_
_
_
_
_

Obama fija las fronteras de 1967 como base para el acuerdo entre palestinos e israelíes

El presidente estadounidense presenta un plan de ayuda económica para Oriente Próximo y el norte de África y muestra su apoyo a los procesos de transición en la región.- El mandatario critica la represión en Libia, Siria e Irán

Antonio Caño

Barack Obama anunció ayer una nueva estrategia de Estados Unidos en el mundo árabe cuya "máxima prioridad" será el apoyo a las reformas democráticas y presentó una propuesta de diálogo a israelíes y palestinos bajo el principio de seguridad por territorios sobre la base de las fronteras de 1967. Con esta iniciativa, el presidente norteamericana revisa el papel jugado por su país durante décadas en Oriente Próximo y trata de evitar el rumbo de colisión que ha tomado el conflicto palestino-israelí.

El esperado discurso de Obama representa una ruptura definitiva con los líderes autoritarios de la región, hasta ahora tolerados o respaldados por Estados Unidos, y marca también una significativo distanciamiento respecto a Israel, al que le exige el reconocimiento de los derechos palestinos en las condiciones en las que estos los demandan, es decir, con la creación de un Estado dentro de todo el territorio ocupado militarmente en la guerra de los Seis Días. "Las fronteras de Israel y Palestina deberían de estar basadas en las línea de 1967, con intercambios mutuamente aceptados", manifestó. Aunque no presentó específicamente un plan de paz, Obama estableció las fases en las que se debe de hacer esa negociación, dejando los delicados problemas de la capitalidad de Jerusalén y el regreso de los refugiados palestinos para una segunda etapa.

Las ayudas apoyarán a los Gobiernos surgidos de las revueltas populares
Más información
Evolución del Estado de Israel
Obama propondrá una nueva política sobre Oriente Próximo
Al Qaeda lanza un mensaje póstumo de Bin Laden
Netanyahu califica de "indefendible" la propuesta de Obama sobre las fronteras de 1967
La OTAN hunde ocho buques de guerra de Gadafi
Obama admite "diferencias" con Israel en un encuentro tenso con Netanyahu
El mejor y el peor Obama

Al mismo tiempo, exigió a los palestinos garantías para la seguridad de Israel y, sin condenar el acuerdo de gobierno entre la Autoridad Palestina y Hamás, advirtió que esta organización deberá aceptar el derecho a la existencia del Estado judío. También pidió que los palestinos renuncien al propósito unilateral de que la Asamblea General de la ONU vote en septiembre sobre el reconocimiento de su Estado. "Eso no creará un Estado palestino", afirmó.

El discurso sirvió, principalmente, para enviar al mundo árabe el mensaje de que la Administración norteamericana observa su política con ojos completamente diferentes desde el levantamiento popular que comenzó en Túnez y la muerte de Osama Bin Laden. "Estados Unidos tiene que usar toda su influencia para alentar las reformas en la región. Nuestro mensaje es simple: si asumen el riesgo de las reformas, tendrán el pleno apoyo de Estados Unidos".

Únete a EL PAÍS para seguir toda la actualidad y leer sin límites.
Suscríbete

Obama aludió a que su país ha llevado hasta ahora una estrategia que definió como "estrecha", únicamente centrada en la lucha contra el terrorismo, la vigilancia del comercio de petróleo y la protección de Israel, sin tener en cuenta las necesidades de los propios ciudadanos árabes. "Esto ha alimentado durante años la sospecha de que Estados Unidos defendía sus intereses a sus expensas", reconoció.

Es hora de cambiar ese orden. "Después de décadas de aceptar el mundo como era en Oriente Próximo, tenemos una oportunidad de conseguir el mundo como debería de ser", afirmó. Eso significa, añadió, que "apoyamos las reformas económicas y políticas en Oriente Próximo y norte de África que sirvan para satisfacer las legítimas aspiraciones de los ciudadanos corrientes. Nuestra máxima prioridad deberá de ser la de trasladar eso a acciones concretas por todos los medios diplomáticos, económicos y estratégicos en nuestro poder".

Obama manifestó que esas reformas no deben consistir únicamente en la celebración de elecciones. Admitió que no todos los sistemas deben de calcar el modelo de democracia representativa de EE UU, pero precisó que son imprescindibles la creación de "instituciones que respondan ante los ciudadanos" y el reconocimiento de los derechos esenciales, como el de libre expresión y acceso a la información, incluido Internet. "Tenemos la oportunidad de demostrar", señaló, "que los valores norteamericanos están más cerca del vendedor ambulante de Túnez [en referencia al personaje que se inmoló para desencadenar las protestas] que del poder descarnado de los dictadores".

El presidente estadounidense pronosticó que el movimiento popular en marcha "no podrá ser frenado con represión" ni demagogia y afectará a muchos países de la región. "Dos líderes han caído ya; otros más pueden seguirles", dijo. Criticó duramente la represión en Libia, en Irán y en Siria, contra cuyo presidente ha aprobado sanciones económicas, pero también en países aliados de Washington, como Yemen y Bahrein. No mencionó directamente a Arabia Saudí, que tiene tropas en Bahrein, pero afirmó que ha pasado el tiempo de "dirigentes que tratan de dirigir hacia afuera las demandas de sus pueblos".

Obama señaló que esta era una oportunidad para que Estados Unidos recuperase "un sentido de humildad" sobre su liderazgo: "Al fin y al cabo no fueron los americanos los que salieron a la calle en Túnez o El Cairo". Pero, dentro de esa limitación, prometió que su Administración redoblará los esfuerzos para ayudar a fortalecer una sociedad civil en el mundo árabe y a llevar al primer plano a los jóvenes profesionales frustrados por la falta de oportunidades en sus países.

Como parte de ese esfuerzo, Obama mencionó un plan de varios millones de dólares de ayuda económica a Túnez y Egipto y que se extenderá y servirá como incentivo para otros países que apuesten por las reformas democráticas. Dijo que había solicitado al Banco Mundial y al Fondo Monetario Internacional que presenten un programa de asistencia en la próximo cumbre del G-8 en Francia, donde se decidirá el proyecto.

Este discurso es el comienzo de una dura ofensiva diplomática norteamericana que proseguirá hoy con una reunión en la Casa Blanca entre Obama y el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu. Netanyahu, que ofrecerá su propio plan el lunes próximo en un discurso ante el Congreso, no acepta las líneas de 1967 como base de negociación porque considera irrenunciable la soberanía israelí sobre los asentamientos en los territorios ocupados. "Israel tiene que actuar con audacia para conseguir una paz duradera", declaró ayer Obama.

El presidente estadounidense, en un momento de su intervención
El presidente estadounidense, en un momento de su intervenciónJASON REED (REUTERS)

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_