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Obama somete a un debate televisado la reforma sanitaria

Demócratas y republicanos explicarán en directo sus ideas

Antonio Caño

Pese a que la nieve, que volverá hoy, ha reducido al mínimo la actividad en la Casa Blanca y en todo Washington, Barack Obama intenta resucitar su proyecto de reforma sanitaria con una iniciativa infrecuente y arriesgada: ha convocado a congresistas demócratas y republicanos a una discusión con televisión en directo para que los que se oponen a la ley expongan sus argumentos y ofrezcan sus alternativas.

Es una forma un tanto peculiar de gobernar, algo diferente a los hábitos tradicionales de la política pero más cercana a lo que el público estadounidense está pidiendo hoy: bipartidismo y transparencia. Puede ser (aunque remotamente) una oportunidad de acercar posiciones, pero sobre todo es una buena ocasión para que los ciudadanos aprecien lo que cada quién piensa en relación con la sanidad y actúe (vote) en consecuencia.

La oposición quiere que se retire la ley y se redacte un nuevo texto

Aunque aprobada ya por ambas cámaras del Congreso y a falta de un solo trámite legislativo, la reforma sanitaria está aparcada en el Capitolio desde que la victoria republicana en Massachusetts, el mes pasado, privó a los demócratas de los 60 escaños que necesitan para su ratificación en el Senado. Más que eso, aquellas elecciones paralizaron a la mayoría gobernante y obligaron a la Casa Blanca a reacomodar su programa de Gobierno.

Lo más grave de ese reacomodo ha sido la congelación de la reforma sanitaria, que fue siempre la prioridad de Obama y la estrella de su proyecto de cambio. La reunión, que el presidente anunció en una entrevista en televisión el domingo, minutos antes del partido de la Super Bowl, puede ser ahora el instrumento para recuperar la iniciativa. "Quiero volver a ello y reunir a demócratas y republicanos y decirles que presenten las mejores ideas que tengan y seguir adelante", declaró Obama.

No va a ser fácil. Los republicanos han acogido la idea con gran escepticismo. "Obviamente estamos satisfechos de la invitación", declaró el líder de la oposición en la Cámara de Representantes, John Boehner, "pero el problema aquí no es que el pueblo estadounidense no entienda la reforma sanitaria, el problema es que la entiende y no la quiere".

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Los republicanos quieren borrón y cuenta nueva. Pretenden que los demócratas y el presidente retiren la ley que tardó 10 meses en discutirse y se empiece la redacción de un nuevo texto de consenso. "Si la Casa Blanca quiere bipartidismo, lo primero que tiene que hacer es archivar la actual reforma sanitaria", ha advertido el líder republicano en el Senado, Mitch McConnell.

De aquí a la fecha de la reunión, el próximo día 25, esto va a ser una guerra de nervios y de propaganda. El presidente cree que los estadounidenses están en contra de la reforma porque el complejo y áspero debate de los últimos meses ha ocultado los verdaderos beneficios del proyecto: la extensión del seguro de salud a casi toda la población, la eliminación de las cláusulas restrictivas impuestas por las aseguradoras, la racionalización y abaratamiento de todo el sistema.

Los republicanos, en efecto, han conseguido que la mayoría de la población esté de su parte en esta materia y pensaban hacer de la oposición a la reforma uno de los pilares de su campaña para las elecciones legislativas de noviembre. Obama intenta ahora quitarles esa baza. Recuperada algo su estimación entre el público después del discurso del estado de la nación, el presidente cree que un debate a la luz de las cámaras pondrá a cada uno en su sitio, destruirá tópicos y modificará el rumbo de las encuestas.

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