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Vladivostok, ciudad cerrada

La perla del Lejano Oriente soviético languidece por falta de libertad

Pilar Bonet

Sobre las ondulantes colinas que rodean la bellísima bahía del Cuerno de Oro y en torno a la estación término del ferrocarril Transiberiano, Vladivostok, el principal puerto soviético del Lejano Oriente y la sede del mando de la Flota soviética del Pacífico, languidece por falta de libertad. VIadivostok sigue clasificada como ciudad cerrada para el extranjero cuando están a punto de cumplirse cinco años desde que Mijaíl Gorbachov hiciera su primer gran discurso de apertura asiática en esta ciudad de 650.000 habitantes, comparada con San Francisco por su poder de seducción. El reciente viaje de Gorbachov a Japón ha defraudado las esperanzas que la élite dirigente de VIadivostok había depositado en la visita para abrir de par en par las puertas a una integración económica con los países vecinos del Pacífico.

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"La apertura de VIadivostok es clave. Para que este problema se resuelva necesitamos una decisión del Gobierno central", afirma VIadímir Kuznetsov, presidente del comité ejecutivo del sóviet de la región, que en VIadivostok, de acuerdo con la tradición rusa es simplemente "el gobernador".El gobernador, un graduado del prestigioso Instituto de Relaciones Internacionales (IMEMO) de Moscú especializado en Latinoamérica, tiene 37 años y llegó a Vladivostok en 1987 atraído por las perspectivas de la política asiática que Mijaíl Gorbachov había enunciado el año anterior.

Creía que la vida cobraría una nueva dinámica, que esto dejaría de ser una fortaleza militar y que se podría comparar con lo que fue a principio de siglo", dice Kuznetsov en su despacho con vistas al puerto desde donde se oye a las gaviotas.

Deportivo y en mangas de camisa, el gobernador opina que los militares soviéticos, con su ,estilo de pensamiento formado en los años treinta", impiden la apertura de VIadivostok, aunque públicamente nadie, ni el jefe máximo de la Flota del Pacífico, almirante Jvatov, reconozca oponerse a ello.

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El viaje de Gorbachov

En otoño, dice, el entonces ministro de Exteriores Edvard Shevardnadze le envió un telegrama en el que le aseguraba que haría todo lo posible para anular el estatuto de ciudad cerrada de VIadivostok. El gobernador confiaba en que Gorbachov hiciera tal anuncio en Japón, pero Kuznetsov ni siquiera pudo acompañar al líder soviético a Tokio, tal como estaba previsto.

Una hora antes de emprender viaje le informaron de que su nombre no Figuraba en. la delegación oficial. Ahora se dispone a pedir al Comité de Defensa del Sóviet Supremo de Rusia que averigue qué "terribles secretos" se guardan en Vladivostok.

Las llaves de VIadivostok están en el Estado Mayor del Ministerio de Defensa de la URSS, en Moscú, a más de 9.000 kilómetros y siete horas de diferencia, ocho horas de vuelo o seis días en el tren que parte cada noche del edificio porticado que parece surgido de un cuento ruso a la orilla del mar.

El Ministerio de Defensa de la URSS frena el desarrollo económico de VIadivostok al mantener cerrada la ciudad, cuyo acceso estaba también vedado a los soviéticos hasta 1987, opina Kuznetsov.

VIadivostok está entreabierta, porque si estuviera cerrada a cal y canto, este reportaje no habría sido posible. Al puerto llegan buques con pabellón estadounidense, delegaciones chinas y surcoreanas, politólogos, turistas y representantes comerciales extranjeros, pero lo hacen tras un burocrático y lento proceso del que el Estado Mayor tiene la última palabra.

Nadie controla la entrada en ,Vladivostok, y el Ministerio de Defensa parece incluso dispuesto a cerrar los ojos si un grupo de japoneses con visado válido sólo para la vecina ciudad de Najodka es conducido a Vladivostok por guías soviéticos e incluso duermen en casas particulares para evitar las formalidades del hotel.

Tras la experiencia de Europa del Este, los militares no parecen dispuestos a aceptar las consecuencias que el cambio oficial de estatuto supondría. Tal vez cerrar o trasladar instalaciones en una ciudad acogedora para instalarse -quien sabe en qué condiciones- en otro puerto del Pacífico.

Rafic Allev, director del Instituto de Economía y Estudios Oceánicos Internacionales, es otro graduado del IMEMO caído en la trampa de las perspectivas de VIadivostok. Aliev cree que las puertas de la ciudad no sólo no se abren, sino que se cierran tras una relativa apertura, que parecía irreversible a finales de 1990.

Con gran optimismo, Aliev apalabró entonces con los japoneses acuerdos de colaboración que ahora, asegura, están en peligro. "La apertura de Vladivostok no encaja con la política militar de la URSS en el Lejano Oriente", señala Aliev, para quien "una nueva espiral de modernización de la Flota del Pacífico" frena el cambio de estatuto de VIadivostok.

Amparándose en datos del Pentágono norteamericano, Aliev cree que la Flota soviética está "modernizando sus cohetes en submarinos, emplazando divisiones nuevas con nuevos tipos de cohetes" y sustituyendo su armamento viejo por armamento nuevo. La paridad estratégica entre la URSS y EE UU hace pasar a nivel regional la actividad militar, opina, y a los militares les parece que "aquí somos débiles".

Pese al aislamiento que se inició en los treinta, Vladivostok, centro de la intervención militar contra los bolcheviques y refugio de fugitivos blancos tras la revolución de 1917, no ha perdido un aire cosmopolita que contrasta con las provincias del interior de Rusia.

Complejo abastecimiento

Frente a las villas que fueran de las navieras pasan los coches japoneses de segunda mano que inundan la ciudad. Las pescaderías venden cangrejo, caviar fresco, varios tipos de salmón, rape, lenguado, caracoles y calamares, en un surtido más que aceptable en Occidente. Pero los habitantes de VIadivostok dicen que el abastecimiento ha empeorado. Antes, afirman, había ostras y langosta, y además escasean la carne y los productos lácteos.

El abastecimiento de Vladivostok, donde más del 80% de la industria es de jurisdicción estatal y más del 50% de los bienes de consumo vienen de otras partes de la URSS, está hoy integrado en un modelo centralizado "suicida", según Valeri Luzenko, presidente de la Asociación de Empresarios de la región de Primorie. Si Vladivostok y su región integraran su economía en su ámbito natural del Pacífico, la lámina de hierro que se trae de los Urales, a 5.000 kilómetros de distancia, podría importarse desde Corea del Norte, a un centenar de kilómetros; las verduras y frutas, en vez de llegar de Bielorrusia y Moldavia, podrían cultivarse en Vietnam, y el trigo llegaría por vía marítima dírectamente desde Canadá o EE UU y no daría la vuelta al mundo por Odesa y Kazajstán.

VIadivostok se cree con derecho a ser la capital del Lejano Oriente soviético, pero otras ciudades, como Jabarovsk o Najodka, aprovechan su apertura para desarrollarse rápidamente. En Najodka está prevista una zona económica libre que se inspirará en China y en cuyo desarrollo trabajan especialistas occidentales. "Aquí hacemos algunos negocios, pero los grandes proyectos que exigen muchos millones de dólares están parados por culpa de la inestabilidad política", afirma Kuzenko.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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