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Apagón nuclear en Alemania

Merkel da marcha atrás a su plan nuclear

El Gobierno de centro-derecha alemán decide que en 2022 queden cerradas las 17 centrales del país - La canciller aprobó hace ocho meses una prórroga de 12 años

Como si nunca hubiera defendido otra cosa. Angela Merkel expuso ayer en Berlín su decisión de cerrar todas las centrales nucleares alemanas antes de que acabe 2022. Con esto, la coalición de centro-derecha que preside la canciller democristiana imprime un giro radical a su política energética, cuyo eje hasta marzo había sido la defensa de la energía nuclear.

Apenas han pasado ocho meses desde que la Unión Demócrata Cristiana (CDU) de Merkel y sus socios del Partido Liberal (FDP) postergaron el cierre previsto de las 17 centrales alemanas unos 12 años como media. Ahora, el Gobierno da marcha atrás y resucita los plazos de desconexión que en 2002 fijó la coalición entre socialdemócratas y verdes del entonces canciller Gerhard Schröder. Merkel habló ayer de la desconexión como "gigantesca oportunidad" económica y empresarial, que alentará "la investigación, la exportación y la creación de empleo". Se trata de liderar "la transición hacia la era de las energías eficientes y renovables".

Algunos expertos comparan el coste de la medida con el de la reunificación
El átomo abastece una cuarta parte de la demanda total del país
El Gobierno aprobará una nueva ley de energías renovables
El corazón del futuro sistema serán los parques eólicos marinos
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El desastre nuclear de Fukushima y la presión de la calle llevaron a Merkel a introducir en marzo una moratoria de tres meses sobre la ampliación de la vida útil de las nucleares que ella misma había aprobado en octubre. Esa decisión obligó a cerrar siete centrales. Según explicó ayer el ministro de Medio Ambiente, Norbert Röttgen, democristiano como Merkel, van a permanecer apagadas. Tampoco volverá a funcionar el llamado reactor de las averías de Krümmel, cerca de Hamburgo.

La CDU y el FDP se presentaron a las elecciones de 2009 defendiendo el uso de la energía nuclear como "tecnología puente". La moratoria de marzo supuso una claudicación sin precedentes, resultado de las masivas manifestaciones antinucleares y de la erosión electoral y demoscópica sufrida por democristianos y liberales. Todas las centrales atómicas alemanas serán desconectadas de la red en 2021. Solo las tres más modernas se mantendrán abiertas un año más "como colchón de seguridad" que evite apagones. Hasta 2013 seguirá como reserva fría -apagada, pero presta a volver a funcionar- una de las siete centrales que se desconectaron en la actual moratoria. No se ha decidido cuál.

El ambicioso plan plantea sin duda el "enorme reto" estructural del que ayer habló Merkel. Algunos expertos lo comparan con el esfuerzo económico y humano de la reunificación de las dos Alemanias en 1990. Para enfrentarlo, el Gobierno aprobará una nueva ley de energías renovables. Con ellas quieren cubrir el 35% de las necesidades alemanas antes de 2020. Para lograrlo, aplicarán novedosos sistemas de almacenamiento eléctrico y construirán centrales térmicas de gas que han de mantener uniforme la tensión en la red. El corazón del futuro sistema que dará luz a las ciudades y moverá las máquinas de la primera economía europea serán los parques eólicos marinos. Se fomentará también la construcción de molinos de viento terrestres, de centrales de biomasa y solares, así como la modernización de las redes eléctricas. También se subvencionarán las reformas en edificios que mejoren su aislamiento. Las centrales nucleares cubren hoy el 23% de la demanda energética en Alemania.

Políticamente, el ganador de ayer es el ministro Röttgen. Fue en 2010 el único ministro de Merkel que propugnó plazos más cortos de desconexión nuclear. Ayer se presentó de madrugada montado en bicicleta, sin corbata y con gesto satisfecho, para anunciar el nuevo acuerdo.

