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Columna
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Obama sobre Cuba, Venezuela y Argentina

Para ser un hombre que se enorgullece de haber tomado "medidas sin precedentes" para cambiar la política estadounidense hacia Cuba, el presidente Barack Obama no pareció muy ansioso de hacer nuevos gestos de acercamiento hacia el régimen cubano cuando lo entrevisté el martes pasado en San Salvador, durante su gira latinoamericana. Ahora les toca jugar a ellos, pareció decir.

Obama me dijo que, a pesar de los significativos cambios en la política de EE UU hacia Cuba, la jerarquía cubana no está respondiendo de manera acorde. "Hemos ampliado las remesas familiares, hemos ampliado los viajes, hemos mandado una señal muy clara al pueblo cubano", dijo Obama. "El Gobierno cubano hizo algunos gestos respecto a la liberación de los presos políticos y al lanzamiento de algunas medidas económicas para dar oportunidad a las pequeñas empresas. Pero no hemos visto que esas medidas tengan la continuidad que hubiéramos deseado".

El presidente cree insuficientes los gestos de La Habana

Obama señaló que las autoridades cubanas deberían ejecutar algunas "acciones significativas" para mejorar las relaciones bilaterales, pero no especificó cuáles. El presidente tampoco mencionó el caso de Alan Gross, el contratista estadounidense que fue sentenciado a 15 años de prisión este mes por haber llevado equipamiento telefónico a Cuba. Otros funcionarios estadounidenses han pedido su inmediata liberación.

Respecto a los acuerdos de libre comercio pendientes con Colombia y Panamá, le pregunté a Obama si hay una posibilidad de más del 50% de que los envíe a votación al Congreso este año. Obama respondió: "No te pondría ninguna cifra, pero estoy muy interesado en que se concreten esos acuerdos". ¿Este año?, insistí. Los republicanos están acusando al presidente de demorarse con esos tratados debido a la resistencia de los sindicatos estadounidenses, cuyo apoyo Obama necesitará para ser reelecto el año próximo. "Estoy enviando a mi equipo a Colombia y Panamá para ver con cuánta rapidez se pueden resolver las diferencias finales antes de llevar los acuerdos al Congreso", puntualizó Obama. "Siempre que uno establece una fecha, la gente se queja aun cuando solo se haya retrasado una semana, así que trato de evitar plazos".

Mi traducción: Obama no está dispuesto a invertir demasiado capital político en esos dos acuerdos de libre comercio pendientes con Latinoamérica, al menos no todavía. Y si no lo hace este año, no es probable que lo haga durante un año electoral, en 2012.

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En cuanto a los informes de que Venezuela está ayudando clandestinamente a Irán a obtener uranio, violando así las resoluciones de la ONU para detener el programa de armas nucleares iraní, le pregunté a Obama si le preocupa ese asunto. "Nos tomamos muy en serio los acuerdos de no proliferación", dijo. "No haría declaraciones categóricas sobre estos temas, pero nos preocupa que las resoluciones internacionales sean observadas, y queremos asegurarnos de que así sea".

Mi traducción: los asesores de política exterior de Obama le han dicho que las recientes afirmaciones de los republicanos en el Congreso, que aseguran que Venezuela está ayudando a Irán a eludir las sanciones de la ONU sobre su programa atómico, tienen motivaciones políticas, y todavía no hay ninguna prueba concreta.

Sobre el reciente conflicto diplomático con Argentina, tras la decisión de ese Gobierno de confiscar equipamiento de un avión de la Fuerza Aérea de EE UU que había aterrizado en ese país para hacer un ejercicio conjunto, le pregunté si el portavoz de la Casa Blanca había sobrerreaccionado al describir el incidente como "serio", y si el tema se había superado. "No", respondió Obama. "Es serio en el sentido de que Argentina históricamente ha sido amiga y socia de EE UU. Ellos tienen en su poder parte de nuestro equipo de comunicaciones. No hay motivo para no devolverlo. Y la próxima vez que vea a la presidenta Cristina Fernández se lo mencionaré. Pero este hecho no va a ser determinante en las relaciones".

Mi traducción: Obama considera que la decisión del Gobierno de Fernández de confiscar equipos estadounidenses es una burda maniobra de propaganda para explotar a su favor el sentimiento antiestadounidense en un año de elecciones presidenciales.

En mi próxima columna, las respuestas de Obama sobre el comienzo de "una nueva era" en las relaciones con Latinoamérica y sobre lo que deberían hacer EE UU y Latinoamérica para mejorar sus niveles educativos y volverse más competitivos respecto a China y a otros países asiáticos.

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