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La masonería italiana puede estar detrás del terrorismo y el golpismo

Juan Arias

Los registros policiales en centros del Gran Oriente de Italia y la acusación lanzada contra el maestro de una de sus logias, la P2 (Propaganda), de carácter secreto, Licio Gelli, de delito de acción subversiva ha levantado la sospecha de que la masonería pueda estar detrás del terrorismo izquierdista y las intentonas golpistas neofascistas, así como de turbias operaciones financieras.Las últimas acciones de la policía han provocado una gran conmoción dentro de la masonería italiana, donde la logia P2, la única secreta, ha sido siempre objeto de sospechas de operaciones turbias, hasta el punto que se han interesado por ella los jueces de Milán y de Brescia. Su gran maestro, Gelli, que ha sido sometido a una acusación judicial, ha escapado al extranjero.

La decisión de registrar tres centros importantes romanos de la secta masónica más importante, el Gran Oriente, fue adoptada por el fiscal Doménico Sica a raíz de los documentos encontrados en el chalé del maestro de la P2. Al parecer, uno de los documentos era una lista oficial de los adeptos a esta logia, que es ilegal por su carácter secreto, ya que la Constitución italiana, que da total libertad de asociación, prohíbe asociaciones clandestinas.

Uno de los nombres más espectaculares de esa lista, según algunas indiscreciones periodísticas, es nada menos que el del general Carlo Alberto dalla Chiesa, responsable de todos los carabinieri de la región de Lombardía y gran luchador contra el terrorismo de extrema izquierda. Pero el general ha explicado rápidamente que él no pertenece a esa logia y que sólo hace cinco años había pedido ingresar como «infiltrado», es decir, para conocer desde dentro lo que allí estaba pasando.

De esta logia P2 se han escrito cosas muy duras: desde que era un centro coordinador del terrorismo y de golpes de Estado fascistas hasta que, a través de ella, grandes personalidades de las finanzas organizaban sus operaciones más turbias.

Ya el fiscal Vittorio Occorsio había decidido en 1979 hacer una investigación sobre esta logia, sospechando que en ella pudiera haber golpistas de ultraderecha; pero fue asesinado ese mismo año por Pierluigi Concutelli, jefe militar de Orden Negro, la asociación neofascista romana.

El fiscal Sica, que ha dado orden de registrar los centros romanos del Gran Oriente, que cuenta en Italia con 18.000 adeptos y quinientas logias, ha podido examinar una carta del maestro Licio Gelli a los adeptos de su logia en la que les comunicaba que la agencia periodística OP iba a publicar «denuncias contra los hermanos masones». Precisamente el director de esta agencia fue asesinado. sin que se haya podido descubrir a los autores del atentado.

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El magistrado Ugo Zilletti, que había sustituido a su compañero asesinado Giuseppe Bachelet como vicepresidente de la Magistratura italiana, se ha visto obligado a dimitir estos días a causa de los documentos encontrados en casa del maestro masón de la P2. Y ahora se ha sabido que el magistrado Bachelet, cuando fue asesinado por las Brigadas Rojas en la Universidad de Roma, llevaba en sus manos una bolsa llena de documentos secretos que nunca ha aparecido.

Hay quien sospecha que, se trataba de una investigación que estaba haciendo precisamente sobre la logia P2 y sus posibles connivencias con el terrorismo. Esta vez ha sido el Gobierno mismo quien ha dado todo el apoyo a la Magistratura romana para que investigue a fondo, «caiga quien caiga». Y esto porque siguen en el aire grandes interrogantes: ¿quién está detrás o encima de las Brigadas Rojas? ¿Quién es la verdadera cabeza o el gran viejo, como le llamó una vez Bettino Craxi, secretario general del partido socialista, en una famosa intervención ante el Parlamento?

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