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Obama ofrece recortar el gasto público de forma "equilibrada"

El plan prevé reducir el déficit en cuatro billones de dólares

Antonio Caño

Arriesgando una mayor ruptura con la izquierda de su propio partido, Barack Obama se sumó ayer a los que creen necesario recortar el gasto público con un plan que prevé la reducción del déficit presupuestario en cuatro billones de dólares en los próximos 12 años. Propone hacerlo de forma "equilibrada", con la eliminación de importantes beneficios, pero sin privatizar los principales programas sociales, como quieren los republicanos, y con subidas de impuestos a los ingresos más altos.

"Tenemos que vivir de acuerdo a nuestras posibilidades, reducir nuestro déficit y volver a un camino que nos permita pagar nuestras deudas, y tenemos que hacerlo de forma que se protejan la recuperación económica y las inversiones que necesitamos para crecer, crear empleo y ganar el futuro", dijo el presidente norteamericano en un discurso en el que ofreció un programa alternativo al que ayer mismo tenían previsto aprobar los republicanos en la Cámara de Representantes.

El presidente se aleja de la izquierda, pero evita el choque con los republicanos

Ya hay, pues, en juego dos visiones opuestas sobre el futuro de este país. La de los republicanos, dijo ayer Obama, "no pretende tanto atajar el déficit como cambiar el tejido social básico de EE UU". La de Obama pretende ser realista, impone sacrificios y conserva los pilares del bienestar social, pero quizá no va tan lejos como es necesario en la eliminación de la losa de la deuda.

Se abre ahora una gran batalla política de incierto ganador, pero el solo hecho de que Obama pronunciase ayer este discurso representa una cierta victoria del Partido Republicano. Es la confirmación de que la oposición está marcando la agenda y que su insistencia en reducir el tamaño del Estado se ha convertido en una prioridad nacional y, probablemente, en el eje de la inminente campaña para las presidenciales de 2012.

Obama podría, como pide la izquierda, haberse opuesto a cualquier recorte de gastos con el argumento de que la prioridad sigue siendo la creación de empleo y que el Gobierno debería invertir en esa dirección. Eso hubiera creado un choque con el Partido Republicano y una parálisis política hasta noviembre de 2012.

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En lugar de eso, Obama ha preferido presentar su propio camino para la reducción del déficit, lo que quizá no evite el conflicto con la oposición, pero le permite conectar con una buena porción de ciudadanos que coinciden en el peligro del gasto excesivo y la deuda y buscan soluciones prudentes. En términos políticos, con este movimiento, el presidente trata de dominar el centro.

Los norteamericanos tienen ante sí dos modelos de país. El de los republicanos marca objetivos de recorte más ambiciosos -cerca de seis billones-, afecta a diferentes áreas y no incluye el aumento de impuestos. Probablemente ninguna de estas dos propuestas tendrá votos suficientes como para convertirse en ley, pero el debate servirá para exponer las posiciones de cada uno de cara a las elecciones. Ese debate incluye muchos aspectos controvertidos, desde el aborto al gasto militar, pero hay dos que resultan particularmente difíciles: el gasto social y los impuestos.

Empezando por este último, Obama pretende acabar con el recorte de impuestos que George Bush aplicó para los ingresos superiores a los 250.000 dólares anuales. Es decir, intenta volver a los mismos impuestos vigentes durante la presidencia de Bill Clinton, que concluyó con superávit. Los republicanos quieren, en cambio, hacer ese descuento permanente. "Los impuestos no están sobre la mesa porque no tenemos un problema de ingresos; tenemos un problema de gasto", declaró ayer el líder republicano en el Senado, Mitch McConnell.

Aún más polémico resulta el recorte del gasto social. Los tres principales programas en este capítulo -Medicare (ayudas a la atención sanitaria de los mayores de 65 años), Medicaid (ayudas sanitarias a los pobres) y Seguridad Social (pensiones)- representan cerca de dos terceras partes del presupuesto federal y crecen exponencialmente. Es difícil atajar el déficit sin abordar ese capítulo.

Obama propuso ayer reducciones en el gasto sin cambiar el modelo, haciéndolo "más flexible" para incrementar su eficacia y evitar abusos. De esa manera, se puede recortar, según él, 340.000 millones de dólares para 2021. Los republicanos quieren privatizar o evitar la obligatoriedad del programa más costoso, Medicare, aunque el plan presentado ahora se limita a anunciar ahorros de cerca de tres billones de dólares gracias a la derogación de la ley sanitaria aprobada el año pasado y a la eliminación de programas sanitarios que no creen necesarios.

Estas dos visiones se van a ver las caras muy pronto. En las próximas semanas, el Congreso debe autorizar al Gobierno a extender el límite de su deuda para solicitar nuevos créditos. Sin eso, EE UU podría entrar técnicamente en suspensión de pagos. Para respaldar esa autorización, los republicanos, que controlan la Cámara de Representantes, exigen un acuerdo de recorte del gasto.

Barack Obama.
Barack Obama.

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