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El presidente de Afganistán, Babrak Karmal, cada vez más aislado

El presidente de Afganistán, Babrak Karmal, instalado en el poder desde diciembre por las tropas soviéticas, parece cada vez más aislado dentro del escenario político afgano, comentan fuentes diplomáticas occidentales.

Continúan las luchas intestinas entre las diferentes facciones del Partido Comunista afgano, e incluso tienden a agravarse desde que el mes pasado se reprimieran duramente los disturbios estudiantiles. Según ha afirmado en Kabul una fuente diplomática occidental, las luchas entre las facciones parcham (bandera) de Karmal y Jalk (pueblo) del antiguo presidente Taraki, han sido saldadas con unos veinte muertos en Kabul, y al menos el doble en Kandahar, la gran ciudad del sur del país. Estas bajas se han producido en las dos últimas semanas.El 9 de junio, Karmal reconocía la gravedad de las dificultades ante las que se encuentra su régimen. Dirigiéndose en su palacio a una asamblea de funcionarios y notables llegados de la provincia de Paktya (este del país), Karmal dijo: «Mis compañeros me han hecho saber que ha sido fomentada una vasta conspiración. Nuestros enemigos proyectan dividir nuestra patria y repartirse los trozos».

Según una fuente diplomática, Karmal está cada vez más aislado dentro de su palacio, que está protegido por soldados soviéticos. Se rumorea en Kabul que atraviesa a veces «crisis de depresión». Un refugiado afgano en Pakistán, que dice conocer bastante bien a la familla de Karmal, ha indicado a la agencia France Presse que el padre del presidente se había negado en dos ocasiones a ver a su hijo, «porque venía rodeado de rusos».

La situación interna del Ejército es cada vez más precaria, dicen fuentes diplomáticas occidentales. La única división que no ha sido afectada hasta ahora por disturbios internos (la 17 División Blindada) ha perdido ochenta carros de combate en los campos de batalla desde el comienzo de la primavera. Los soviéticos le han proporcionado dieciocho tanques y dieciocho helicópteros para intentar compensar las pérdidas.

Fuentes rebeldes afirman que siete jefes de diversas unidades han rehusado hace un mes transmitir su mando a los sucesores que habían sido designados por las autoridades. El Gobierno, por su parte, habría renunciado a sancio narles.

El régimen de Karmal está lejos de haberse recuperado de los disturbios estudiantiles de mayo, estiman los diplomáticos. Las escuelas están abiertas, pero son pocos los estudiantes que asisten a los cursos. Al Instituto de Agronomía sólo acuden treinta de los 160 alumnos matriculados.

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En el terreno social, la situación sigue siendo igualmente tensa. En las fábricas textiles de Gulbarar (al norte de Kabul), novecientos obreros han vuelto al trabajo, pero cerca de 6.000 rehúsan trabajar, afirmando que «han recibido amenazas de muerte si vuelven al trabajo», según se cuenta en los medios diplomáticos occidentales de Kabul.

En la fábrica de productos plásticos de Kabul, los disturbios se produjeron el 31 de mayo, cuando un obrero fue detenido por negarse a aceptar unos zapatos donados a la fábrica por la Unión Soviética. Sus compañeros se manifestaron violentamente y obtuvieron su liberación. Al día siguiente, los trabajadores devolvieron todos los zapatos que habían recibido como regalo.

Por otro lado, en el terreno militar, el Ejército soviético tiene bastante trabajo desde principios de este mes. Si las fuentes diplomáticas occidentales (como también las organizaciones rebeldes de Pakistán) califican de «irreales» y «fantasiosas» las informaciones que llegan de Nueva Delhi, afirmando que «Kabul está amenazada por 10.000 ó 20.000 guerrilleros», se admite que se han producido abundantes infiltraciones de combatientes musulmanes en la periferia de Kabul.

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