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Reportaje:

El PRI busca un líder salvador

El partido que gobernó México durante 71 años trata de superar la derrota y el peligro de escisión

Juan Jesús Aznárez

El Partido Revolucionario Institucional (PRI), que gobernó México durante 71 años, busca un nuevo líder; en la reciente reunión de su Consejo Político Nacional lamió a fondo las heridas causadas por la derrota electoral del 2 de julio, que atribuyó al desgaste del poder, a los escándalos, a la pobreza y desigualdades producidas por el liberalismo económico. El cónclave certificó las ambiciones y divisiones existentes, unas pugnas que deberán resolverse en Asamblea Nacional para evitar al cisma del movimiento fundado en 1929 por caudillos revolucionarios.

Los jefes de las facciones de un partido que fue de izquierdas, de derechas y de centro, que gobierna en 19 de los 31 Estados y controla un tercio del Congreso, discutieron durante tres días en Ixtapan de la Sal, a hora y media de camino de la capital federal, sobre las razones de la pérdida de la presidencia de la república a manos de Vicente Fox y de su partido, el conservador Partido Acción Nacional (PAN). 'El desgaste del Gobierno lo asumió el partido sin capitalizar los aciertos', resumió el secretario de elecciones, Felipe Solís.

'El desgaste del Gobierno lo asumió el partido sin capitalizar los aciertos', asegura uno de sus líderes

Perdido el poder, el PRI perdió su cohesión, el hombre providencial no aparece, y progresivamente se alejan los sindicatos tradicionales, un apéndice del presidencialismo priísta durante siete decenios, y el campesinado, sus dos principales canteras electorales. En la reunión de este fin de semana, políticos que nunca fueron demócratas exigieron democracia interna, otros que abrazaron el pluralismo cuando cayó el muro de Berlín cruzaron reproches con la reacción y todos dieron por buena la catarsis y las bilis si conducen al renacimiento del un partido que fue régimen y, como el camaleón, cambió de muda a caballo de la climatología política y económica en boga.

Las causas de la derrota del 2 de julio fueron atribuidas por el informe del Comité Ejecutivo a diversas circunstancias: una fue el proceso de selección del candidato a la jefatura del Gobierno, el veterano burócrata Francisco Labastida, surgido de las primarias internas del 7 de noviembre de 1999 después de que el ex presidente Ernesto Zedillo (1994-2000) decidiera eliminar el histórico dedazo presidencial y sustituirlo por esa consulta. Uno de sus contrincantes internos, el ex gobernador de Tabasco Roberto Madrazo le llamó 'perfecto fracasado', y esos choques de familia hicieron daño. Otras dos razones fueron el desgaste producido por los siete decenios de poder ininterrumpido y la inexistencia de estructuras que frenaran el empuje del candidato panista y del voto útil, en unas elecciones donde mexicanos de izquierdas votaron por el empresario de Guanajuato con tal de expulsar al PRI.

Igualmente constituyeron factores negativos, según un informe que evitó mencionar nombres, la incapacidad gubernamental para justificar los efectos negativos de las políticas económicas neoliberales y de las privatizaciones, acentuadas a partir de la presidencia de Carlos Salinas de Gortari (1988-94), y también la ausencia de una oferta electoral clara. Labastida, ex ministro de Zedillo, fue considerado un hombre del último jefe de Gobierno, y esa dependencia impidió que su discurso pudiera arremeter contra las políticas de su mentor, que compartía en líneas generales. Poco pudo hacer el aspirante del PRI, ambiguo en sus planteamientos, ante las invectivas contra la corrupción priísta del carismático Vicente Fox, que atrapó firmemente la bandera del cambio.

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Otros elementos perniciosos electoralmente fueron los escándalos derivados del Fobaproa, el Fondo de Protección al Ahorro Bancario que administró los 65.000 millones de dólares oficiales del rescate financiero de 1994-85, el aumento del IVA, el enquistamiento de la crisis en Chiapas, la defraudación a la banca y a las cajas de ahorro, la posición gubernamental ante la legalización del más de un millón de vehículos de segunda mano comprados en Estados Unidos y la sensación de que un buen número de sinvergüenzas campaba por sus respetos impunes.

Las corrientes internas son muchas y complejas, y responden a intereses locales o federales, a compromisos económicos o políticos o simplemente a diferentes concepciones sobre el rumbo nacional. Simplificándolas son dos: los dinosaurios en un bando, y los tecnócratas, en otro. Roberto Madrazo y Manuel Bartlett, ex gobernador de Puebla, destacan en el primero, y hombres cercanos a Zedillo, entre ellos Labastida, y la actual presidenta del partido, Dulce María Sauri, en el segundo. Desde las elecciones generales del pasado año, el PRI perdió los comicios para gobernador de los Estados de Jalisco y Chiapas, y ganó Tabasco en un triunfo anulado después, por fraudulento, por el Tribunal Electoral Federal.

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