ratificación en el Legislativo norteamericano. "Puedo predecir con seguridad que este tratado será ratificado rápidamente por el Congreso", señaló Bush, que calificó el acuerdo de "equilibrado". El interés de Clinton en mantener las relaciones ruso-norteamericanas al nivel actual es máximo, aseguró.

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Yeltsin elogió la gestión de su "amigo George" y reveló que ha propuesto ya a Clinton celebrar una reunión de trabajó en un país neutral inmediatamente después de su toma de posesión.

Yeltsin aseguró que el START II es "ventajoso" tanto para los dos Estados firmantes como para los terceros países, y no dio una respuesta directa a una pregunta sobre el mantenimiento de la paridad estratégica entre Rusia y EE UU tras la puesta en práctica del Tratado. Las cabezas nucleares que permanecerán en territorio ruso, dijo, son un "poderoso escudo nuclear" contra "agresiones inesperadas de cualquier parte".

El START II prevé la reducción de los arsenales estratégicos en dos etapas hasta un total de 3.000 a 3.500 cabezas por cada una de las partes antes del 1 de enero del año 2003. En julio de 199 1, cuando el presidente soviético Mijaíl Gorbachov y George Bush firmaron el tratado START I, el número total de cargas nucleares era de más de 20.000, repartidas casi por igual entre la URSS y EEUU.

Uno de los puntos básicos del START II es la total desaparición de los 308 misiles SS- 18 que, con sus diez cabezas y su radio de acción de 11.000 kilómetros, forman la columna vertebral del arsenal estratégico ruso. La destrucción de los misiles MX norteamericanos, dotados también de múltiples cabezas, no compensa esta circunstancia porque el centro de gravedad del arsenal estratégico de EE UU no es su componente terrestre instalada en silos, sino a bordo de submarinos.

Armas submarinas

Cada parte reduce la cifra de cabezas nucleares en los misiles balísticos a bordo de submarinos a un nivel justo por encima de las 1.700 unidades, lo que obliga a rebajar a la mitad las cabezas nucleares norteamericanas. Sin embargo, nada impide a Washington conservar sus submarinos nucleares más modernos, 18 Trident, portadores de cohetes con múltiples cabezas. El arsenal a bordo de los Trident equivale a un potencial nuclear de primer golpe al que Rusia no puede contraponer los misiles instalados a bordo de submarinos, menos sofisticados que los norteamericanos, ni los SS-18 que debe ahora desmantelar.

El Tratado altera radicalmente la contabilidad de las cargas nucleares en bombarderos pesados que, a diferencia de lo que preveía el START I, se registrarán ahora en términos reales y no de una forma global. Contempla también la posibilidad de que los rusos inspeccionen los bombarderos norteamericanos B-2.

En la ceremonia de firma del tratado, aparte de los huéspedes norteamericanos, estaban presentes los principales dirigentes rusos, incluido el primer ministro, Víktor Chernomirdin, y el ministro de Defensa, Pavel Grashev, así como el vicepresidente, Alexandr Rutskoi, y el ministro de Exteriores, Andréi Kózirev.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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