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Reforma histórica en EE UU

Obama entona de nuevo el 'Yes, we can!'

La aprobación por el Congreso de la reforma sanitaria fortalece a la Casa Blanca - "Todavía somos un pueblo capaz de hacer grandes cosas", exclama el presidente

Antonio Caño

Tanto ruido han hecho en las últimas horas el movimiento conservador y la tropa del Tea Party, que era difícil ayer medir en toda su dimensión la revolución social que representa la ley de reforma sanitaria aprobada en la noche del domingo al lunes por la Cámara de Representantes. Lo hizo con más precisión que nadie el congresista negro James Clyburn, un viejo combatiente contra el racismo: "Ésta es la ley de derechos civiles del siglo XXI".

Cuando Barack Obama la firme hoy, en una ceremonia en el jardín de la Casa Blanca, se habrá convertido en el presidente que llevó a su país la reforma estructural más profunda en medio siglo. Eso no le garantiza el éxito de su presidencia, pero sí le asegura un puesto en la historia junto a presidentes como Franklin D. Roosevelt o Lyndon Johnson, que dieron los primeros pasos hacia el Estado del bienestar norteamericano.

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No supone esta reforma la homologación de la sociedad norteamericana a los parámetros de justicia social que rigen en Europa. Nunca será así porque los valores que rigen en Estados Unidos (el individualismo, la competencia, el éxito) son intrínsecamente diferentes a los europeos. Pero la ley que aprobó la Cámara de Representantes por 219 votos contra 212, contiene los instrumentos necesarios para corregir un sistema de salud que lastraba la economía norteamericana y dejaba literalmente morir sin asistencia a millones de personas.

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Esto es obra de una combinación de factores, entre los que no tienen importancia menor la persistencia de la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi; la habilidad del jefe de Gabinete de la Casa Blanca, Rahm Emanuel, para tejer acuerdos, y la urgencia que muchos congresistas demócratas sintieron sobre su papel ante la historia.

Pero nada hubiera sido posible sin la voluntad de Barack Obama de hacer realidad su promesa de cambio. Esta ley es el cambio, no la victoria electoral de Obama. Presidentes vienen y van rutinariamente, pero muy pocos se atreven a tocar los cimientos del edificio nacional, por alarmante que sea su estado de conservación. Obama se ha atrevido (o no tenía más remedio que hacerlo). "Nos hemos revuelto contra las influencias indebidas y los intereses especiales. No nos rendimos ante la desconfianza, el cinismo o el miedo. En lugar de eso, demostramos que todavía somos un pueblo capaz de hacer grandes cosas", declaró Obama en la Casa Blanca en la medianoche del domingo, minutos después de la votación en el Congreso, en un discurso que recordó los mejores momentos del "Yes, we can!".

"Yes, we can!" gritaron muchos congresistas tras emitir su voto. Esta victoria da nuevos bríos a los demócratas para sacar adelante la agenda política de la Casa Blanca, pero sobre todo le da al presidente una fe renovada en su misión. Algunas iniciativas aparcadas tras el impacto sufrido en enero en las elecciones parciales de Massachusetts, como la reforma energética, la educación o la ley de inmigración, vuelven a estar en el Despacho Oval.

También respecto a la política exterior se pueden apreciar algunos cambios. Un presidente fortalecido internamente es un presidente con mayor capacidad para presionar (Rusia, China) o apostar por opciones arriesgadas (Irán). La primera y difícil prueba de ello será hoy la entrevista de Obama con el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu.

La aprobación de la reforma sanitaria cambia, en efecto, muchas cosas. Pero aún es pronto para saber exactamente en qué dirección. Es pronto incluso para dar por cerrado este debate puesto que no sólo quedan algunos detalles legislativos por resolver, sino que los republicanos no parecen tener la menor intención de dar por perdida esta batalla.

La primera confrontación se va a vivir seguramente mañana en el Senado, convocado para la aprobación del paquete de enmiendas que la Cámara de Representantes aprobó inmediatamente después de la reforma sanitaria. Esas enmiendas recogen las demandas pactadas con los miembros de la Cámara a cambio de que éstos aprobasen sin alteración el texto de la reforma que el Senado avaló en la última Navidad. Ese paquete de enmiendas forma, pues, parte inseparable de la ley de reforma, aunque será ésta la que firme el presidente.

Los demócratas cuentan en el Senado con 59 escaños, ocho más de los necesarios para aprobar las enmiendas por mayoría simple. Pero el procedimiento legislativo norteamericano, pensado para favorecer a la minoría, le da esta multitud de instrumentos para dificultar el proceso. La batalla principal, en todo caso, se dará ante el público. Obama tiene previsto ir el jueves a Iowa a explicar qué es lo que se ha aprobado. "Vamos a probar", dijo el presidente, "que este Gobierno del pueblo y por el pueblo trabaja para el pueblo".

Obama y el vicepresidente Biden, en la Sala Este de la Casa Blanca tras la aprobación de la reforma.
Obama y el vicepresidente Biden, en la Sala Este de la Casa Blanca tras la aprobación de la reforma.REUTERS

Principales puntos de la nueva ley

- La ley tendrá un coste de 938.000 millones de dólares (700.000 milones de euros) en 10 años. Su objetivo es lograr que 32 millones de personas sin seguro dispongan de uno subvencionado.

- Los adultos que no tienen ahora un seguro por condiciones médicas preexistentes podrán acogerse a un programa especial hasta 2014. A partir de ese año, las aseguradoras no podrán rechazar a clientes por ese motivo.

- A partir de 2014, una bolsa estatal dará cobertura subvencionada a las familias que no pueden permitirse pagar las primas actuales.

- Extensión del Medicaid (rentas bajas) a familias con ingresos máximos de 29.300 dólares anuales.

- Multas para empresas con más de 50 empleados que no les proporcionen un seguro

y para familias que carezcan de póliza.

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