_
_
_
_
_
Movilización en Portugal

Portugal clama contra el empobrecimiento

La huelga general triunfa en el transporte público y ralentiza la actividad del país - El Gobierno insiste en que la única salida que tiene es aplicar duros recortes

Antonio Jiménez Barca

En la Praça do Rossio, en el corazón de Lisboa, rodeado de banderas sindicales, poco antes de que arrancara la manifestación, António Machado, de 69 años, que en vez de al poeta se parece a Sean Connery, decía: "Soy jubilado, cobro 1.400 euros, no me van a subir la pensión en años, me van a quitar las pagas extras, mi hija tiene 29 años y está en el paro y vive en mi casa. Y mi historia no es de las peores". Miles de portugueses se echaron ayer a la calle para protestar por la situación económica que ahoga al país y por las medidas de austeridad del Gobierno que, según los manifestantes, ahogan siempre a los mismos. Las marchas culminaron una jornada de huelga general en la que los transportes públicos paralizaron el país. En Lisboa cerraron el metro y el aeropuerto, y los barcos que unen las dos orillas del estuario del Tajo se quedaron en tierra. Los autobuses funcionaron a medio gas y hubo escuelas cerradas, vistas judiciales pospuestas y hospitales que atrasaron las operaciones quirúrgicas y las consultas ordinarias. El Gobierno del conservador Pedro Passos Coelho minimizó el paro asegurando que sólo el 10,5% de los trabajadores de la función pública se quedaron en casa. Los sindicatos elevaron mucho esa cifra, afirmando, por ejemplo, que los enfermeros secundaron el paro en un 65% y que los ferroviarios alcanzaron el 98%; que hubo varios centros hospitalarios que solo cumplieron los servicios mínimos. Añadieron que el paro fue mayor que el celebrado hace exactamente un año, por la misma razón, pero contra el Gobierno socialista de José Sócrates. Y prometieron continuar la movilización.

En la capital se cerró el aeropuerto, el metro y los barcos que unen el Tajo
Las agencias rebajan la deuda de Portugal al nivel de bono basura
Más información
El expresidente Soares llama a la protesta

Más allá de la previsible guerra de números, el paro sirvió para que los trabajadores portugueses y los jóvenes indignados que ya salieron a la calle el pasado 15 de octubre advirtieran al Gobierno del dolor que causan las reformas adoptadas y las que se van a adoptar el año que viene, que será peor que el actual.

"Poco a poco se nos va depauperando la vida", explicaba Carlos Maçedo, empleado del Metro. "Los transportes, el año que viene, van a costar más caros, y van a ir peor, con menos frecuencia en las líneas: el Gobierno quiere cerrar el metro a las 11 en vez de a la una y media. ¿Qué va a pasar con los trabajadores que salen a las doce de los centros comerciales?"

Únete a EL PAÍS para seguir toda la actualidad y leer sin límites.
Suscríbete

Cerca de este sindicalista de los transportes, dos profesoras de Cascais gritan algo contra el primer ministro. "El año pasado teníamos 25 alumnos. Ahora 27. El año que viene tendremos más. No hay dinero ya para papel higiénico, ni para lápices, ni para material de papelería. Mucho lo aportamos nosotros", explica una de ellas, Rita Lourenço.

El Gobierno ha anunciado recortes en todos los sectores públicos. Ha asegurado que el año que viene todos los trabajadores portugueses trabajarán media hora más gratis y que los funcionarios y pensionistas que ganen más de 1.000 euros -como António Machado, el doble de Sean Connery- no verán las pagas extras de verano y Navidad.

El conservador Passos Coelho mantiene que no hay otro camino que el de los recortes, que tiene las manos atadas, que carece de margen de maniobra y que tiene que cumplir con la troika que cada cierto tiempo visita Portugal para ver si las finanzas portuguesas responden al préstamo del rescate de 78.000 millones de euros que le concedieron en mayo para salvar al país de la bancarrota.

Mientras, todo es cada día más difícil. "Las urgencias médicas cuestan ahora diez euros. Y el año que viene van a costar 90", sostiene Margarida Costa, enfermera. "Uno va a tener que estar moribundo para tener que ir, ¿no?"

En medio del día de huelga, los portugueses recibieron otra mala noticia de su mala economía: la agencia Fitch rebajaba la nota de sus bonos hasta emplazarlos en el nivel de los bonos basura. Al enterarse, en la calle, el secretario general del sindicato CGTP, Manuel Carvalho da Silva, dijo: "La misma agencia que nos pide recortes nos baja la nota cuando hacemos los recortes y así serán necesarios más recortes, ¿no?"

Enfrente de la Asamblea portuguesa confluyeron a las seis de la tarde las dos grandes manifestaciones, la organizada por los sindicatos y la de los indignados. Los profesores y los médicos y los enfermeros se mezclaron con los jóvenes sin banderas.

Y por primera vez, y en contra de la tradición de un país muy tranquilo, hubo botellas lanzadas al aire, empujones y golpetazos en las escalinatas de la Asamblea entre los antidisturbios y los indignados. Y un herido. Y dos detenidos. Por la mañana dos sucursales bancarias habían sufrido ataques con cócteles molotov. Un síntoma, tal vez, de que la presión sube en el pacífico Portugal.

Los manifestantes tratan de romper el cordón policial que protege la sede del Parlamento portugués, ayer en Lisboa.
Los manifestantes tratan de romper el cordón policial que protege la sede del Parlamento portugués, ayer en Lisboa.RAFAEL MARCHANTE (REUTERS)

Los recortes

- Los funcionarios y los pensionistas que ganen más de 1.000 euros al mes no tendrán paga extra ni en verano ni en Navidad en 2012 y 2013, según anunció el Gobierno hace unas semanas.

- Los empresarios del sector privado podrán obligar a los trabajadores a que se queden media hora más cada día para mejorar la productividad.

- El Gobierno revisará el calendario de días festivos con la intención de aumentar las jornadas de trabajo a base de eliminar puentes o fiestas patronales.

- El Ministerio de Cultura ha reducido los días en que se puede entrar gratis a los museos.

- Reducciones sobre las pensiones que superen los 600 euros al mes.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Sobre la firma

Antonio Jiménez Barca
Es reportero de EL PAÍS y escritor. Fue corresponsal en París, Lisboa y São Paulo. También subdirector de Fin de semana. Ha escrito dos novelas, 'Deudas pendientes' (Premio Novela Negra de Gijón), y 'La botella del náufrago', y un libro de no ficción ('Así fue la dictadura'), firmado junto a su compañero y amigo Pablo Ordaz.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_