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El conflicto libio | El fin de la dinastía

La Haya reclama a Saif al Islam para juzgarlo

Dos periodistas afirman haber entrevistado al hijo y mano derecha de Gadafi en un hotel de Trípoli

Isabel Ferrer

La justicia internacional vivió ayer una jornada agitada y plena de incertidumbre. La presunta captura de Saif al Islam, segundo de los ocho hijos de Muamar el Gadafi, por las tropas rebeldes libias, derivó en un tira y afloja entre la Corte Penal Internacional (CPI) y el Consejo Nacional de Transición libio (CNT). Al litigio se añade el hecho de que esta madrugada, dos periodistas dijeron haberle entrevistado en Trípoli.

La Corte Penal Internacional (CPI) reclamó la entrega del hijo de Gadafi. Su fiscal jefe, Luis Moreno Ocampo, le considera "responsable indirecto de la represión desatada contra los civiles entre el 15 y el 20 del pasado febrero", y le acusa por ello de crímenes contra la humanidad. Si bien la Corte espera que sea procesado por sus jueces, los rebeldes libios no se ponen de acuerdo sobre el futuro del vástago llamado en su día a suceder a Gadafi. Tras varios contactos oficiales entre la CPI y los responsables del Consejo de Transición, la situación quedó en tablas.

Los rebeldes someterán a votación la eventual extradición de Saif al Islam a La Haya, sede de la Corte. El fiscal Ocampo, por su parte, aseguró que apoyaba "los esfuerzos de las autoridades por estabilizar el país". También prometió "seguir investigando los crímenes cometidos en Libia contra los libios". No hay que olvidar que el propio Gadafi es el principal imputado, y sobre él pesa desde junio una orden de arresto oficial. Lo mismo ocurre con Abdulá Senusi, su jefe de los servicios de espionaje.

En un giro inesperado, periodistas de la BBC y la agencia France Presse afirmaron haber visto esta madrugada a Saif al Islam en Trípoli. El primero, en el hotel de los periodistas internacionales; el segundo, en el complejo de Bab el Azizia, al que fue conducido en visita guiada por el régimen. "Trípoli está bajo nuestro control, que quede claro. Todo va bien [en Trípoli]", señaló Saif al Islam a la agencia de noticias francesa. Con respecto al paradero de su padre, el heredero político de Gadafi aseguró al reportero británico que "naturalmente" está en Trípoli y se encuentra bien. La cadena de televisión catarí Al Yazira se hizo eco de dichas informaciones.

Las negociaciones entre la Corte y el Consejo Nacional de Transición libio con respecto a Saif al Islam reflejaban los vertiginosos cambios provocados por la batalla final. Aunque los rebeldes no dan de momento muestras de revanchismo en su deseo de juzgar a sus prisioneros, las tensiones internas sobre el particular son evidentes. Saif, con un perfil político mucho más relevante que el de sus hermanos, puede convertirse en una baza de los insurgentes en la negociación con Gadafi si se confirma su detención.

Tampoco está claro el futuro de Mohamed, el primogénito, que el dictador libio tuvo con su primera esposa. Mohamed, empresario, está en arresto domiciliario tras haberse entregado a los rebeldes, aunque Al Yazira informó anoche de que había conseguido escapar. Un tercer hermano, Saadi, está en manos de los rebeldes. Jamis y Mutasim Gadafi seguirían luchando junto a su padre.

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Para la justicia internacional, la situación es complicada. Este es uno de los casos estrella de la CPI, que ha recibido del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas la orden de investigar los crímenes cometidos en Libia. Todo ha ido muy deprisa. Cien días después de que la comunidad internacional se organizara para derrocar a Gadafi, el fiscal Ocampo pidió el arresto del dictador. "Hay razones para pensar que concibió y orquestó un plan para atacar a la población", dijo. Luego convenció a los jueces para que ordenaran el arresto. "Tenemos pruebas suficientes para ir a juicio casi de inmediato", añadió el jurista. A pesar de ello, si los rebeldes demostraran ahora que los tribunales libios están en condiciones de organizar un juicio imparcial, la Corte podría delegar el caso a Trípoli. La justicia internacional solo actúa cuando no puedan, o no quieran hacerlo, las instancias locales.

Mientras se aclaran los aspectos legales del asunto, llega el fin del régimen de Gadafi. Con el dictador huido, la supuesta caída de su hijo Saif al Islam cerraría una sucesión segura hace solo unos meses. Bien parecido y buen comunicador, es la versión moderna de su progenitor. Al filo de la cuarentena y presentado como el rostro amable de un régimen brutal, es un economista (y pintor aficionado) que ha asegurado en el extranjero que su país era una democracia. Lo hizo, eso sí, entre grandes carcajadas. Aunque su papel era el de un diplomático contemporáneo, experto en aspectos comerciales y financieros, para la Corte Penal es un "primer ministro de hecho" que ejecutaba las órdenes paternas. En 2008 se doctoró en la London School of Economics.

En el exterior, Saif el Islam personificó los claroscuros del régimen libio. Así, en 2002 y 2003, jugó un papel esencial en el abandono por parte de Libia de las armas de destrucción masiva. También admitió que las seis enfermeras búlgaras acusadas en 1998 de haber infectado a 400 niños con el virus del sida no tuvieron un juicio justo. Reveló incluso que fueron torturadas. Después de su liberación, afirmó que había cerrado un trato con Francia para comprar armas. Las autoridades galas lo negaron. Sus múltiples viajes le hicieron popular fuera de Libia. Dentro, no se descarta que fuera un peón más en manos de su padre, poco dispuesto a ceder el poder.

La biografía de Haníbal, el pequeño de la familia, es curiosa. Detenido en Suiza hace tres años por maltratar a la servidumbre, su padre dejó de venderle petróleo al país helvético hasta lograr una disculpa. De momento, no aparece ubicado en el mapa de las revueltas.

Los jóvenes Gadafi tienen también una hermana, Aisha. De 35 años e hija de la segunda esposa del dictador, Safiya, fue embajadora de la paz de Naciones Unidas hasta febrero de 2011. Abogada de profesión, podría haber huido al extranjero.

Saif al Islam, ¿detenido?

- Mano derecha de Gadafi, que siempre le ha visto como su sucesor. Está considerado el rostro reformista del régimen. Tiene 38 años y estudió en la London School of Economics.

Saadi, detenido

- Nunca ha tenido relevancia política. Tiene 37 años y es conocido por su afición al fútbol: ha jugado en la Liga italiana y ha sido capitán de la selección nacional libia.

Mohamed, entregado

- Es el primogénito de Gadafi, hijo de su primera esposa. Nació en 1970. Responsable del Comité Olímpico libio y presidente de las compañías de correos y telefónica del país.

Jamis, en paradero desconocido

- Es policía y está al mando de su propia unidad especial, la Brigada 32. Tiene 28 años y supuestamente fue el responsable de la represión de las protestas en Bengasi.

Said al Arab, muerto en un bombardeo

- Era uno de los hijos más jóvenes del dictador (nació en 1982). Murió en un ataque de la OTAN el 30 de abril pasado. Poco se conoce de él, excepto que estudió en Alemania.

Mutasim, en paradero deconocido

- Teniente del Ejército, de 33 años. Está al frente de una unidad y es una figura clave de la guerra. Supuestamente organizó un golpe de Estado contra su padre, que le perdonó.

Aisha, en paradero desconocido

- Abogada de 34 años, formó parte del equipo legal que defendió al iraquí Sadam Husein, ejecutado en 2006. Está casada con un primo de su padre.

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