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La OTAN se arma contra las bombas artesanales afganas

España ofrece su centro especializado en explosivos de Madrid a la Alianza

"Tenemos las fuerzas de combate que necesitamos", afirmó ayer el secretario general de la OTAN, Anders Fogh Rasmussen, refiriéndose a la aportación por parte de Estados Unidos y los aliados de los 40.000 soldados adicionales que el general Stanley McChrystal -el máximo jefe militar en Afganistán- reclamó el año pasado para combatir a los talibanes. "Es un auténtico logro", añadió el político danés.

En la nueva estrategia de combate, uno de los principales objetivos es la defensa de los soldados aliados contra las bombas de fabricación artesanal, el arma más letal de los talibanes, que han producido más del 60% de las bajas en la Fuerza Internacional de Asistencia a la Seguridad (ISAF, en sus siglas inglesas). Los ministros de Defensa de ISAF pactaron ayer en Estambul colaborar estrechamente contra esa amenaza. EE UU ofrecerá a los aliados los vehículos fuertemente blindados que ya no necesita en Irak y España pondrá a disposición de los otros países su centro contra explosivos de Hoyo de Manzanares, en Madrid.

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La reunión informal de los ministros de Defensa de los 44 países que participan en ISAF estuvo presidida por un nuevo tono de optimismo sobre el futuro de la guerra contra los talibanes. "He escuchado frases que nunca antes había oído", reconoció la ministra española, Carme Chacón. Frases del tipo: "Vemos luz al final del túnel". Rasmussen también se reconoció optimista sobre la eventual evolución de los acontecimientos y el propio Robert Gates, jefe del Pentágono, anunció que "la situación sigue siendo grave, pero no se deteriora".

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En Estambul fue perceptible el esfuerzo propagandístico por ofrecer la mejor cara ante un conflicto bélico que ya ha cumplido ocho años sin que termine de ofrecer resultados aceptables para la opinión pública. Incluso se anunció con luz y taquígrafos, y a petición del general McChrystal, la nueva campaña en la provincia sureña de Helmand.

Consolidadas las condiciones técnicas para proseguir la acción sobre el terreno y logrado en la conferencia de Londres de la pasada semana el apoyo de la comunidad internacional a una ofensiva negociadora con aquellos talibanes que quieran dejar la armas y abrazar la Constitución islámica afgana, los ministros se centraron ayer en proteger a sus soldados, que sufren casi cada día bajas mortales por el acertado empleo de los talibanes de los llamados Artefactos Explosivos Improvisados (IED, en sus siglas en inglés). Un IED costó el lunes la vida al español John Felipe Romero Meneses.

Es una idea que preocupa desde hace tiempo en la OTAN y que ayer tomó cuerpo, con EE UU al frente. Gates dijo que los IED son el principal peligro para los soldados y que Washington ofrecerá a sus socios más formación, equipamiento e inteligencia contra ellos. A su juicio, lo más efectivo es un adecuado blindaje y "EE UU hará todo lo que legalmente pueda para proporcionar MRAP [siglas en inglés de vehículos resistentes a minas y contra emboscadas] a los aliados, en especial a los que estén en zonas de alto riesgo". La caución viene impuesta por la obligación legal de EE UU de proteger antes que a nadie a sus propios soldados. Gates explicó que con la evacuación de Irak, Washington contará con un exceso de MRAP, que podrá prestar o vender a los aliados en Afganistán.

La protección contra los explosivos artesanales será un esfuerzo multinacional al que España contribuirá con el centro de excelencia de Hoyo de Manzanares, puntero en la Alianza por la larga experiencia española en atentados terroristas. Chacón comentó que las reformas en marcha en las instalaciones de Hoyo habrán concluido al final del verano y que el centro será operativo antes de que termine 2010. Estará disponible "no sólo para militares, sino para policías e inteligencia en la lucha contra el terrorismo", dijo la ministra.

El esfuerzo de autodefensa no distrae del objetivo principal de los aliados: conseguir que los afganos estén en condiciones de hacerse cargo progresivamente de su propia seguridad. Es la razón de ser de la nueva estrategia del general McChrystal, que pasa por dotar a las fuerzas de seguridad afganas con vistas al otoño de 2011 de más de 300.000 efectivos, repartidos entre 134.000 policías y 171.000 militares, conforme a lo apalabrado en Londres. Ese plan obliga a los aliados a contribuir con nuevos instructores o desviar hacia misiones de adiestramiento a militares ahora asignados a misiones de combate.

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