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El conflicto de Oriente Próximo

Israel asalta la legalidad internacional

El Ejército israelí mata al menos a nueve activistas en el ataque al convoy de seis barcos - La ayuda humanitaria intentaba romper el bloqueo para llegar a Gaza

Les habían llamado terroristas durante semanas. Los activistas que intentaban romper el bloqueo de Gaza con una flotilla improvisada eran, según el Gobierno israelí, tipos peligrosísimos vinculados con el islamismo violento. Pero cuando decidieron interceptarlos, aún en aguas internacionales, los soldados abordaron las naves sin ninguna precaución, descolgándose desde helicópteros. Bastó con que unos cuantos de los embarcados agredieran a los primeros militares para que se formara el caos en cubierta y los asaltantes usaran sus armas. El resultado fue una matanza aún no cuantificada. El Ministerio de Defensa israelí informó anoche de nueve muertos, si bien otras fuentes elevaban esa cifra a 19. El asalto causó indignación en todo el mundo.

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Israel se colocó en una situación muy comprometida y abochornó a sus aliados. Turquía, uno de ellos, retiró a su embajador de Tel Aviv. Una organización islamista turca, la IHH, vertebraba la flotilla y el barco donde hubo muertos, el Mavi Mármara, llevaba la bandera turca. Cientos de manifestantes intentaron asaltar el Consulado israelí en Estambul. El Gobierno turco habló de "terrorismo de Estado" y solicitó que actuara el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. La ONU, la Unión Europea y la Liga Árabe convocaron reuniones de urgencia para analizar la crisis.

Existía una práctica unanimidad en que la actuación de los militares israelíes había sido cuando menos desproporcionada. El primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, canceló el encuentro con Barack Obama que tenía previsto para hoy en Washington y volvió a Israel desde Canadá, donde se encontraba en visita oficial.

Ni Netanyahu ni los ministros de su Gobierno admitieron, sin embargo, haber cometido el más mínimo error. Todo lo contrario. Felicitaron a las Fuerzas Armadas e insistieron en que la flotilla de seis barcos, tres con pasajeros y tres cargados de medicinas, alimentos y material de construcción, formaba parte de una maniobra del terrorismo islamista. El primero en comparecer ante la prensa fue el viceministro de Asuntos Exteriores, Danny Ayalon, considerado uno de los miembros más moderados del Gabinete israelí. Y bastaron las palabras con que comenzó su comunicado para hacerse una idea del tono general: "Una armada de odio y violencia..."

Como en Gaza, hace dos inviernos, Israel actuó a puerta cerrada. No dio listas de muertos ni de heridos. Ni siquiera ofreció cifras. Al cierre de esta edición se hablaba de nueve víctimas mortales entre los pasajeros del Mavi Mármara, aunque un comunicado militar se había referido a "al menos 10 muertos" y otras fuentes elevaban el número a 19. Nadie, ni los familiares, pudo contactar con las más de 600 personas que navegaban rumbo a Gaza. Era imposible saber quién estaba muerto, quién herido y quién permanecía detenido bajo la acusación de "inmigración ilegal".

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Tampoco se conocía anoche con una mínima exactitud cómo se habían desarrollado los acontecimientos. Existía una sola versión, la de las autoridades israelíes, según las cuales el abordaje se había desarrollado sin incidentes en cinco de las naves y en una, la Navi Mármara, había sido acogido "de forma premeditada" con durísimos ataques a los soldados, dos de los cuales sufrieron heridas de gravedad. En un caso, según esa versión, un soldado fue herido de bala. El disparo procedía, dijo el Ejército, de un arma arrebatada a un soldado al que habían apaleado.

Todo comenzó hacia las 4 de la madrugada, cuando no había amanecido todavía y la flotilla se encontraba lejos de las 20 millas que marcan las aguas territoriales que Israel considera suyas, pese a no tener presencia en Gaza. Los barcos estaban a unas 70 millas náuticas de la costa. En ese momento se cortaron las comunicaciones con los tripulantes y pasajeros de la flotilla, que desde hacía rato alertaban a sus familiares y a la prensa extranjera de la presencia de numerosos buques militares israelíes, y comenzó el asalto.

Habría que deducir lo ocurrido a partir de unas cuantas filmaciones, algunas captadas por activistas de la flotilla con teléfonos móviles, otras captadas por militares israelíes. En las primeras se ve una bandera blanca izada sobre el Mavi Mármara, personas en pánico, heridos y lo que parece un empujón o un golpe a un soldado. Las imágenes publicadas por la tarde por el Ministerio de Defensa, filmadas desde un helicóptero, muestran una tremenda confusión en la cubierta superior del barco turco.

Parece claro que los soldados que se descolgaban desde helicópteros sobre el Mavi Mármara fueron recibidos violentamente. Uno de ellos fue agredido y arrojado a la cubierta inferior, donde, según los militares, quedó inconsciente. Otros fueron apaleados con barras de hierro, atacados con cuchillos o golpeados con bolsas de canicas. En otras imágenes publicadas por el Ministerio de Defensa se ven tirachinas y bolsas de canicas sobre la cubierta, una vez concluido el ataque.

