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FRANCIA | Guerra civil en Libia

El Elíseo acoge hoy la reunión clave para organizar la intervención militar

Antonio Jiménez Barca

Nicolas Sarkozy, un dirigente que se crece en los grandes desafíos y naufraga en los asuntos domésticos, va camino de liderar la coalición internacional formada para derrocar a Gadafi. Francia ha jugado un papel clave a la hora de impulsar la intervención militar en Libia y tendrá una misión también clave en la planificación y en la ejecución de esa intervención. Una prueba: el Elíseo acogerá hoy una cumbre, organizada en un solo día y que resultará "clave" a la hora de determinar el ataque, en palabras del ministro de Asuntos Exteriores francés, Alain Juppé. "Todo está preparado", aseguró Juppé, "pero la reunión de mañana [por hoy] será el lugar para analizar las declaraciones del alto el fuego de Trípoli y sacar conclusiones". Y concluyó: "Lo repito: todo está preparado. Pero ahora mismo no puedo dar un calendario más concreto". Un paso más allá fue el embajador francés en la ONU, Gerard Araud, al señalar, en declaraciones a la BBC, que la reunión de hoy "será un buen momento para enviar la última señal" al régimen de Trípoli. "Creo que tras la cumbre, en las siguientes horas, se desencadenará la intervención militar", concretó Araud.

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Entre otros, a esta reunión asistirá el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon; la alta representante de la UE para Asuntos Exteriores, Catherine Ash-ton; el presidente permanente de la UE, Herman Van Rompuy, así como representantes de la Liga Árabe y la Unión Africana, y jefes de Estado como José Luis Rodríguez Zapatero o Angela Merkel.

La votación del Consejo de Seguridad de la ONU tras la intervención de Juppé y la puesta en marcha de la coalición internacional ha supuesto un éxito de la diplomacia francesa, que hace tan solo dos semanas era criticada -por sus propios diplomáticos incluso- por el escaso peso jugado en la reciente ola de transformaciones en el mundo árabe y, en concreto, por su tibieza a la hora de apoyar al movimiento tunecino que derrocó al presidente Ben Ali, origen de toda la cadena de revoluciones.

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Pero todo ha cambiado en los últimos días. Decidido a virar en redondo, Sarkozy sustituyó a la criticada ministra de Asuntos Exteriores, Michèle Alliot-Marie, y nombró a Juppé. La semana pasada, el presidente francés se convertía en el primer jefe del Estado que reconocía oficialmente al opositor Consejo Nacional como legítimo representante del pueblo libio, rompía con Gadafi y prometía intercambiar diplomáticos con Bengasi, el feudo de la rebelión.

Aunque mañana hay elecciones cantonales, toda la actividad política de Francia giró ayer en torno a Libia. Sarkozy se reunió a primera hora con el primer ministro, François Fillon, y los miembros del Estado Mayor francés para coordinar la participación militar. Horas después, Fillon se entrevistaba con representantes del Parlamento para informarles.

La iniciativa goza en Francia de un amplísimo respaldo político. El exministro socialista Laurent Fabius se alegró de la resolución de la ONU y solo le puso la pega de que era "tardía". "Por supuesto, yo la habría votado", añadió. También los partidos de centro y algunos de extrema izquierda han saludado la iniciativa. Solo el Frente Nacional ha denunciado, mediante un comunicado, la injerencia que supone la coalición y que se vulnere "el derecho internacional".

Mientras, las fuerzas francesas se preparan para una eventual entrada en combate. El portaaviones Charles de Gaulle, atracado en Tolón, se encuentra listo para zarpar, al igual que el grupo aeronaval que le escolta.

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Sobre la firma

Antonio Jiménez Barca
Es reportero de EL PAÍS y escritor. Fue corresponsal en París, Lisboa y São Paulo. También subdirector de Fin de semana. Ha escrito dos novelas, 'Deudas pendientes' (Premio Novela Negra de Gijón), y 'La botella del náufrago', y un libro de no ficción ('Así fue la dictadura'), firmado junto a su compañero y amigo Pablo Ordaz.

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