Dijo el ministro que es "consistente y consecuente". Consecuente, según se mire. La de ampliar la vida útil de las nucleares fue una de las decisiones más polémicas de Merkel. La canciller se enfrentó al escepticismo antinuclear de la mayoría de los alemanes, pero se ganó al mismo tiempo las simpatías de las grandes eléctricas y de la industria. Tildada a menudo de tibia y poco resolutiva, Merkel dio entonces el proverbial puñetazo en la mesa y emprendió uno de sus escasos giros a la derecha desde que logró deshacerse de los socialdemócratas y formar su segundo Gobierno, esta vez con los liberales. Pero Fukushima dio al traste con todas las ventajas de esta decisión. La sonora derrota de marzo en el feudo democristiano de Baden-Württemberg, donde la CDU gobernaba desde hacía 60 años, fue la primera factura extendida por los votantes a su política energética. En cambio, los verdes cosechan un éxito tras otro y ya gobiernan en Stuttgart uno de los länder más prósperos en industrializados de Alemania.

Si bien Merkel se ha puesto en el blanco del sector empresarial de su partido, el tradicionalmente pronuclear FDP acusará aún más el golpe que da a su credibilidad la decisión de ayer. Quizá un mero daño colateral para Merkel, puesto que el FDP sigue hundido en todas las encuestas y encaja una derrota tras otra en las regionales celebradas desde aquel excelente 14,6% que les permitió pactar en 2009 con el actual Gobierno. Merkel, experta superviviente, quiere pintar de verde sus esperanzas para las generales de 2013.

Angela Merkel conversa con los presidentes de la Comisión de Ética para el Suministro Seguro de Energía, Matthias Kleiner (izquierda) y Klaus Töpfer (segundo por la derecha). Al lado de este último, el ministro de Economía, el liberal Philipp Rösler.
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Uno de los reactores afectados por el tsunami en Fukushima.
Angela Merkel conversa con los presidentes de la Comisión de Ética para el Suministro Seguro de Energía, Matthias Kleiner (izquierda) y Klaus Töpfer (segundo por la derecha). Al lado de este último, el ministro de Economía, el liberal Philipp Rösler. ) Uno de los reactores afectados por el tsunami en Fukushima.JOHN MACDOUGALL (AFPREUTERS

Evolución de la política energética alemana

- 2002. La coalición que dirigía Gerhard Schröder, formada por socialdemócratas y verdes, fija por ley el fin de la energía nuclear para 2021.

- Septiembre de 2010. El Gobierno conservador de Angela Merkel impone una moratoria del calendario fijado por el anterior Ejecutivo y amplía en 12 años de media la vida útil de las nucleares. Queda desbaratado el plan anterior de cerrar las 17 plantas nucleares alemanas y alarga su existencia hasta 2036. Miles de manifestantes protestan contra la medida. - 8 de noviembre de 2010. Los ecologistas incrementan su ya de por sí poderosa presión y boicotean el tren que viaja de Francia a Alemania con residuos nucleares. Decenas de acciones, bloqueos y manifestaciones para impedir que el convoy llegue al depósito de residuos de Gorleben, en Baja Sajonia.

- 11 de marzo de 2011. Un tsunami en Japón causa un grave accidente nuclear en la central de Fukushima que marca la política nuclear alemana.

- 13 de marzo. Unas 60.000 personas salen a la calle contra la energía nuclear en Baden-Württemberg.

- 14 de marzo. El fuerte impacto del desastre de Fukushima en la opinión pública alemana, cuatro días después del tsunami, fuerza a la canciller a dar un giro de 180 grados en su política nuclear. Paraliza durante al menos tres meses la prolongación de la vida útil de las 17 centrales del país.

- 15 de marzo. Merkel anuncia que cerrará "temporalmente" las siete centrales nucleares que aún siguen en activo desde antes de 1980. También permanecerá fuera de servicio la planta atómica de Krümmel, apagada por una avería. Alemania desconecta así ocho de sus 17 centrales.

- 27 de marzo. El efecto de Fukushima cristaliza en resultados electorales. Los democristianos de Merkel sufren un duro revés electoral en favor de los ecologistas, y pierden Baden-Württemberg, el land donde gobernaban desde 1953. Desde entonces, Los Verdes lideran una coalición con los socialdemócratas.

- 30 de mayo. La canciller apuesta por el apagón nuclear.

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