También parece claro, por otra parte, que el asalto fue planificado de forma lamentable, sin considerar siquiera que algunos de los activistas (en las imágenes de los enfrentamientos parece participar solo una pequeña parte del pasaje de la nave) pudieran ofrecer resistencia. Los soldados portaban rifles cargados con bolas de goma. En cuanto los primeros en abordar la Mavi Mármara comunicaron a los mandos que estaban siendo atacados y que su vida corría peligro, recibieron la autorización de usar sus pistolas y fuego real, y lo hicieron. El resultado fue la matanza.

Habrá que esperar a hoy, o a los próximos días, para escuchar los testimonios de los activistas y saber con más precisión qué ocurrió. Al menos una parte de la versión del Ministerio de Defensa israelí resulta poco creíble: en las otras naves, donde supuestamente nadie opuso resistencia, también hubo heridos, como pudo comprobar este periódico hablando brevemente con algunos de ellos mientras eran ingresados en camilla en un hospital de Ashkelon.

En cualquier caso, la imagen internacional del Gobierno israelí, poco lucida desde hace años, resultó gravísimamente deteriorada. El asalto naval de madrugada tuvo, pese a su escala mucho menor, efectos parecidos a la Operación Plomo Fundido que devastó Gaza en enero de 2009. El empeño israelí en mantener a toda costa el bloqueo de Gaza ya no es comprendido por casi nadie. El bloqueo no ha debilitado a Hamás, el partido en el poder (considerado terrorista tanto por Israel como por la Unión Europea y Estados Unidos), sino más bien al contrario, y ha reducido a la población del pequeño territorio, 1,5 millones de personas, a una situación de precariedad extrema. No hay hambruna, pero sí carencias hospitalarias, casas semidestruidas, casos de malnutrición y una desesperación generalizada.

"Nos lo esperábamos, sabíamos que la flotilla no podría romper el bloqueo, pero no contábamos con tanta violencia; habíamos preparado un recibimiento que se ha convertido en protesta, eso es todo. Confiamos en que, al menos, el mundo sea consciente de nuestra situación", dijo por vía telefónica un ciudadano de Gaza que prefirió no ver publicado su nombre.

En un primer momento, las autoridades israelíes temieron el estallido de una nueva Intifada. La comunidad árabe de Israel, casi el 20% de la población, estaba casi unánimemente indignada. Había al menos un diputado árabe-israelí a bordo de la flotilla, además del influyente jeque Raed Salah (del que durante unas horas se dijo que había sufrido heridas graves, aunque más tarde fuentes gubernamentales señalaron que estaba "bien"), parlamentarios de otros países, el escritor Henning Mankell y la premio Nobel de la Paz irlandesa Mairead McGuire. Pese a la indignación, las manifestaciones de protesta que se desarrollaron en las principales ciudades de Israel no fueron especialmente numerosas ni violentas y por la noche reinaba una relativa calma en el país, con incidentes puntuales.

La silueta de una patrullera israelí se recorta sobre uno de los barcos de la <b>flotilla</b> durante el asalto.
La silueta de una patrullera israelí se recorta sobre uno de los barcos de la flotilla durante el asalto.EFE
Abajo, lanchas israelíes regresan a puerto.
Abajo, lanchas israelíes regresan a puerto.EFE

La reciente cadena de atropellos

- Informe de Goldstone. Concluida la guerra de Gaza, en enero de 2009, Naciones Unidas encargó un informe al juez sudafricano Richard Goldstone para que investigara eventuales crímenes de guerra y contra la humanidad perpetrados durante las tres semanas de bombardeos. El informe fue demoledor. Goldstone atribuyó la comisión de crímenes de guerra al Ejército israelí y a Hamás. Murieron 1.400 palestinos, la mayoría de ellos civiles. La destrucción de la infraestructura económica

de la franja también fue condenada.

- Colonias judías en Cisjordania. El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, comenzó su mandato en enero de 2009 exigiendo a Israel la completa congelación de la construcción en los territorios ocupados, incluido Jerusalén Oriental. El Gobierno israelí rechazó la pretensión de la Casa Blanca. En noviembre de 2009, el Ejecutivo de Benjamín Netanyahu anunció una congelación parcial, que excluyó numerosas obras públicas en Cisjordania y Jerusalén Este. Y en marzo de este año, el vicepresidente Joe Biden sufrió un desaire en plena visita oficial a Jerusalén y Ramala. Se anunció la ampliación de 1.600 viviendas en una colonia ultraortodoxa de Jerusalén Oriental. Se habló entonces de la peor crisis diplomática entre Israel y Estados Unidos en 35 años.

- Asesinato de un jefe de Hamás en Dubai. Otro episodio embarazoso para el Gobierno israelí. En enero de este año, Mahmud al Mabhuh, un enlace entre Hamás e Irán, fue asesinado en su habitación de un hotel de Dubai por agentes del Mosad. Un mes después del asesinato se supo que la agencia de espionaje exterior había falsificado pasaportes de varios países aliados de Israel para ejecutar la operación. Un diplomático fue expulsado de la Embajada israelí en Londres y otro de la de Canberra (Australia). También fueron falsificados documentos de Alemania, Irlanda y Francia.

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