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El Kremlin abre un nuevo juicio contra Jodorkovski

El antiguo magnate está acusado de robar 20.000 millones

Mijaíl Jodorkovski -que se encuentra en la cárcel desde octubre de 2003 después de ser el hombre más rico de Rusia y su petrolera, Yukos, la que más rápidamente se desarrollaba- deberá enfrentar un nuevo juicio en el que podría ser condenado a 22 años de prisión. A Jodorkovski se le acusa de haberse apropiado de 896.000 millones de rublos o unos 19.684 millones de euros, suma astronómica que poco tiene que ver con la realidad, según políticos y observadores independientes que ven en el nuevo proceso un intento del Kremlin de pudrir en la cárcel al ex oligarca. El mismo Jodorkovski se muestra tranquilo en vísperas del proceso que comienza hoy en Moscú y promete "garantizar" un "espectáculo interesante".

El ex propietario de la petrolera Yukos puede ser condenado a 22 años de prisión
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Jodorkovski se enfrenta a 22 años de cárcel en un nuevo juicio

Jodorkovski respondió ayer a tres preguntas en la página web khodorkovskycenter.com, donde dijo ver "señales de cambios institucionales positivos", aunque por el momento se traten sólo de indicios "primarios": "Intentos de surgimiento de una oposición normal, reacciones razonables a los acontecimientos internacionales de una parte de la élite en el poder, comienzo de toma de conciencia del sistema judicial como una rama autónoma del poder". La crisis, aunque dura, "es necesaria si se la utiliza correctamente". Por último, además de prometer un lindo espectáculo, aseguró que por su parte no habrá "intentos de engaño" durante el juicio.

El popular escritor Borís Akunin es quien mejor ha resumido lo que muchos sienten en Rusia con respecto al destino del multimillonario: "Precisamente en el caso de Yukos perdimos la independencia del poder judicial, sin la que no puede existir una sociedad democrática. Si se logra restablecer la justicia y la legalidad en el caso Jodorkovski, ello ayudará también a todas las otras víctimas de nuestra cojeante Temis [diosa griega de la Justicia]".

Mientras los abogados de Jodorkovski consideran que las acusaciones son "absurdas" -la suma de la que supuestamente se apropió es comparable a la producción total de Yukos en los años 1998-2003, el periodo en el que, según la fiscalía, cometió ese delito-, los políticos cercanos al poder justifican ya la presumible nueva condena al magnate.

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Así, el politólogo Serguéi Márkov, convertido ahora en diputado del partido gubernamental Rusia Unida, considera que Jodorkovski debería permanecer en la cárcel "mil años", porque no sólo "nunca ocultó que deseaba controlar el Parlamento", sino que también "su dinero continúa trabajando contra el Kremlin".

En los más de cinco años que lleva preso, Jodorkovski ha tenido que pasar por numerosas humillaciones, la última de las cuales ha sido la acusación de acosar sexualmente a un compañero de celda. Pero el tribunal del distrito Meshchanski de Moscú rechazó los cargos. Esas acusaciones pudieron estar motivadas por la necesidad de tener argumentos para negar -como se hizo- la libertad condicional al empresario, que tenía derecho a optar a ella por haber cumplido ya más de la mitad de su condena.

El Kremlin, según algunos observadores, no desea que Jodorkovski salga en libertad antes de las presidenciales de 2012. Como explica el analista Valeri Jomiakov, hay "altos funcionarios que piensan que podría aglutinar en torno a su figura a la oposición", sobre todo, tomando en consideración las consecuencias que tendrá la crisis económica. Para el ex primer ministro Mijaíl Kasiánov, el segundo juicio contra Jodorkovski es una prueba de que el presidente, Dmitri Medvédev, continuará la línea autoritaria de Vladímir Putin, su mentor.

El Kremlin no sólo se ha ensañado con Jodorkovski, sino también contra todos los ejecutivos de Yukos que permanecieron leales al magnate.

Dos moscovitas cuelgan un retrato de Jodorkovski durante una protesta delante de un tribunal de la capital rusa en noviembre de 2004.
Dos moscovitas cuelgan un retrato de Jodorkovski durante una protesta delante de un tribunal de la capital rusa en noviembre de 2004.AP

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