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El embajador de México en Madrid podría haber sido destituido

La inesperada renuncia el martes, a su puesto de embajador en España, del ex presidente mexicano Gustavo Díaz Ordaz, ha provocado en esta capital una ola de rumores, que van desde los que pretenden que el embajador no dimitió, sino que fue destituido -y ello a instancias del ex presidente Echeverría-, hasta aquellos otros que hablan de inminentes cambios en el Gabinete del presidente López Portillo y de renuncias en altísimos puestos de la Cámara y en la dirección del Partido Revolucionario Institucional.

Pocos son los que, en México, aceptan como veraz la versión dada por la secretaría de Relaciones Exteriores de que el embajador ha presentado su renuncia por razones de enfermedad -agravación de sus problemas oftalmológicos, según el comunicado- y más bien se atribuye su «dimisión» a sugerencia desde las más altas esferas, debido a las inoportunas declaraciones hechas en Madrid por Díaz Ordaz refiriéndose al «exabrupto de Echeverría, en septiembre de 1975, cuando pidió la expulsión de España de la ONU.«Yo les pido a los españoles que no nos juzguen a los mexicanos por lo que hizo uno solo. Estoy seguro que la mayoría no respaldó esos hechos, sino que los reprobó.» Así había dicho Díaz Ordaz, quien pocos días antes, a su salida de México para ir a tomar posesión de su embajada, afirmaba ser «el más antidiplomático de los diplomáticos», porque acostumbraba a decir las cosas claras.

En los ambientes políticos de México se comenta que al conocer estas declaraciones de su colega embajador en España, el señor Echeverría, nombrado poco antes embajador en la UNESCO, habría montado en cólera y, tomando el primer avión, se habría presentado ante el presidente López Portillo para protestar enérgicamente y exigir la destitución del ex presidente Díaz Ordaz.

Tensiones en el PRI

Mientras en la noche del martes la televisión mexicana buscaba por Madrid, sin encontrarlo, al ex embajador Díaz Ordaz, en México se afirmaba que Echeverría había salido hacia París, esa misma mañana, obedeciendo a órdenes del presidente López Portillo. Pero más tarde se confirmaba que todavía se hallaba en México. De Díaz Ordaz se dijo desde Madrid que había salido para Alemania, con el fin de someterse a un tratamiento para sus ojos. Lo que hizo exclamar a los mexicanos con sorna: «¿Acaso no conoce Díaz Ordaz al eminente doctor Barraquer?»En los círculos políticos mexicanos se estima que la renuncia -admsión que sea- de Díaz Ordaz es un ejemplo lamentable de «antidiplomacia». Díaz Ordaz estaba enfermo de los ojos hace nueve años y podía hacer aducido su padecimiento para no aceptar el cargo que le ofreció López Portillo. En cambio, en su primera conferencia de prensa, en el palacio de Tlatelolco, afirmó que López Portillo había cometido un error nombrándole embajador, por no tener el temple de diplomático.

Se sospecha en medios de observadores la existencia de grandes tensiones en las altas esferas del poder y sobre todo en las del Partido Revolucionario Institucional (PRI) en las que las facciones echeverristas conservan aún una gran fuerza. Se prevé, por ello, una lucha a ultranza por el poder dentro del partido único que, al fin y al cabo, es el que designa a los primeros mandatarios aunque se pretenda que un presidente mexicano es omnipotente con la Constitución en la mano.

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Echeverría, se rumorea hoy, miércoles, desearía aprovechar la renuncia de su colega Díaz Ordaz para presentar la suya propia a la embajada cerca de la Unesco en París, que le resulta demasiado pequeña y muy incómoda, por tenerlo alejado de su cuartel general en México, que es el centro de estudios del Tercer Mundo, que él fundó y del que es presidente. Su nombramiento en la Unesco había sido interpretado como una clara maniobra contra él para alejarlo de las esferas políticas de México. Nombrando a Echeverría en París y a Díaz Ordaz en Madrid, López Portillo -afirman algunos comentaristas- deseaba eliminar los «ismos» que influían en la política nacional.

Si Echeverría recibió un duro golpe al ser designado para el puesto de embajador en la Unesco, ahora se ha sacado la espina al ejercer fuertes presiones para que se destituya a Díaz Ordaz. Circulan versiones de que Echeverría viajó a la isla de Cancun, en el Yucatán, con la excusa de encontrarse con el presidente del Parlamento Europeo, Emilio Colombo, pero que en realidad lo hizo para enfrentarse al secretario (ministro) de Relaciones Exteriores, Santiago Roel, quien dos días antes, interrogado sobre las declaraciones intempestivas de Díaz Ordaz en Madrid, había opinado que los embajadores tienen el derecho de decir «lo que les de la gana» si no van contra la Constitución. Un comentario de hoy en el periódico Novedades especula sobre el hecho que los embajadores «le caen demasiado grandes» al titular de cartera de Relaciones Exteriores.

Nuevos candidatos para Madrid

El comunicado de Relaciones Exteriores del martes afirmaba que el presidente López Portillo procedería rápidamente a nombrar nuevo embajador en Madrid. Y se hacen correr los nombres de Antonio Carrillo Flores, que fue canciller con Díaz Ordaz; de Sabino Fraga, que igualmente fue subsecretario con Díaz Ordaz, y circula también el del escritor Octavio Paz, que alzó su voz contra el nombramiento de Díaz Ordaz que, como se recordará, provocó una gran polémica al considerarle el primer responsable de los acontecimientos de la plaza de Tlatelolco, en 1968, que causaron la muerte a cientos de personas.Los cambios que pudieran producirse en el equipo ministerial de López Portillo, como algunos rumores pretenden, no serían de todos modos Inminentes por estar en vísperas del primer informe al Congreso que López Portillo hará el primero de septiembre próximo. Se da por cierto en medios de observadores diplomáticos en México que el presidente López Portillo deberá hacer uso de gran energía para calmar las aguas turbulentas que desde hace algunas semanas han comenzado a manifestarse en ciertos sectores políticos más relevantes del país.

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