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Reportaje:

Milagro en Chile, ¿pero de quién?

El presidente Piñera quiere erigir un santuario católico en la mina San José - La mitad de los 33 mineros atrapados pertenece a la pujante iglesia evangélica

Francisco Peregil

La cuesta de la mina San José parece un santuario lleno de altares levantados sobre piedras y cajas de cartón. En la tienda de campaña donde comen familiares, cooperantes y periodistas, se ha colocado una talla original de la virgen de la Candelaria, que fue encontrada allá por 1780 en una cueva de la vecina Copiapó, otra reproducción de más de un metro de la misma virgen, una escultura de san Expedito, otra escultura de la virgen de Andacollo, una imagen de Jesucristo y por, supuesto, otra de san Lorenzo, el patrón de los mineros.

El presidente conservador Sebastián Piñera, que ha comprobado cómo su popularidad ascendía 10 puntos en las encuestas desde que los mineros dieron señales de vida, ha prometido cerrar la mina y erigir allí mismo un santuario. ¿Pero a qué santo, a qué virgen? Un día llega al campamento desde Santiago el cardenal Francisco Javier Errázuriz para entregar 33 rosarios bendecidos por el Papa, y otro día, el pastor de la Iglesia del Séptimo Día Carlos Parra se las ingenia para enviar a los mineros 33 biblias protestantes en miniatura.

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El pasado lunes, a la caída de la noche, Parra acudió a la mina para rezar junto a los familiares. Pero no consiguió la autorización de las autoridades. "Al curita, sin embargo, lo dejarían entrar sin problemas y a mí, que he estado aquí desde el primer momento, no". Parra pretende decirle al presidente Piñera que, si llega a construir ahí un santuario, también "represente algo junto a él que recuerde el milagro de Dios". "Porque al fin y al cabo este milagro lo ha hecho Dios. Los familiares católicos, si han orado pidiéndole algo a San Lorenzo o a la virgen, han sido muy sinceros en su confianza en los santos. Y eso es digno de alabanza. Pero los evangélicos no nos vamos a inclinar nunca ante ninguna figura de santo. Por eso he pensado que en una roca se podría tallar una biblia abierta con el texto que hemos enviado a los mineros, perteneciente al salmo 40, del I al III: "Tú, Jehová, me sacaste del pozo de la desesperación...".

Parra calcula que la mitad de los 33 atrapados son católicos y la otra mitad evangélicos. "En Chile los evangélicos seremos, como mínimo, unos tres millones del total de 17 millones de habitantes. Es una cifra importante a la hora de tenerla en cuenta para unas elecciones", concluye el pastor.

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Las discrepancias se dan incluso dentro de las propias familias. El minero enterrado Ariel Ticona, de 29 años, cree con especial fervor en la Candelaria. Pero su padre, Héctor, se ha vuelto evangélico. "Mi hijo se enoja conmigo, porque él cree demasiado en la Candelaria".

También hay algún testigo de Jehová, como Elvira Valdivia, esposa del minero Mario Sepúlveda, quien ejerce de periodista y presentador en las grabaciones que mandan a la superficie. "Yo solía estudiar la Biblia y a ratos venía Mario conmigo. Nosotros sólo adoramos a Dios y a Cristo".

Por muy distintas que sean las creencias, en el campamento se respira un aire de armonía entre las familias. Sin embargo, el pastor lamenta que se esté diluyendo "la corriente de espiritualidad y solidaridad" que impregnó la región y el país durante los 17 días en que no se sabía nada sobre el estado de los 33 mineros. "El otro día un diario bromeaba con la idea de enviarles muñecas hinchables. Es como si ya estuvieran a salvo en la superficie. Pero aún queda mucho".

Un familiar de uno de los mineros atrapados junto a un altar levantado con piedras cerca de la mina de San José.
Un familiar de uno de los mineros atrapados junto a un altar levantado con piedras cerca de la mina de San José.AP

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Sobre la firma

Francisco Peregil
Redactor de la sección Internacional. Comenzó en El País en 1989 y ha desempeñado coberturas en países como Venezuela, Haití, Libia, Irak y Afganistán. Ha sido corresponsal en Buenos Aires para Sudamérica y corresponsal para el Magreb. Es autor de las novelas 'Era tan bella', –mención especial del jurado del Premio Nadal en 2000– y 'Manuela'.

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