_
_
_
_
_
Reportaje:

Los dos Portugal, cara a cara

El socialista José Sócrates y la conservadora Manuela Ferreira Leite, rivales en las elecciones del día 27, representan las visiones políticas opuestas del país

"Son tan parecidos como los polos opuestos de una batería", opina la revista Visao en un amplio reportaje sobre los dos principales candidatos de las elecciones legislativas portuguesas del 27 de este mes. El abismo entre el socialista José Sócrates (actual primer ministro) y la conservadora Manuela Ferreira Leite, líder de la oposición, es más profundo que los 17 años de diferencia entre ambos. Él acaba de cumplir 52 años; ella tendrá 69 en diciembre. En esta primera fase de la campaña cada uno en su papel se dedica a acentuar aquello que les separa.

Él va de colega; ella, de señora decimonónica. Él habla de un Portugal moderno, abierto y tolerante; ella, de la familia y el matrimonio como pilares de la sociedad. Él cultiva un buen aspecto físico compatible con el atractivo de la madurez; ella no parece angustiada por la imagen, para desconsuelo de sus asesores. Los caricaturistas lo tienen fácil: el progre y la facha.

Él habla de aborto y matrimonio gay; ella, de la familia como pilar social
Más información
La economía sale de la crisis, pero cierran más empresas
El AVE enfrenta a los dos principales candidatos a las legislativas en Portugal

En la práctica, sobre todo en política económica, las discrepancias menguan, pero estamos en campaña y hay que marcar territorio. Uno de los dos será el próximo jefe de Gobierno. Ningún otro candidato tiene posibilidades de hacerles sombra, a pesar de que hay tres (Jerónimo de Sousa, del Partido Comunista; Francisco Louçá, del Bloco de Esquerda, y Paulo Portas, del Partido Popular) que obtendrán un caudal de votos nada despreciable que tendrá su importancia en negociaciones poselectorales. Pero estos comicios son cosa de dos, todo el mundo lo sabe, y los favoritos se dedican a plantear la contienda en estos términos.

José Sócrates Carvalho Pinto de Sousa, candidato del Partido Socialista (PS), y Manuela Ferreira Leite, del Partido Social Demócrata (PSD), tienen orígenes, formación y trayectoria tan distintas como distante es su visión del mundo. Él tuvo un tío-bisabuelo republicano, ella tuvo un bisabuelo ministro de la monarquía. Ni en fútbol se ponen de acuerdo: él es del Benfica; ella, del Sporting. El primer ministro defiende el matrimonio homosexual y el aborto; la candidata de la oposición entiende la familia como base de procreación. Hay que hurgar para encontrar puntos en común, divorciados los dos, extremadamente sensibles a las críticas, y con radical aversión a los medios de comunicación.

Únete a EL PAÍS para seguir toda la actualidad y leer sin límites.
Suscríbete

Después de la fracasada revolución de abril de 1974, el PS y el PSD se han repartido sucesivamente el poder. Hasta hoy. Nunca sus líderes habían estado tan distanciados, a pesar de que Ferreira Leite es la primera mujer que dirige un partido en Portugal y aspira a la jefatura del Gobierno. La señora pertenece al sector más conservador del PSD, afín al presidente de la República, Aníbal Cavaco Silva. Sócrates, por su parte, representa el reformismo socialdemócrata vestido de modernizador. Con una personalidad más agresiva y carismática que la de su adversaria.

En los debates de precampaña, el primer ministro se ha fogueado con rivales correosos como el derechista Paulo Portas, del Partido Popular, o el izquierdista Louçá. La principal candidata de la oposición afronta una semana intensa, que concluirá el sábado, víspera del comienzo oficial de la campaña, con un cara a cara con José Sócrates, en el debate más esperado. Ferreira Leite tuvo el lunes algo más que un desliz en Madeira, del que sus rivales han sacado punta. Arropada por el presidente regional, Alberto João Jardim, un caudillo de su mismo partido que gobierna la isla desde hace 30 años, la candidata del PSD declaró que en Madeira no hay asfixia democrática, y que sí la hay en el continente. Y añadió que periodistas, empresarios y miembros de la sociedad civil portuguesa sufren algún tipo de chantaje. El Gobierno de Madeira está acusado de autoritario y falta de transparencia, y su presidente regional se caracteriza por despreciar a sus adversarios políticos.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_