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ATENTADO EN RUSIA

Putin acusa a los separatistas chechenos

El ataque terrorista crea tensión e incertidumbre ante las elecciones presidenciales del 14 de marzo

Pilar Bonet

El presidente de Rusia, Vladímir Putin, en plena ofensiva triunfal para su reelección el 14 de marzo, encontró rápidamente a quién culpar del acto terrorista en el metro de Moscú. Putin señaló con el dedo a los separatistas chechenos y, con su lógica particular y sin aportar más datos, afirmó que quienes exhortan a conversar con el líder independentista Aslán Masjádov tras atentados como el de ayer "confirman indirectamente la relación de Masjádov con los bandidos y terroristas". El terrorismo introduce tensión e incertidumbre en la campaña electoral. Algunos políticos como el populista Vladímir Zhirinovski o el comunista Víctor Iliujin expresaron el temor de que la carnicería de ayer no sea la última antes de los comicios.

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"No excluyo que tales sucesos puedan utilizarse en la discusión política actual, en el marco de las elecciones presidenciales, y también como presión sobre el actual jefe del Estado", manifestó el presidente Putin, cuya popularidad en enero osciló entre el 79% y el 81%, según el Centro de Estudio de la Opinión Pública (VTSIOM-A).

Bajo Putin, Rusia ha desarrollado de hecho un sistema piramidal de poder. Las elecciones legislativas del 7 de diciembre debilitaron sustancialmente a la oposición comunista y condenaron a la marginalidad a las fuerzas liberales, los partidos Yávloko y la Unión de Fuerzas de Derechas, que no consiguieron superar la barrera del 5% en las urnas.

Dmitri Rogozin, vicepresidente de la Duma y abierto seguidor de Putin, proponía ayer reunir el Consejo de la Federación (la Cámara Alta) para que declarara un estado de emergencia y así se aplazarían automáticamente los comicios presidenciales.

La víspera, la mesa de la Duma decidió debatir este mismo mes una enmienda constitucional para prolongar el mandato presidencial de cuatro a siete años. Formalmente, Putin se ha resistido una y otra vez a los deseos de eternizarlo que expresan muchos de sus seguidores, tanto en Moscú como en provincias.

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Tras su nombramiento como jefe de Gobierno en agosto de 1999, Putin se hizo popular con sus promesas de concluir la guerra de Chechenia. Ya entonces, el teniente coronel del KGB que se fogueó como espía en la República Democrática Alemana, habló de "aniquilar a los terroristas en las letrinas". Pero sus promesas no se cumplieron y aunque la guerra no se define hoy en torno a una línea de frente, Chechenia está lejos de la estabilidad. Sin embargo, la voz de los que sufren en el territorio caucásico se oye menos en el mundo debido a las restricciones informativas, por una parte, y a la transferencia de poder al ex muftí y ex guerrillero independentista, Ajmad Kadírov, por la otra.

Ventaja abismal

El atentado ocurre en la misma semana en que Putin se ha registrado oficialmente como candidato en la campaña presidencial, que tendrá un máximo de seis contendientes y un mínimo de cuatro, según debe decidir antes del lunes la Comisión Electoral Central. La ventaja de Putin sobre sus adversarios es tan abismal que las urnas son prácticamente un formalismo. Dos de los potenciales rivales de Putin, Irina Jakamada y Serguéi Gláziev, situaron los atentados de ayer en el contexto político. Para Jakamada, sucesos como el de ayer prueban la ineficacia de los órganos de seguridad.

Para Gláziev, si se hubieran sacado conclusiones del secuestro de rehenes en un teatro de Moscú en octubre de 2002 (suceso que se saldó con más de un centenar de víctimas, la mayoría por inhalación del gas utilizado en la operación de salvamento), atentados como el de ayer no ocurrirían. Moscú, afirmó Gláziev, es "una ciudad del frente" y, "pese a las promesas del presidente", Rusia no ha acabado con el terrorismo. "Si hubiera voluntad política, en 48 horas se podrían cercenar las raíces financieras del terrorismo, pero en lugar de ocuparse de eso, se dedican a escuchar a los demás", señaló este economista de izquierdas, que espera aún luz verde para competir con Putin.

Con el atentado, una cruda realidad interfiere con el universo bucólico y virtual que el presidente y sus acólitos difunden por los medios de comunicación oficiales para mantener la idea de una estabilidad, que de hecho no se ha consolidado.

La Duma es hoy un órgano obsequioso y servil, que recuerda al Comité Central del PCUS. Rusia Unida, el partido de los seguidores de Putin, tiene una mayoría de 304 escaños (de un total de 450), lo que le permite aprobar leyes constitucionales y, en las pocas semanas que han pasado desde que el Legislativo se constituyó, ha mostrado su desprecio por los partidos minoritarios (comunistas, partido Liberal Democrático del populista Vladímir Zhirinovski y Ródina), a los que ha restringido incluso el derecho a preguntar. La realidad política de Rusia es tal que hasta Ziugánov, el líder comunista, va al Consejo de Europa a pedir que defiendan sus derechos democráticos.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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